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Un nuevo ataque contra bolivianos
terminó con tres ladrones presos

El martes a la noche, una familia de quinteros bolivianos de Zárate sufrió otro asalto violento. Ayer fueron detenidos tres de los cinco autores. Para el fiscal, es una banda aislada.

Los ataques xenófobos a bolivianos derivaron en una denuncia en el INADI, que preside Zaffaroni.


t.gif (862 bytes) Las tres motos se detuvieron frente a la quinta. La banda entró encapuchada para soltar, otra vez, el maldito método de ataque hecho costumbre para amedrentar a quinteros bolivianos. Esta vez la víctima fue una familia de Zárate. El martes a la noche había seis nenes en la casa. Fueron golpeados y amenazados con el caño de una escopeta. Tres de los cinco encapuchados fueron detenidos ayer por la Justicia. El fiscal Juan José Maraggi, a cargo de la investigación, rechazó en principio la relación del nuevo hecho con los más de ochenta ataques xenófobos a quinteros bolivianos ocurridos a lo largo de este año. El radio de acción y el perfil de la banda sostendría su hipótesis. 
El barrio de los Amze es zona de quintas y despoblado. Poco después de la medianoche del martes, tres motos frenaron ante la casa. A lo largo de una hora y media, cinco encapuchados pidieron plata a los gritos. Lo hicieron con golpes, y con amenazas: �Tengo sida �gritó uno�: dame la plata, si no te violo�. Tardaron en encontrar los mil pesos que al final terminaron llevándose. Para conseguirlos, tajearon a dos de los cinco adultos de la casa. Los cortes fueron en la cabeza y fueron un rato antes de que a uno de los nenes de cuatro años le dejaran metida la punta de una escopeta en la boca.
No hubo torturas pero �sí amenazaron con hacerles lo que les habían hecho a los otros bolivianos atacados�, contó el fiscal. Existió un elemento que aceleró, más tarde, la localización de los sospechosos. A uno de los hombres se le zafó su capucha por un descuido. Su cara resultó familiar para los Amze. El padre había sido empleado de la quinta y su hijo, de 18 años, lo había acompañado en dos ocasiones. Ese fue el disparador de los allanamientos ordenados ayer a las 6 de la mañana.
En la casa del chico, además de las capuchas, se encontró un arma calibre 32. La pistola había sido disparada una vez durante el robo y cuando la hallaron tenía siete vainas y una servida, prueba de la bala ya disparada. Encontraron además las escopetas bajo una de las camas y tres motos, más tarde, en la segunda casa allanada. 
La falta de método táctico para ocultar pruebas fue uno de los motivos que hizo pensar a los investigadores que se trata de una banda poco preparada. Tres hombres fueron detenidos, dos de ellos habían sido reconocidos por fotografías aportadas por la policía Departamental de Campana. De acuerdo a Maraggi uno tenía entrada registrada, pero sólo por averiguación de antecedentes. Del otro �se obtuvieron datos por las descripciones de las víctimas y por datos que se manejan en la investigación�.
Pero la investigación no está cerrada. El primer dato de Maraggi para poner en duda la relación con el resto de los atentados, es la zona. La casa de los Amze está alejada de General Rodríguez, que funcionó como base de operaciones de una de las bandas más importantes, presuntamente responsable de los ataques a las quintas de Los Cardales y Escobar. Fue en General Rodríguez, donde se encontró la pista que condujo hasta Darío Piker, supuesto jefe de los ataques, y ahora detenido. 
Esa detención se produjo hace una semana, Piker había estado prófugo durante algo más de un mes. Pero a pesar de esa captura, la fiscalía sigue desorientada. �En las bandas que investigo siempre me está faltando alguien�, dijo Maraggi. No se refirió a los nuevos detenidos ni a los nueve procesados por ataques anteriores. Habló de los autores intelectuales de estos robos expandidos con idénticos métodos y a partir de extrañas coincidencias. 
El lunes, un día antes del ataque a la casa de David Amze, fueron liberados dos hombres supuestamente vinculados a la banda de Piker. La medida fue dispuesta por falta de pruebas. Por ese mismo motivo, pero el 22 de mayo, había quedado en libertad Héctor Montiel, otro sospechoso. Un día después, el 23, en Los Cardales se produjo uno de los ataques más violentos, el de la familia de Fidencio Choque. Ese día, antes del robo, el fiscal recibía una amenaza en su despacho. Aunque los investigadores toman nota de los datos, no descartan entre las hipótesis la participación de policías detrás de las bandas. Pero además suponen que los ataques podrían funcionar como pantallas: �Cuando ocurren los atentados hay �como lo hubo ayer� algún hecho vinculado a piratas del asfalto�, dijo a este diario una fuente de la causa.

 


 

ASALTARON LA BOLETERIA DEL SUBTE D Y ESCAPARON
Lluvia de balas en pleno centro

A pleno día, en la esquina neurálgica de Carlos Pellegrini y Diagonal Norte, una pareja asaltó la boletería del subte de la Línea D. El custodio de Metrovías no pudo hacer mas que gritar y lo escuchó un policía de la comisaría 7º vestido de civil, que se lanzó a perseguir a los asaltantes por las calles del centro. La pareja no perdió el tiempo y arremetió a los tiros contra el suboficial, quien logró esconderse detrás de una camioneta que quedó agujereada. Dada la cantidad de gente presente, el policía no disparó. Pero una baldosa floja le jugó una mala pasada y cayó al piso sin siquiera tiempo para levantarse: una lluvia de patadas se le vino encima. Después los delincuentes pararon un taxi y se fueron con el botín.
Hicieron la cola en la boletería a las doce del mediodía y esperaron su turno. Pero en lugar de pedir: �dos cospeles, por favor� pidieron toda la plata que había en la caja.
Los pasajeros se quedaron paralizados, y el custodio de la policía ferroviaria también. Sin arma, sólo pudo gritar: �Son chorros, son chorros� con la esperanza de que hubiera algún policía de incógnito. Y así fue. Un agente de la comisaría séptima que estaba de franco subió corriendo las escaleras mecánicas y salió a la caza de los ladrones. 
Las corridas se extendieron por Diagonal Norte hasta el Pasaje Carabelas al 300, donde la pareja se dio vuelta y arremetió a los tiros contra el suboficial, que atinó a ocultarse detrás de una camioneta Jeep Cherokee estacionada, que recibió dos balazos. Según informó el comisario Néstor Fernández, de la seccional tercera, el policía de civil no respondió el ataque a balazos de los ladrones para preservar la vida de la gran cantidad de gente que pasa habitualmente por el lugar. 
Pero además de no poder disparar para defenderse el agente tuvo otro inconveniente: se tropezó al parecer con una baldosa en desnivel, perdió el equilibrio y ya en el piso recibió la furia de los ladrones que advirtieron lo que pasaba, volvieron sobre sus pasos y lo patearon hasta que se cansaron. Después pararon un taxi en Pellegrini y Sarmiento y se fueron con toda la plata.
Según informó Fernández, el taxi apareció luego en Montserrat, a cuatro cuadras del Departamento Central de Policía, con un arma en su interior. El chofer del taxi declaró en la seccional que lo largaron a los pocos metros, mientras que el agente tuvo que ser internado en el hospital Argerich, fuera de peligro pero demasiado golpeado.

 

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