Por Facundo Martínez
En un partido en el que pudo haber ganado por lo que hizo en el final, pero en el que casi nunca logró imponer el juego colectivo, Argentina empató 1-1 con Paraguay, que se fue del Monumental festejando el punto obtenido. El conjunto de Marcelo Bielsa no consiguió vulnerar el sobrio trabajo defensivo paraguayo, que con la simple misión de agrupar gente en el fondo complicó a un equipo al que le faltaron ideas y que recién en los últimos minutos demostró su mayor calidad.
Argentina comenzó insinuando más que Paraguay, con la intención de generar juego por la derecha con Verón y Ortega, y por el otro sector con Aimar y López. Así, el equipo de Bielsa tuvo la iniciativa, pero casi nunca se pudo mostrar superior a su rival, que supo aguantar bien la embestida. Del otro lado, Paraguay se mantenía bien parado en el fondo, con buena marca en la zona de volantes e incluso con mayor profundidad que Argentina en el ataque.
El mayor problema que exhibió Argentina fue que no encontró circuitos en ataque, sobre todo porque Aimar quedó muy solo en el medio. El volante de River quedó muy estático y sin espacios, bien encimado por Enciso y Struway. Si bien lo tomaron en zona, se agruparon muy bien cerca de la línea de fondo y lo dejaron sin lugar para maniobrar. La posición de Verón también trajo inconvenientes. Tal vez por la inseguridad que mostraban Ayala y Sensini, Verón se retrasó demasiado y desde allí intentó manejar los hilos del equipo. Por más que Bielsa lo recostó sobre la derecha, siguió siendo el conductor del equipo, pero se lo vio incómodo con el lugar. Además abusó de los pelotazos, con lo que el equipo nunca tuvo claridad. En cambio, por el lado izquierdo, Argentina casi no atacó, con lo que no se aprovechó la movilidad de Gustavo López.
Con ese panorama, no fue sorpresa que Paraguay contara con las chances más claras para convertir. Un remate de Cardozo, que Bonano inexplicablemente dio rebote, derivó en un disparo de Acuña que pegó en el poste derecho cuando el arquero argentino no tenía nada que hacer. Incluso tuvo otra ocasión para concretar, pero a Santa Cruz le faltó puntería. Por eso, si hubiese un ganador en esa primera parte, lo justo hubiese sido que ese equipo fuera Paraguay. Argentina apenas inquietó con un desborde y posterior centro de Gustavo López, que Verón cabeceó por encima entrando por atrás.
En el segundo tiempo, la Selección volvió a tener mayor predominio, y en los primeros diez minutos contó con tres situaciones de gol, aunque faltó puntería para concretarlas. Además, el ingreso de Sorín por el flojo Kily González le dio a los de Bielsa más salida por los costados. Si bien Argentina recuperó el control del balón de mitad de cancha hacia adelante, desde el fondo se seguía con la tendencia de dividir la pelota. Pero lo que ganó ofensivamente se perdió en defensa por los groseros errores de Simeone. Fue claro que los visitantes sintieron el desgaste realizado, por lo que perdieron el control que habían exhibido en la primera parte. El único que mantuvo el nivel fue Acuña, que sacó la cara por su equipo en el peor momento. Y en uno de los errores de Simeone, llegó el gol de Paraguay con un gran remate de Acuña.
A partir del gol paraguayo creció Aimar, que se soltó en la gambeta y aprovechó el desgaste de sus marcadores para convertirse en el verdadero conductor del equipo. Allí se vio lo mejor del equipo, que con muchas ganas, aunque sin demasiado fútbol, se llevó por delante al rival, llegó al empate en una buena jugada colectiva e incluso pudo haberlo ganado con una chance que desperdició Samuel de manera increíble. No hubiese sido demasiado justo.
PABLO AIMAR HIZO EL GOL DEL EMPATE Y POCO MAS
Una única sonrisa del Payaso
Por P. V.
El gol del empate fue cierto premio a la expectativa depositada sobre la actuación de Pablo César Aimar, el elegido de Bielsa para amainar el vértigo de la Selección Argentina. Pero al volante no le alcanzó el tanto para terminar de ser la carta de desequilibrio que necesitó anoche el equipo.
El Payaso mostró brío en el comienzo, buscando juntarse con Verón y Ortega por la derecha. Sergio Markarian, el técnico paraguayo, que había pensado disponer una marca personal sobre él, eligió controlarlo alternativamente con Enciso y Struway y encimarlo con Ayala o Acuña. Eso le restó espacios para moverse y recibir.
Empezó atento, dispuesto a tocar de primera, mostrando viveza para robar la pelota y colaborar. Esos 15 iniciales fueron lo mejor de Aimar, en el arranque. Una gambeta a la carrera fue detenida por Ayala con foul porque el zaguero siempre le ganó con el físico ante entregas en profundidad. Después, cayó en el desorden general.
Si Bielsa pensó en él para conductor de orquesta, se olvidó de explicarle esa función al equipo entero, que no se organizó para jugar con Aimar, sino que, esquematizado, asistió mucho más a Verón. Y Aimar, como aditamento de la Brujita, se desaprovechaba. Abusó para entonces del toque de primera en lugar de tenerla y por eso no alcanzaba a imponer su ritmo, jugando tan pocas pelotas.
Con Argentina sin el balón después de los 25 minutos, poco importaba su presencia para cumplir un rol más propio de Simeone que suyo. Se tiró más arriba para tener más espacios pero continuó sin hablar el lenguaje colectivo de la Selección.
