Por Cristian Vitale
En 1966, Litto Nebbia, en plena bohemia cuevera, quería insistir con la música. Pero estaba casi solo. Los rosarinos que lo habían acompañado en Los Gatos Salvajes habían vuelto a su ciudad de cuna luego del derrumbe de �La Escala Musical�. Sólo le quedaba Ciro Fogliatta, el tecladista. Sin trabajo ni casa y con hambre, no se amilanaron. El primer aliciente llegó con un pibe de 16 años que apenas sabía tocar el bajo. Le decían Freddo y se llamaba Alfredo Toth. Fue el primer músico en acoplarse al dúo que luego, con la llegada de Oscar Moro y Kay Galiffi, devendría en Los Gatos, grupo pionero del rock nacional. Aquel muchacho hoy tiene 50 años, dos hijos, y ya no toca más. Desde 1994 produce bandas junto a su �otro yo� Pablo Guyot. Empezó con Luna Roja, un grupo que ya no existe, y siguió con Los Piojos, La Zimbabwe, Los Cafres, Bersuit, Villanos y Xaga. �Me dedico a la producción porque es lo que más me gusta hacer. Producir es como jugar. Además, toqué tanto tiempo, hice tantas giras y tantos discos, que me agoté. Sí extraño hacer alguna girita y vivirla a pleno. Pero ya no quiero grabar, no quiero seguir ese ritmo infernal�, cuenta. Su bajo sonó por última vez en Distorsión, el epílogo de GIT de 1992. �El disco estuvo bueno, pero fue una cosa medio rara. Todos sentíamos que era el fin, que la nuestra era una relación forzada. Y un día pasó lo que tenía que pasar, luego de la gira que hicimos por Japón en 1994.�
�Cuando el grupo se separó, los rumores fueron que se habían peleado mal. Sin embargo, usted y Pablo Guyot siguen trabajando juntos. ¿Y Willy Iturri?
�Se manda unos mocos tremendos. Es un personaje. Me parece terrible que siga insistiendo con su pasado, porque creo que tiene talento como para hacer otras cosas. No soy quién para juzgarlo, pero es necesario cambiar y relacionarse con gente nueva para poder seguir.
�¿Cómo analiza su experiencia con GIT? ¿Por qué pasaron de un cierto éxito a separarse sin pena ni gloria?
�El primer momento fue explosivo porque ni Guyot, ni Iturri ni yo habíamos tenido grupo propio. Entonces, enfocamos toda la energía en la unidad. En lo personal, GIT marcaba una ruptura con todo lo que había hecho hasta entonces con Porchetto o con Nito Mestre. A mí no me gustaban los tríos sino las bandas más amplias, pero GIT cambió mi forma de pensar. Cuando grabamos el primer disco estábamos muy unidos, parecía que el sueño nunca iba a terminar. Eramos un bloque y nada nos podía perturbar.
�¿Alguna vez se les ocurrió reunir al trío?
�Jamás. A lo sumo, podríamos hacer una presentación nostálgica.
�Hablando de reuniones. Usted participó en el último disco de Ciro Fogliatta West end Blues, junto a todos los ex Gatos. ¿es cierto que, en ese momento, se planteó la idea de volver a tocar juntos?
�En un momento se rumoreó. A mí me lo había comentado Ciro por carta desde España. Pero después nos reunimos todos a comer luego de muchísimos años sin vernos y no se habló del tema. A mí, personalmente, me encantaría. Y si es con Pappo, mejor.
Puede que Toth no quede en las luminarias del rock nacional, en ese panteón reservado a unos pocos. Pero nadie puede quitarle lo bailado. En los 60 fueron cinco discos con Los Gatos; en los 70, Sacramento, León Gieco y Los Desconocidos de Siempre; en los 80, Raúl Porchetto, la banda que acompañó a Charly García en Piano Bar y los cinco discos de GIT. En los 90 fue productor de la trilogía piojosa que imprimió su sello en la historia del rock rioplatense: Ay, Ay, Ay (1994), Tercer Arco (1996) y Azul (1998). Hasta metió mano en Libertinaje (1998) de Bersuit Vergarabat.
�¿Va a producir algo del próximo disco de Los Piojos?
�El otro día me llamó Andrés Ciro para ver si podíamos trabajar juntos en este disco. Pero todavía tenemos que definirlo. En realidad, me llamó para que lo ayude, para coproducir. Tiene ganas de poner lo suyo.
�Con 30 años de experiencia, ¿aprendió algo de ellos?
�Me atraen porque son muy de acá. Tienen un estilo rioplatense bien definido. La fusión entre candombe y rock es piola. En eso reconozco un aprendizaje, además de lo generacional que es una enseñanza lógica.
�Justamente hacen una fusión que a GIT nunca se le hubiese ocurrido...
�Lo que pasa es que hay diferencias notorias que tienen que ver con el contexto histórico. Cuando nosotros hacíamos pop, casi todo el mundo hacía pop: Virus, Soda, Los Abuelos. Había pocos grupos de fusión, ya no existía Raíces... La cosa cambió cuando irrumpió Sumo, que derribó muchos prejuicios. A mí me encantaba Sumo. Fueron los que anticiparon el escepticismo de hoy. De hecho, al único grupo que voy a ver en vivo, además de Los Piojos, es a Divididos.
�Ve el presente como una época de escepticismo. ¿Tiene nostalgias?
�No. Recuerdo todas las épocas con mucha intensidad... pero le creo más al futuro.
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