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Gendarmería y Aduana se facturan por la aftosa

Los dos organismos, encargados de controlar la frontera, se cruzan culpas por el ingreso de ganado infectado. El contrabando, recurso ante la crisis, desde Paraguay refleja la crisis regional.

Por Claudio Scaletta
t.gif (862 bytes)  En el norte, Gendarmería y Aduana se reparten culpas por la falta de control en el ingreso de ganado con aftosa. Aduana afirma que su capacidad de fiscalización se limita a los pasos limítrofes habilitados, en tanto que Gendarmería sostiene que las fronteras son muy extensas y carecen del personal y la infraestructura para una vigilancia efectiva. Tras la reaparición de la enfermedad la semana anterior y luego de que se haga efectiva la prohibición del movimiento, en todo el país y por 21 días, de animales susceptibles a la fiebre (salvo los destinados a faena), la mirada comenzó a dirigirse hacia el origen del problema: la permeabilidad de las fronteras.
Bajo la formalidad del control de tráficos se asienta una realidad social más compleja. Las diferencias en los precios de los productos a uno y otro lado del limite internacional y la falta de alternativas de inserción económica de muchos pobladores impulsaron el tráfico informal: el contrabando es el modo de vida de una importante porción de la población. Los viajeros habituales cuentan que los tiempos normales de espera en los pasos fronterizos se multiplicaron en los últimos tiempos. Además, junto al tráfico de vehículos se constata un cruce creciente de personas a pie, todas ellas con sus cargas de mercancías a cuestas. Gendarmes del destacamento formoseño de Clorinda consultados por Página/12 manifestaron que tenían órdenes de no pronunciarse sobre el tema aftosa. Sin embargo, negaron que entre ganado paraguayo, y aunque esta negación sea coherente con su profesión --están allí para evitarlo--, sus argumentos fueron precisos: "Las vacas que tienen en Paraguay acá no las quiere nadie, se parecen más a un cebú que a una vaca y esa carne a nosotros no nos gusta". El costo 50 por ciento menor de esa hacienda no pareció convencerlos. Más allá de esta mirada, muchos coinciden en que un cierre absoluto de la frontera sería imposible. No por su dificultad técnica, sino porque, al privar a parte de la población (que también integra el personal de Gendarmería y Aduana) de su principal fuente de ingresos, profundizaría la crisis social regional.
No sorprende, entonces, que el secretario de Agricultura, Antonio Berhongaray, haya depositado esperanzas en que, tras los ruidos electorales, Paraguay acepte el ofrecimiento de una importante partida de vacunas contra el virus y el asesoramiento de un equipo de técnicos del Senasa. La propuesta acepta tácitamente la permeabilidad de las fronteras.
De acuerdo con las previsiones del gobierno argentino, los 21 días de veda serán un lapso razonable para asegurar que los focos iniciales no se extendieron, pues éste es el tiempo que el virus tarda en manifestarse una vez que ingresa al organismo animal.
Argentina consume el 85 por ciento de su producción de carne y sólo envía al exterior el 15 por ciento restante. Además, el principal mercado histórico, Europa y en particular Alemania --donde se destinan los cortes de mayor calidad con cotizaciones de hasta 8000 dólares la tonelada-- no se verá afectado. Sin embargo, otros plazas importantes como Estados Unidos, Canadá y Chile, reaccionaron enseguida, y en estos días comenzó también la caída de los mercados incipientes y potenciales para la demanda futura. Por ejemplo Taiwan, cuyas compras en los primeros 7 meses del 2000 cuadruplicaron el total de 1999.

 

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