Por la crisis, en los últimos meses, clase media y baja tuvieron
que ajustarse varios ojales el cinturón. Según un estudio,
el 60 por ciento de los hogares que ganan más de 2000 pesos suprimieron
salidas de entretenimiento; el 36 por ciento eliminó el servicio
doméstico; casi el 30 por ciento vendió o cambio el auto
por otro de menor valor; y un porcentaje similar abandonó la cobertura
de medicina prepaga. Entre las familias de clase media baja (ingresos
familiares de 500 a 2000 pesos), el 77 por ciento suprimió salidas;
más del 50 por ciento reemplazó alimentos caros por segundas
marcas; y el 30 por ciento dejó de pagar servicios públicos
o impuestos. Más aún, entre los que ganan menos de 500 pesos,
casi el 40 por ciento recortó el pago de servicios públicos
e impuestos municipales.
En todos los niveles socioeconómicos de clase media para abajo,
lo primero que se dejó de comprar por la recesión fue ropa,
después se achicaron las salidas hasta que el ajuste llegó
a la comida.
La información surge de una encuesta realizada por la consultora
Equis, dirigida por el sociólogo Artemio López, de alrededor
de 1000 casos en el área metropolitana (Capital y Gran Buenos Aires).
Las principales conclusiones del estudio reflejan cómo impactó
en los sectores de clase media y baja la prolongación de la recesión,
y las medidas aplicadas por el ministro de Economía, José
Luis Machinea: impuestazo y poda salarial en la administración
pública. De hecho casi el 60 por ciento de los encuestados dice
que su situación económica empeoró en los últimos
tiempos (la proporción llega al 75 por ciento entre los más
pobres) mientras que sólo para un 8 por ciento mejoró.
Según las franjas de ingreso, los ajustes que debieron hacerse
en los últimos meses en los distintos presupuestos familiares son
los siguientes:
En las familias con ingresos
superiores a los 2000 pesos mensuales, que pudieron ser alcanzados tanto
por el impuestazo como por el recorte salarial, los principales ahorros
vinieron por el lado de las salidas (cine, restaurantes, entretenimientos
en general), el servicio doméstico, la medicina prepaga y los gastos
del auto.
Así, el 60 por ciento
redujo o suprimió salidas; el 36 por ciento dio de baja al personal
doméstico; y alrededor de un 30 por ciento vendió el auto
o lo cambió por uno de menor valor; y abandonó la medicina
prepaga.
Las familias con ingresos entre
1000 y 2000 pesos siguieron un patrón de ajuste en el consumo similar
al anterior grupo. Pero con un particularidad notable: en el 17 por ciento
de los casos, algún miembro del hogar abandonó los estudios,
con el objetivo de buscar trabajo, con el cual complementar los disminuidos
ingresos familiares. Un porcentaje considerable de estas familias, que
enviaba a sus hijos a colegios privados, debieron cambiarlos a escuelas
públicas o instituciones privadas de menor costo. En este segmento,
además, el 27 por ciento de los hogares dejó de pagar servicios
públicos e impuestos.
Los que ganan menos de 1000
pesos, supuestamente, no habrían sido alcanzados en forma directa
por la suba de la presión impositiva. Sin embargo, están
entre los afectados por la desocupación, el trabajo en negro y
la precarización laboral.
Así, el 77 por ciento
suprimió salidas; más del 50 por ciento reemplazó
alimentos por otros más baratos (segundas marcas); y el 30 por
ciento dejó de pagar servicios públicos y tasas municipales.
Para los que ganan menos de
500 pesos, el ajuste fue más dramático por el lado de los
alimentos (el 52 por ciento los reemplazó por marcas más
baratas) y los servicios públicos y los impuestos (el 38 por ciento
dejó de pagar).
Claves
Casi el 60 por ciento de
los encuestados dice que su situación económica empeoró
en los últimos tiempos (la proporción llega al 75 por
ciento entre los más pobres), mientras que sólo para
un 8 por ciento mejoró.
Entre las familias de clase
media, el 60 por ciento redujo o suprimió salidas; el 36 por
ciento dio de baja al personal doméstico; y alrededor de un
30 por ciento vendió el
auto y abandonó la medicina prepaga.
En el 17 por ciento de
los casos de las familias que ganan de 1000 y 2000, algún miembro
del hogar abandonó los estudios, con el objetivo de buscar
trabajo, con el cual complementar los disminuidos ingresos familiares.
Entre los hogares con ingresos
inferiores a los 1000, el 77 por ciento suprimió salidas; más
del 50 por ciento reemplazó alimentos por otros más
baratos (segundas marcas); y casi un 40 por ciento dejó de
pagar servicios públicos y tasas municipales. |
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