Por Juan J. Gómez Desde Madrid El siglo XX fue el peor de los siglos políticos, pero el mejor de los siglos literarios. El escritor Guillermo Cabrera Infante empezó con esta idea una conferencia en la Universidad Complutense de Madrid, preguntándose si el siglo que ahora termina podía ser considerado otro siglo de oro. Concluyó respondiéndose que los libros de este milenio serán, por fuerza, los libros maestros del siglo XX. El catedrático de literatura hispanoamericana y director del encuentro Libros para el tercer milenio, Victorino Polo, puso de requisito a sus invitados elaborar una lista de los títulos que se llevarían consigo a la isla del siglo XXI. El canon o lista formidable que propuso Cabrera cubano radicado en Londres se compone de veinte títulos: Ulises (James Joyce), En busca del tiempo perdido (Marcel Proust), La metamorfosis (Franz Kafka), La montaña mágica (Thomas Mann), El gran Gatsby (Scott Fitzgerald), Siempre sale el sol (Ernest Hemingway), Luz de agosto (William Faulkner), La muerte de Virgilio (Hermann Broch), El Aleph (Jorge Luis Borges), La invención de Morel (Adolfo Bioy Casares), Pedro Páramo (Juan Rulfo), Gran sertaos veredas (Guimaraes Rosa), Un collar de perlas (Joseph Roth), Un día en la vida de Ivan Denisovich (Alexander Solzhenitsin), Zazie dans le Metro (Raymond Queneau), Le Voyeur (Alain Robbe-Grillet), Lolita (Vladimir Nabokov), El gatopardo (Giuseppe Tomasi de Lampedusa), Señas de identidad (Juan Goytisolo) y Negra espalda del tiempo (Javier Marías). Como la lista es larga y es corto el tiempo, Cabrera terminó su canon con una mención especial a El beso de la mujer araña (Manuel Puig), que es la culminación del pop art literario. Otros nombres se añadieron a los precedentes en el repaso al siglo que realizó el autor de Tres tristes tigres. Entre ellos, los de Anton Chejov, Leon Tolstoi y Mark Twain, los primeros muertos ilustres del siglo ahora todos los grandes escritores están muertos, así como el de Joseph Conrad. Cabrera afirmó en su discurso que en el siglo XX se ha situado la dificultad de leer como la meta del escritor, para no hablar del lector, una celebración única a su juicio en la historia de la literatura. El caso paradigmático que citó Cabrera de la búsqueda de la dificultad es Joyce, de cuyo Ulises dijo que nadie lo ha leído de punta a cabo excepto su autor, y es posible que el propio Joyce no pudiera leer su propio libro. Recién aterrizado proveniente de Lima, donde disfruta de dos años de vagancia feliz, y convaleciente de una bronquitis que le postró un mes en cama, Alfredo Bryce Echenique llegó listo para impartir una lección que hablará de los dos modelos de humor que aún siguen vigentes en la literatura. Por un lado, planteará, el humor cruel y envenenado del genial Quevedo, y, por otro, el humor tierno de Cervantes, que se burla de las virtudes de El Quijote. El autor de Guía triste de París se abstuvo por un momento de los efectos del jet lag que traía de Lima para conceder un adelanto de su lista de favoritos para el próximo milenio, un grupo de amigos, según prefiere destacar, cuyos títulos seleccionó en atención al placer de la lectura. La lista de Bryce, dictada de memoria y sin jerarquías internas, está dedicada en su totalidad a escritores en español: La casa verde (de Mario Vargas Llosa), Tres tristes tigres (Guillermo Cabrera Infante), Convidado de piedra (Jorge Edwards), Cuentos completos (Julio Ramón Ribeyro), Pedro Páramo y El llano en llamas (Juan Rulfo), La oveja negra y otras fábulas (Augusto Monterroso), Cuentos completos (Julio Cortázar), Cien años de soledad (Gabriel García Márquez), El siglo de las luces (Alejo Carpentier), La vida breve y Cuentos completos (Juan Carlos Onetti), Los lanzallamas (Roberto Arlt), Cuentos de la selva (Horacio Quiroga), Ficciones (Jorge Luis Borges) y Bomarzo (Mujica Lainez).
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