Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


KIOSCO12

 

AMNISTIA, VERDAD E IMPUNIDAD EN SUDAFRICA
�Hubiera habido un golpe�

Por Sergio Kiernan

t.gif (862 bytes) Aziz Pahad tiene un típico currículum de �nuevo� funcionario sudafricano: empieza con su educación, termina con su elección parlamentaria y su nombramiento como funcionario. En el medio, hay cosas como una orden de exilio interno, varios arrestos y 27 años de exilio en Londres, Angola y Zimbabwe. Vicecanciller con Nelson Mandela primero y Mbeki Thambo ahora, este musulmán descendiente de inmigrantes indios, de 60 años, mantiene una risa contagiosa y un estilo informalísimo, nada diplomático y bastante típico de lo que en el fondo es, un militante. En diálogo con Página/12, Pahad explicó por qué su partido, el Congreso Nacional Africano, aceptó que los crímenes contra los derechos humanos del régimen, cometidos durante 50 años de apartheid, quedaran impunes. Es que en Sudáfrica, si los represores confiesan en público, en sesiones especiales, reciben una amnistía plena.
�Ustedes eligieron una manera especial de lidiar con las desapariciones, torturas y asesinatos del régimen. Privilegiaron saber la verdad a castigar, algo que parece que no dejó satisfecho a nadie. Su secretario de Derechos Humanos, Barney Pityana, le dijo recientemente a Página/12 que estaba muy insatisfecho con los resultados.
�Si queríamos tener la menor chance de construir una democracia en Sudáfrica, en una situación en la que todos los poderes, el económico, el político, el militar, el de la seguridad, el de la inteligencia, estaban en las manos de los mismos que habían cometido esas atrocidades, teníamos que ceder. Si no, nunca hubiéramos tenido éxito, el ejército se hubiera rebelado, hubiera habido un golpe, con todo lo destructivo que puede ser eso. La sociedad nunca hubiera tenido ni la oportunidad de reconciliarse por el profundo odio que esto hubiera despertado. Hay que entender que venimos de un pasado muy malo. Como se supo en estos años, pasaron muchas cosas malas, asesinatos políticos, guerra química, guerras sucias, torturas. Yo entiendo la amargura de alguien que perdió a un familiar; hasta el presidente tiene un hermano desaparecido. Entiendo la agonía y la frustración, pero quiero creer que tuvimos razón al pensar que, si queríamos evitar un golpe y el desarrollo de una fuerza contrarrevolucionaria, teníamos que formar una comisión donde el que dijera la verdad, el que contara lo que hizo e indicara dónde están los cuerpos para que las familias pudieran enterrarlos tuviera una amnistía plena. Sólo así pudimos hacer que los que cometieron las atrocidades creyeran que no estaban amenazados y que dejaran las conspiraciones de lado, que fueron un peligro muy real.
�Lo que usted está diciendo es que tuvieron que hacerlo.
�No hubo alternativa. Nuestro partido entendió claramente que el pueblo sudafricano estaba dividido profundamente por el mayor experimento de ingeniería social de la historia, y que el poder estaba en manos de los que por definición perdían con la democracia. Tuvimos que hacer esto o siempre íbamos a tener conspiradores tratando de desestabilizarnos y dar un golpe. Por supuesto que cuando uno escucha a un ex agente del Estado contando cómo asesinó a alguien, cómo puso una bomba o torturó, la reacción de la familia es �¡cómo lo dejan libre!�. Eso hay que entenderlo, pero a largo plazo, la estabilidad de la nación dependía de aceptar este triste y desagradable hecho. 
�Aquí tuvimos un Punto Final, una Obediencia Debida, pero el tema no se olvidó.
�Nadie olvida, lo que hay que hacer es aceptar el pasado trágico, mirar al futuro y pensar en qué hacer para lograr una reconciliación. Sólo así podríamos pensar en una Sudáfrica capaz de construir una democracia fuerte basada en su diversidad étnica y cultural. Si se impone una visión racial de mi país y se castiga o no de acuerdo a esa visión, sería el fin deSudáfrica. Hace seis años, todos decían que íbamos rumbo a la peor guerra racial de la historia... no estamos tan mal.

 

 

PRINCIPAL