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“AMERICAN RHAPSODY”, UNA NOVELA PARA LA POLEMICA
Las ideas del pene de Bill

 

Joe Eszterhas, guionista de �Bajos instintos�, conmueve a Estados Unidos con una obra sobre la vida sexual del presidente Bill Clinton.


Por Javier del Pino
Desde Washington

t.gif (862 bytes)  No está muy claro si American Rhapsody, la flamante y escandalosa novela del guionista y periodista Joe Eszterhas, es un alegato político, un libro de denuncia, un manual de historia contemporánea o, simplemente, una obra cuasi-pornográfica. El autor, que tiene entre sus créditos el guión de algunas buenas películas (Bajos instintos) y de otras deplorables (Showgirls), logró con su obra críticas igual de antagónicas. A Eszterhas nadie le niega su capacidad para sorprender y su habilidad para polemizar: su novela sobre la voracidad sexual de Bill Clinton ya se ha convertido en el fenómeno editorial del verano en Estados Unidos.
En el libro, el pene de Clinton habla. De hecho, el pene de Clinton es el personaje central de American Rhapsody, por eso no sorprenden sus monólogos: “Billy no quiere a Hillary, la nazi”, dice el pene. “Nunca la quiso. Sólo me quiere a mí.” Kenneth Starr, el fiscal del “caso Lewinsky”, se masturba pensando en Gennifer Flowers, otra de las mujeres que han pasado por la vida sexual –real– de Clinton. ¿De dónde sale esta novela? ¿Cómo ha llegado a las librerías esta mezcla irreverente de periodismo de investigación con ficción literaria y erótica? ¿Qué es verdad y qué es mentira? “He buceado tratando de encontrar a Clinton y a mí mismo, nadando a través de su pasado en la búsqueda de mi alma”, explica Eszterhas en su libro.
La mezcla de ficción y realidad parece haberse convertido en la tendencia biográfica de fin de siglo, al menos en su vertiente presidencial. Edmund Morris salpicó su biografía de Ronald Reagan con fábulas escondidas bajo la apariencia de realidad que proporciona el aspecto periodístico del relato. Morris lo justificó en la necesidad de completar el perfil de Reagan mediante acontecimientos y conversaciones que nunca existieron; para unos, aquello era un atentado contra las normas de la narrativa biográfica; para otros fue una nueva forma de enfrentarse al género.
Eszterhas, ex periodista de la revista Rolling Stone, lleva este recurso literario hasta el límite de lo permisible o lo imperdonable. “Creo que en algunas ocasiones es la ficción la que captura la verdad con mucha mayor veracidad que los hechos reales”, se justifica el autor, para quien extenderse en las aficiones onanistas de Starr constituye la mejor forma de comprender el contraste entre su reconocida moral conservadora y su extraña pasión por el detalle en los aspectos más íntimos de la relación entre Clinton y Lewinsky.
A Eszterhas hay que reconocerle una seria labor de investigación en el pasado de Clinton para la construcción de su American Rhapsody, aunque su forma de relatar los hechos es demasiado imaginativa como para convencer al lector de que esos acontecimientos tuvieron realmente lugar, y de esa manera.
Por ejemplo, Eszterhas relata sin pudor el encuentro entre Clinton y Juanita Broaddrick, una mujer que asegura haber sido violada por el actual presidente cuando era gobernador del estado de Arkansas (ni se ha demostrado ni lo llevó a los tribunales). “Cuando acabó, se fue de la cama y se puso los pantalones. Ella estaba conmocionada, llorando. Clinton se encaminó hacia la puerta”, escribe el autor, “y se puso sus anteojos de sol. Se volvió y dijo: “Ponete un poco de hielo en ese golpe”. Eszterhas cuenta este episodio –y todos los demás de Clinton– con la seguridad de que pasó de ese modo, lo que convierte la obra “en un libro que desesperadamente intenta ser tomado en serio, pero se pierde en sus propios excesos”, escribe el crítico del USA Today. (La Casa Blanca afirmó que no comenta el contenido de “obras de ficción”, comentó un portavoz.)
El autor explica que la idea de esta novela surgió en 1997, cuando comenzó a recapacitar sobre el comportamiento sexual de su generación(tiene 55 años). En medio de su reflexión surgió el “caso Lewinsky”: “Muchos hombres, cuando nos vamos aproximando a los 60, hemos crecido y hemos llegado a una madurez personal. Otros –y creo que Clinton es el mejor ejemplo– parecen no madurar nunca, y mantienen la misma actitud de desprecio hacia las mujeres, a las que usan y a las que sólo ven como un cuerpo”, señala Eszterhas. Asegura que se volvió adicto a las informaciones sobre el escándalo sexual del presidente y que novelizarlo fue un proceso creativo natural.

 

Un plan que no falló

Por si los elementos descriptos no eran suficientes como para llevar el libro a las listas de los más vendidos, Eszterhas también incluyó cotilleos despiadados sobre el mundo de Hollywood, teñidos del mismo halo de realidad. Al menos reconoce sus propias miserias y confirma el rumor que siempre le persiguió: después de Bajos instintos usó personalmente a Sharon Stone (a quien de paso describe como una actriz dispuesta a cualquier cosa para conseguir un papel). El autor cuenta que con toda premeditación le presentó a Stone a un amigo suyo periodista, con la esperanza de que se enamorasen. Eszterhas tenía un plan oculto: quería conseguir para él a la mujer de su amigo y para eso lo necesitaba infiel. Esa mujer es ahora su esposa.

 

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