ETA busca sumir al País Vasco en algo similar a una revolución permanente. Jóvenes simpatizantes de la organización vasca realizan una serie de actos de violencia contra objetivos tales como bancos, autobuses u oficinas de correos. Ayer el atentado más grave fue la colocación de una bomba rudimentaria ante la casa de un guardia civil, que no causó heridos. Los daños por esta �lucha callejera� ya superan el millón y medio de dólares. El viernes, ETA ya había reconocido la autoría de 12 atentados desde mayo de este año, incluyendo dos de los nueve asesinatos que se le atribuyen. En Bilbao, varios miles de simpatizantes etarras se congregaron en un acto de conmemoración por cuatro etarras muertos el lunes, cuando los explosivos que cargaban en su auto se detonaron accidentalmente.
�Hacemos apología de la paz y de la democracia.� Para los miles reunidos en Bilbao, no había ninguna ironía en las palabras de Arnaldo Otegi, líder del brazo político de ETA, Euskal Herritarrok (EH). Los muertos eran �patriotas que entendieron que su contribución a la democracia pasaba por practicar la violencia�. Otegi subrayó que �no es nuestro trabajo, ni lo va a ser, ni tenemos voluntad para ello, ni estamos dispuestos a acabar con una organización armada con la que no ha ido capaz de acabar ni el Estado español ni el Estado francés�. Concluyó afirmando que el pueblo vasco reconocía �la entrega y el compromiso de los militantes de ETA, que no sólo están dispuestos a matar, sino también a morir�. Sus oyentes clamaron en favor de ETA y de más atentados terroristas. Pero Otegi tenía métodos más contundentes para demostrar el compromiso de lucha de los militantes. Después de la muerte de los cuatro mártires etarras, su EH llamó a intensificar el �Kale Borroka�, la lucha callejera de los jóvenes simpatizantes de ETA. Ayer su efecto no pasaba para nada desapercibido.
�Si continúan estos actos de terrorismo de baja intensidad en San Sebastián, Bilbao o Vitoria, va a haber un quiebre importante en el transporte público.� La declaración de un concejal de San Sebastián ilustró gráficamente los destrozos de la ofensiva callejera etarra. El viernes nada menos que siete ómnibus fueron incendiados, y se arrasaron cinco cajeros automáticos. Ayer, cinco jóvenes fueron detenidos luego de arrojar una bomba incendiaria contra un banco. En Durango, siete hombres de entre 19 y 25 años lograron copar una oficina postal, rompieron los vidrios, echaron a quienes estaban dentro e incendiaron el edificio. Otro autobús fue incendiado en Bilbao. Ante la ofensiva etarra y amenazas de bomba, los servicios de ómnibus Bizkaibús y Bilbobús suspendieron sus servicios. En Vitoria, ETA pudo haber buscado anotarse su víctima número nueve. Presuntos etarras colocaron una bomba casera �hecha de tres pequeñas garrafas de gas y fuegos artificiales� frente a la residencia de un guardia civil. En esos momentos su hijo se encontraba dentro, pero la explosión, registrada a las 10.40 hora local, no dejó víctimas.
Esta ofensiva en varios frentes de ETA está repercutiendo en la comunidad política española. De hecho, parece haber introducido una cuña entre el oficialista Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE). La dirigencia del PSOE propuso una mesa de diálogo que incluyera a los partidos vascos �democráticos� (es decir, todos salvo el EH). Pero ayer el secretario general del PP, Javier Arenas, disparó que �la lealtad no sólo hay que proclamarla, también hay que ejercerla�.
debate
Por Antonio Elorza * |
Con la lógica de los nazis
En Los hundidos y los salvados, Primo Levi, uno de los más lúcidos supervivientes del Holocausto, dirigía una advertencia a las generaciones venideras. Resultaba erróneo creer que la aberración nacionalsocialista se había extinguido en 1945. �Sucedió, y, por consiguiente, puede suceder de nuevo: esto es lo fundamental que tenemos que decir�. Y tampoco existen sociedades vacunadas para evitar que se reproduzcan frente al orden democrático, de respeto de los derechos humanos, la irracionalidad y el ejercicio de la violencia que patentaron los nazis. Todo problema puede ser resuelto mediante el diálogo y los procedimientos democráticos, de modo que quienes optan por la violencia están creando un nuevo escenario en el que sólo cabe esperar más violencia. Las ideologías que predican objetivos inalcanzables salvo por medios violentos, como la Gran Alemania o el País Vasco desde Bayona hasta el Ebro de Xavier Arzalluz y Arnaldo Otegi, la Euskal Herritarrox de ETA, en una palabra, dan forma a una línea espiral de la que solamente pueden esperarse catástrofes, ya que para resolver tales �contenciosos� la vía democrática no sirve por algo bien simple: los electores rechazan tales metas. No es nada nuevo en la historia, y Primo Levi nos lo recuerda: el nombre es lo de menos; la lógica de exterminio del otro a quien no es posible imponerse por medios democráticos constituye la esencia, tanto del nacionalsocialismo como de otros movimientos políticos, ente los cuales cabe incluir a ETA y a su constelación de organizaciones legales.