Estuvo ausente, como dormido, durante los primeros 20 del segundo hasta la jugada del gol. Arrancó en el medio, lo vio bien a Crespo, y definió tirándose al piso entre los centrales. Con el empate tomó coraje, entró en confianza, transportó un poco más pero eso le duró un ratito. Para quebrar el muro defensivo que fue Paraguay en los últimos 15, se hubiera necesitado de él más gambeta que movilidad.
1 x 1 |
Por Adrián De Benedictis
Bonano 7: Resolvió bien cada vez que lo buscaron durante el primer tiempo, le tapó dos tiros y un mano a mano a Cardozo. Bien en el juego aéreo. En el segundo careció de trabajo y en el gol no tuvo nada que hacer.
Sensini 4: Arrancó bien, saliendo a cortar en el medio. Después su trabajo se desdibujó. Las pocas veces que se proyectó lo hizo mal y siempre quedaba mal parado ante pelotazos del otro sector.
Ayala 5: Perdió de abajo frente al difícil Cardozo. Abusó del pelotazo largo y frontal. Lo mejor fueron sus despejes de cabeza.
Samuel 7: El más sólido de la última línea argentina. Anuló a Santa Cruz y también salvó las falencias de Ayala. También intentó demasiado con pelotazos sin destino. Se perdió un gol increíble.
Verón 5: Nuevamente abusó de los pelotazos para Crespo. Se superpuso con Ortega y eso resultó negativo para el equipo. Tuvo el gol en el primer tiempo, pero el cabezazo se fue por arriba. Intentó de tiro libre, pero Tavarelli le paró dos remates.
Simeone 3: El peor de Argentina. Perdido en la zona central, los paraguayos le ganaban siempre en el dos-uno. Corrió a todos, pero no controló a nadie. Perdió la pelota que derivó en el gol de Acuña.
González 4: Estuvo muy estacionado. No se proyectó nunca por su lateral y cada vez que intentó presionar la salida lo hizo con faltas. Tarea intrascendente.
Aimar 7: Arrancó el partido para figura. Encaró por el medio y buscó la pared con Crespo y Ortega; pero con los minutos se fue diluyendo y fue bien controlado. En el segundo se pareció más al jugador de River e inició los circuitos ofensivos de Argentina. Hizo el gol, definiendo bien.
Ortega 5: Comenzó bien a la derecha, pero cada vez que intentaba la gambeta hacia adentro era controlado por Gamarra. Se tiró en el área buscando un penal que no fue. En la segunda parte tuvo una para definir y se demoró.
Crespo 5: Cuando comenzó el partido no se pudo entender ni con Aimar ni con Ortega. Como la pelota no le llegaba, se tiró unos metros atrás, pero tocó mal con los volantes, impreciso. Perdió un mano a mano con el arquero y su mayor acierto fue la habilitación en el gol. Lejos del nivel de Batistuta.
López 4: No entró nunca en el circuito de Argentina. Se lo vio aislado, encerrado por el sector izquierdo. Sarabia no tuvo problemas con él.
Sorín 5: Se mostró poco como salida y sólo aportó empuje y fuerza por su sector. Casi convierte tocando exigido por arriba. |
opinion
Por Juan Forn |
De quién es la camiseta
En el primer tiempo los mató la presión, a los dos. Cada uno tenía la suya. Para mí, Aimar la tenía un poco más sencilla, pero hay que estar ahí, el nene entre todos los �europeos�... De todas maneras, Ortega se jugaba más. Por lo que incidía todo esto en su pase a River, obvio. Pero la cosa se caldeó con la tapa de El Gráfico. Porque, aunque empezara planteando quién tiene que llevar la número diez en River, terminaba diciendo, palabras, palabras menos: �La diez es para el mejor; Pablito, dásela�. En un momento en que cada vez menos gente lo ve más jugador a Ortega. A pesar de la juventud, la �inexperiencia� si se quiere, de Aimar. Fuera como fuere, la presión les pesó igual, en el primer tiempo. Cierto que nadie jugó para ellos, pero también es cierto que alguno de los dos tenía que bajar más a buscarla.
En el segundo tiempo parecía que todo iba a seguir así. Después vino el gol del Toro Acuña. Y, cuando estaba todo mal y Bielsa amenazó sacar a Aimar por Gallardo, empezó a cambiar la cosa. A tal punto que hizo cambiar de opinión a Bielsa. No sólo por el gol que hizo, Aimar tenía que quedarse en la cancha. Si uno veía los dos andariveles, a medida que Pablito abarcaba más terreno (arrancando más de abajo, llegando más arriba), a Ortega se le hacía más larga e inabarcable la franja derecha (no estaba para el arranque, no aparecía en el área).
Hubiera estado bueno que el pibe agarrara más la manija, como en River, mostrándose a todas las pelotas. Pero la diferencia fue muy patente. Como reconociendo la inocente verdad numérica de las camisetas: Aimar seis puntos arriba de Ortega. La diez es para el mejor, dice El Gráfico. Si el mejor es el que más la pide, el que mejor la usa y el que más hace jugar, y Ortega y Aimar son los que fueron anoche (es decir, con un equipo más bien horrible alrededor), el Burrito la tiene complicada. Por lo menos en la selección (aunque con Bielsa vaya a saber qué cuernos puede pasar). En River no es tan grave. Porque Pablito no va a durar ni un año en Argentina. |
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