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Un pueblo intenta recuperar la parte que le remataron

El remate incluyó tierras donde están la comisaría y parte de la parroquia. El nuevo dueño, un abogado, dice que no los echará.

Por Carlos Rodríguez
t.gif (862 bytes)  Nucleados en torno de la Comisión de Fomento del pueblo, que tiene los atributos de una intendencia, los 450 habitantes de Los Catutos, una localidad neuquina ubicada a 15 kilómetros de Zapala, están peleando para rescatar 50 hectáreas vitales que han perdido. En los terrenos, que ahora pertenecen a un abogado que ni siquiera vive en el pueblo y que los obtuvo como resarcimiento por una deuda, tienen su lugar físico de ubicación --ni más ni menos-- la comisaría, al menos una parte de la parroquia y un polideportivo levantado con fondos comunales. Ayer, además de desmentir las versiones que decían que se había rematado "todo el pueblo" en la irrisoria suma de 5000 pesos, la subsecretaria de Seguridad Ciudadana de la provincia de Neuquén, Alicia Comelli, aseguró que los pobladores "no sufrirán ningún perjuicio" derivado del remate, pero el titular de la Comisión de Fomento, Benedicto Cáceres, le dijo a Página/12 que recién hoy tendrán "una definición para saber dónde estamos parados".
Aunque está pegada a Zapala, Los Catutos no tiene sus lindas casas de madera y piedra, pero tampoco está el cuartel de la mala fama donde fue asesinado el soldado Omar Carrasco. También carece de las bellezas naturales de Las Lajas, la otra localidad vecina. El único patrimonio actual de Los Catutos es su gente, acuciada desde siempre por el frío y el desierto, pero también por la pobreza y la desocupación crecientes que lo han convertido en un pueblo fantasma desde el cierre de su única fuente de trabajo, la ex fábrica de cal Tincar, cuyos propietarios son responsables directos del remate.
Las 50 hectáreas quedaron bajo el martillo del rematador a partir de una demanda judicial que lleva la jueza en lo Civil y Comercial de Zapala, Silvia Grichener. La causa fue abierta por denuncia del abogado Daniel Impallari, quien querelló a los propietarios de Tincar, que le adeudaban 35.000 pesos en concepto de honorarios profesionales. Para cobrar lo que le deben, Impallari aceptó ser el único oferente en el remate por la venta de las 50 hectáreas en cuestión: su triunfo fue comprar en 5000 pesos terrenos que, según sus propios dichos, "valen hasta 500 mil pesos".
Ahora, Impallari dice que no piensa "echar a nadie" de las tierras ocupadas por la comisaría, la casa parroquial, el playón donde funciona el multideportivo (poco más que un rectángulo de cemento, pero de gran importancia para el pueblo), el tanque de agua potable comunitario, la antena repetidora del Canal 7 de Neuquén y siete viviendas particulares que están actualmente ocupadas por otras tantas familias.
Todos los edificios habían sido levantados por Tincar, que los había abandonado en 1984, cuando se cerró la fábrica inaugurada a principios de la década del sesenta. En ese momento quedaron en la calle 100 empleados, la mayoría de ellos habitantes de Los Catutos, que figura en los planos provinciales como "caserío", lo que da una correcta visión acerca de sus dimensiones. Tan olvidado está el pueblito que ayer ninguno de los funcionarios consultados supo explicar el origen del nombre.
Benedicto Cáceres le dijo a este diario que confía en "una buena salida para los pobladores" y desmintió "las versiones alarmistas que dijeron que todo el pueblo había sido subastado". Hoy llegarán expertos de Neuquén que dirán si toda la comisaría, o una parte de ella, que viene a ser lo mismo, están dentro de los terrenos comprados por Impallari, que alguna vez vivió en Zapala, pero que ahora está afincado en Rosario, provincia de Santa Fe. La parroquia de Los Catutos, a cargo del cura salesiano Antonio Sánchez, está fuera de la tierra rematada, pero la casa parroquial pasó a ser propiedad del letrado. El padre Sánchez quedó dividido en cuerpo y alma.
La jueza Grichener estaba ahora analizando los efectos prácticos de la subasta que autorizó, mientras el ministro de Gobierno y Justicia de Neuquén, Jorge Gorosito, prometía una solución equitativa. Desde Rosario, el abogado dueño de medio pueblo ha puesto de manifiesto su intención de vender para cobrar en efectivo lo que le deben. Cáceres y todo el pueblo se preguntan quién será el comprador y cuál el futuro del pueblo, en caso de seguir existiendo como tal.

 

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