Es francamente divertido que el sometedor de �Pinky y Cerebro� sea una nena de seis años. Esos dos bichos viven desvelados por conquistar el mundo y tienen unos impresionantes aires de grandeza. Y si �de pronto� una nena se convierte en su opresor, lo que aparece es una paradoja que abre el juego a un arsenal de gags y momentos desopilantes. Tan eficaz resulta la nueva trama que da lugar a que una flamante serie de dibujos animados tome vuelo propio: ahora �Pinky, Elmyra y Cerebro� se ocupa de esa historia: la de Elmyra, que un día fue a comprar una mascota y se llevó una tortuga. Adentro venía una sorpresa: �Pinky y Cerebro�, que habían instalado su centro de operaciones bajo la caparazón. La chica, que es insoportable, los adopta como suyos y les hace la vida imposible. 
La serie ya pasó por el semillero Cartoon con buenos resultados en los grupos de opinión y, por eso, asentó su horario (el de los domingos a las 17.30) en la grilla. Es eficaz porque logra reunir dos universos aparentemente incompatibles: el escatológico de Pinky y Cerebro con el rococó y rosado de la nena que siempre está puertas adentro de su casa. Se invierte, aquí, el preconcepto que pensaría a Elmyra asustada ante los bichos. Es ella la que los convierte en sus rehenes y los somete mediante órdenes triviales, caprichos infantiles o, lo que es peor, con la más cruel indiferencia cuando está ocupada en seducir a un compañerito.
No es el único hallazgo que, por estos días, se suma a la oferta de Cartoon Network. Hay un espacio ��Cartoon Cartoons�, los viernes a las 20� que se propone poner a prueba una serie o un personaje con el producto en el aire, una suerte de �fase previa� que tiene valor de semillero: de allí puede surgir una nueva estrella animada (como de hecho sucedió con �El laboratorio de Dexter� o �La vaca y el pollito�) o enterrarse para siempre. Lo interesante es que no hay mucho que perder: todo está por hacerse, y los guionistas se dan permisos que quizá no son tan fáciles de asumir en otras series con audiencias fijas que están esperando que pase �eso� y no otra cosa. Para evaluar a �Cartoon Cartoons� existe una red de grupos motivacionales siguiendo cada envío, que se emite, por el momento, una única vez. También se tiene en cuenta el nivel de rating que logra cada capítulo, y por eso es una buena oportunidad para sentirse juez y emitir un veredicto. 
�Nikki� (que se emite hoy) quiere ir junto con su amigo James a algún lugar donde ningún otro niño haya ido. Tienen vocación de adelantados, pero que sólo sea antes de la cena, y que después los espere un plato humeante como recompensa. Es una vuelta de tuerca al �Quiero, pero no me animo...�, en un tono naïve y con predilección por el público infantil y adolescente. �En dos patas� (el próximo viernes) promete un poco más de cinismo, al menos desde su planteo inicial: es la pintura de una vieja que se llama Momma Mía, y rinde culto a su raigambre italiana. Es una mujer delirante, que adopta un perro y un gato, los viste como humanos y los presenta al mundo como sus nuevos hijos. �Trevor, el astuto� (viernes 1º de setiembre) vuelve al registro más ingenuo: un chico se descubre como un precoz dibujante, y sus garabatos toman vida.
También �Soy la comadreja� intenta levantar su propio vuelo. Todavía no tiene horario en la cartelera local, pero se siguen testeando sus capítulos especiales. Era un personaje de la serie �La vaca y el pollito� que empezó a crecer y mereció cartel francés. Como una buena trama necesita, siempre, de una pareja, le agregaron un mandril. Y ambos se embarcan en profesiones y proyectos bizarros: pueden convertirse en gladiadores, exploradores de Marte, vampiros o exterminadores de serpientes. Es interesante porque la pareja animada tradicional (perrogato, gato-pajarito...) va abriendo paso a otras más exóticas y menospredecibles: una vaca y un pollo, una comadreja y un mandril. Es una forma de que la cosecha de dibujos nunca se acabe.

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