Por Gustavo Veiga Todo era demasiado dulce para la Selección hasta que perdió en Brasil y comenzó a sufrir bajas por lesiones. Este nuevo frente de tormenta, aunque encontró a Marcelo Bielsa y a su círculo áulico en una posición cómoda, causa preocupación por algunas situaciones que no emergen a la superficie pero que, apenas se indaga, permiten comprobar que no todo está bien en uno de los planteles más caros del planeta. Primero fue la lesión de Gabriel Batistuta, después la de Javier Zanetti y, más cerca en el tiempo, la de Matías Almeyda. Estos contratiempos le turbaron el ánimo al entrenador y a sus colaboradores más cercanos, entre quienes está el médico Donato Villani, quien no atraviesa un buen momento. Para colmo, el doctor Madero se convirtió desde hace un tiempo en asesor directo de Grondona para los temas de su especialidad, lo que habría causado disgusto en Villani. Es indiscutible que sobre el caso del goleador de la Roma se tejió una novela, pero no menos cierto es que Bielsa y su grupo de trabajo, con la raquítica comunicación que establecieron desde siempre con los medios, contribuyeron a darle pasto a las fieras. Sin modificar un ápice su cara de poker, el técnico dijo en la última conferencia de prensa: �No hay que desconfiar, la conducta de la Roma y del jugador no son sospechables�. Y punto. Es respetable que el conductor del plantel sea escueto y mida cada término que expresa con precisión milimétrica. Pero resulta contradictorio que luego de producirse la lesión de Batistuta �durante el partido contra Colombia en Bogotá� se haya difundido que su recuperación demandaría veinte días y ese plazo se excedió con holgura. Otro tanto se supuso que ocurriría con Javier Zanetti. Su lesión en el abductor derecho no era seria, pero la infiltración a que fue sometido para jugar contra Brasil en San Pablo derivó en un desgarro que ahora, en Italia, sostienen que le provocaría una inactividad de alrededor de tres meses.Una fuente muy cercana al cuerpo técnico le confió a este diario: �Se hace difícil trabajar cuando surgen problemas como los de ahora. Imagínese que si faltaba un muchacho a un entrenamiento por cualquier razón que no fuera una lesión, ya se alteraban los ánimos porque no podía desarrollarse una práctica�. En efecto, a Bielsa lo perturban demasiado los imprevistos y además considera �aunque no lo manifieste en público� que la prensa le depara obligaciones adicionales que lo distraen de sus funciones primordiales. Para colmo, también tuvo que salir a responder a las críticas que recibió de Carlos Bilardo, de quien dijo: �Valoro su capacidad de análisis y antecedentes�. También contraatacó: �El tenía al mejor futbolista del mundo� (por Diego Maradona, claro). Cabe recordar que, aunque el ex responsable de la Selección durante los mundiales de 1986 y 1990 también se alucinaba con los más mínimos imponderables, resolvía las situaciones de otro modo. Al respecto, es famosa una anécdota que se cuenta. Resulta que un día faltaron algunos futbolistas convocados a la práctica en el Centro de Empleados de Comercio en Ezeiza y, lejos de desesperarse, Bilardo apeló a un consecuente periodista que concurría a todos los entrenamientos para ejercitar determinadas jugadas con pelota detenida. Así fue que a este colega se lo pudo observar formando la barrera en algunos tiros libres. Bielsa no se permitiría semejante desliz. En este marco de una Selección hermética y poco afecta a dar notas -hechas las excepciones de Zanetti, Sensini, Simeone y algún jugador más�, no hay un comunicador estable, personalizado, que eche luz sobre aspectos que a veces no quedan claros, como aconteció con la situación de Batistuta. Se lo extraña a José Pekerman, quien delegó en el técnico rosarino un lugar que estaba reservado para él. Ahora, el exitoso conductor de los equipos juveniles volvió a sentarse en el banco de suplentes, como está sucediendo en un discreto torneo que se disputa en Maldonado, Uruguay, para la categoría Sub-20. Que se entienda: de Pekerman se añora su disposición al diálogo, su transparencia para comunicarse con sencillez, sin restricciones. De Bielsa sólo se pide que dirija a la Selección como lo ha venido haciendo hasta ahora: con dedicación y una táctica agresiva, que ha llevado a la Argentina a ser casi siempre protagonista. Pero, también, sería deseable que el entrenador salga de vez en cuando de la burbuja en la que está instalado.
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