De ahí que no quepa, por desgracia, pensar en un compromiso político razonable, salvo que a la rendición se la llame pacto. De ahí que las voces más agresivas de la equidistancia tengan que recurrir al falseamiento de la realidad para mantener el tipo. Es lo que sucede entre nosotros una y otra vez con Haro Tecglen, fiel al planteamiento de Casandra escapista que ya exhibiera hace 20 años al enjuiciar el fenómeno de las Brigadas Rojas en Italia. Entonces, las BR secuestraban y mataban a Aldo Moro, pero el blanco político era el PCI por su rígido espíritu de resistencia contra los terroristas. Ahora, ETA asesina, luego es delincuente, y, una vez hecha esta imaginativa constatación, todo se reduce a martillear con fuerza sobre el tópico de que la culpa es del gobierno, y del ministro del Interior Jaime Mayor Oreja en particular. Para sostener tal desviación de responsabilidad, Haro se ve obligado a escribir que ETA rompió la tregua porque ese gobierno no le propuso contactos: ¿es que se encuentra tan ocupado que ni lee el diario en que colabora? Y, por supuesto, la unanimidad debe existir en el tema ETA, en contra de lo que él escribe: unanimidad en la condena del terror, y en la formación contra sus aspiraciones y métodos de una alianza al modo de los viejos frentes populares, por encima de otras diferencias políticas. A continuación podrán ser criticados cuanto se quiera José María Aznar y Mayor Oreja, pero siempre de acuerdo con una ponderación que deje claro quién es el responsable del crimen y quién el que no consigue resolver suficientemente su esclarecimiento. De otro modo, estamos, y vergonzantemente, en el lugar de las plañideras cómplices de EH.
* Catedrático de Pensamiento Político de la Universidad Complutense. |
debate
Por Eduardo Haro Tecglen * |
Qué muertes lamentar
Estoy seguro de que algunos millones de españoles se van a alegrar de la muerte de cuatro etarras con su propia bomba. Y cien o doscientos mil no se van a creer la versión oficial, y aducirán detalles sospechosos. Son los suyos, que a mí me han causado siempre más horror que los activistas: éstos, por lo menos, se juegan la vida, y así ha sido. Los otros gritan �ETA, mátalos� y se regocijan de las muertes que causan sus hombres: y llaman a la familia del muerto para reírse. En un país como éste era tradicional no alegrarse de la muerte ajena o, por lo menos, no decirlo: la hipocresía es, a veces, un buen comportamiento. Yo no me he alegrado nunca de la muerte de nadie, y por un cierto sentimiento que en mi infancia se llamaba sport (el deporte de hoy no tiene nada que ver) o hasta fair play (en mi infancia se metía en España el inglés de Inglaterra; ahora, el de Estados Unidos) he sentido muchas veces una indiferencia política o social, nunca humana, por algunas de ellas, porque no varían el desarrollo de las opciones que defienden. Ha sido así. Lo pienso también en este caso: no va a cambiar nada. Quizá va a recrudecer. Van a añadir los muertos a sus mártires: a la causa, al santoral, a la beatificación laica.
Pero me coloco en los viejos cuentos del diablo en los que éste daba a elegir a su víctima entre las muertes de una persona u otra. Cuando era niño, bajo la educación sentimental, decía que yo hubiera elegido la mía. Luego, en la vida real, muchas veces he pensado que daría mi vida por la de algún condenado en el hospital. Pero no tenía mérito, mi vida ya tenía poco valor, sobre todo para mí, y además la iba a empobrecer mucho más la muerte del otro. Viejas, inútiles historias: sólo como ejemplo de que en la elección de estas muertes no elegiría hoy la mía, sinceramente, pero sí la de los que han muerto en lugar de aquellos otros, quienes fueran, a quienes iba dirigida la bomba. Unos seres que hoy o mañana morirían. Inocentes, decimos, y todos lo son cuando se los mata.
* Columnista de El País de Madrid. |
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