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OTRA ACUSACION CONTRA LOS POLICIAS DE LOS HORNOS
Buscando un chivo expiatorio

Un testigo reservado contó que policías acusados de matar a Mónica Oyarbide buscaron asesinar a otro hombre y cargarle el crimen.

Por Cristian Alarcón
t.gif (862 bytes)  Los policías que habrían asesinado a Mónica Oyarbide en un ajuste de cuentas con un grupo dedicado a la venta de cocaína, también intentaron eliminar a un hombre al que quisieron culpar del crimen. En un “legajo reservado” abierto por el fiscal Víctor Violini, un testigo cuya identidad se protege declaró que al día siguiente de la muerte de la mujer dos integrantes del Servicio de Calle de la comisaría 3ª lo obligaron a “ubicar al Chipa porque querían boletearlo”. Los investigadores creen que era el “chivo expiatorio” de una banda de policías. El Chipa, un consumidor de cocaína que le compraba al grupo, había sido acusado del homicidio por los propios narcos, que al comienzo protegieron a la policía. “Cuando creyeron que lo habían encontrado se pusieron unas bolsas nylon en las manos y agarraron un arma. Se bajaron del auto y estaban por gatillar cuando se dieron cuenta de que no era él”, declaró el testigo. El Chipa –cuyo nombre completo no figura en el expediente– desapareció desde entonces. La Justicia lo busca.
La muerte de Oyarbide, ocurrida a la madrugada del 7 de junio, fue durante más de un mes un simple ajuste de cuentas entre narcos. La víctima, esposa de Héctor Retana, uno de lo asesinos de José Luis Cabezas, era la amante de Fabio Bologna, un conocido vendedor de cocaína de Los Hornos. Esa madrugada estaba parada en la puerta de la casa de Bologna cuando recibió un tiro en la cabeza. Hace diez días una investigación de Página/12 ubicó a una testigo directa del crimen de Oyarbide. La mujer, que vivía a metros de la casa del “narco”, le dijo luego a la Justicia que esa noche vio a varios policías en una camioneta blanca del Servicio de Calle de la 3ª discutir largamente con Bologna por el pago de una coima. Y que 20 minutos después regresaron y dispararon. Entre ellos, señaló al subcomisario Jorge Carreras, detenido por homicidio.
Al día siguiente declararon Bologna y uno de sus hijos y también se convirtieron en testigos protegidos: ambos admitieron que les pagaban 600 pesos por semana a diferentes miembros de la 3ª para poder “vender merca” en su casa de la calle 142 de Los Hornos. En su primera declaración Bologna había dejado fuera a la policía acusando a un cliente, apodado Chipa, por el crimen. En la nueva versión denunció a dos policías por el asesinato, pero no dejó de incluir al tal Chipa. Según el “narco”, uno de los polis le dijo al muchacho: “¡Pegale un cuetazo a este hijo de puta!” y fue él quien disparó con un 22 corto dándole a la mujer.
En la fiscalía unen las partes del rompecabezas que comienzan a coincidir con la investigación. El nuevo testigo cuenta que dos policías de la 3ª lo subieron a un auto para que los guiara a la casa de la madre del Chipa, en Los Hornos. Allí se enteraron de que el buscado andaba en una bicicleta amarilla y que estaba en la casa de un amigo. En el camino a esa casa se cruzaron con un hombre parecido en una bicicleta amarilla. Entonces, según el testigo, uno de los dos policías, al que apodan “El Paisano”, dijo “éste tiene que ser boleta”. “Se pusieron unas bolsas de nylon en las manos y agarraron un arma no reglamentaria. Se bajaron del auto y estaban por gatillar cuando se dieron cuenta de que esa persona no era”, dijo.
Según fuentes de la investigación, el testigo también contó “que los negocios sucios en la zona de Los Hornos se arreglaban con la patrulla de calle”. “Si quiere vender droga, robar, si es pirata del asfalto o tiene un desarmadero de autos va, les paga y lo hace”, habría declarado. El hombre también escuchó una comunicación por handy desde el auto en el que buscaban a la supuesta víctima; “hablaron con (Juan) Vásquez, el jefe del Servicio de Calle de la 3ª y le dijeron que tenían la bicicleta frente a un domicilio”. Vásquez, según el testigo, les respondió que “de ninguna manera lo hicieran dentro de la casa, que esperaran a que saliera”. El testigo no tuvo que esperar, lo dejaron irse. El fiscal Violini ordenó nuevos reconocimientos en rueda para el próximo viernes. Quiere saber quiénes buscaban al Chipa. Y quiere encontrarlo.

 

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