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ENTREVISTA A DIEGO KOGAN, DIRECTOR Y EMPRESARIO TEATRAL
�Yo sufro el síndrome del estreno�

El hijo del fallecido Jaime Kogan cuenta cómo le va administrando junto a su madre, Felisa Yeni, el mítico teatro Payró, donde hoy preestrena �La lista completa�, de Jorge Goldenberg.

Diego Kogan se crió dentro del teatro Payró, que regenteaba su padre.
A los l5 años tenía un brote contra el teatro, pero se le pasó a los 17.


Por Hilda Cabrera

t.gif (862 bytes) El director Diego Kogan dice que conoce el mundo del teatro desde los cuatro años, pero que comenzó a desentrañar sus misterios cuando comenzó a trabajar con sus padres, Jaime Kogan y Felisa Yeni. Egresado de la Escuela Municipal de Arte Dramático, Diego fue asistente de dirección en Mahagonny, La oscuridad de la razón y Rayuela, entre otras obras dirigidas por su padre. En forma independiente dirigió Criminal, de Javier Daulte, Sueño de una noche de verano, Marta Stutz, Casino y Velada Vian. Ahora retorna con el montaje de La lista completa, del también realizador Jorge Goldenberg, quien quiso que su obra fuese montada en el Teatro Payró (que conduce, junto a su madre, actriz y directora). �A Jorge lo unen vínculos históricos y afectivos con el Payró�, cuenta Kogan. Goldenberg fue guionista de films como Sentimental, Plata dulce, Juan que reía, De eso no se habla y Tinta roja, y creador de piezas teatrales como Un país muy verde, de 1983, Yo estoy bien, Knepp y muchas más de temáticas bien diferenciadas. La lista... es una obra enigmática que transcurre durante una noche en un espacio indefinido. Se refiere a una lista entregada por un hijo a su madre, especie de �guardiana del orden�. En ese lugar confluyen personajes de toda especie. El original fue modificado una y otra vez: �Llegamos a hacer diez versiones. Hubo mucho intercambio, y sin pegotearnos�, apunta a Página/12 
�¿Qué textos le atraen?
�Los que no tienen certezas, los que guardan algún misterio o se relacionan con esa economía de la palabra que tiene la poesía. Por eso me peleo a muerte cuando un actor o actriz) mete una palabreja suya, distorsionando lo que quiso expresar el autor. Esta obra dura solamente 75 minutos, pero contiene muchos relatos: sus doce personajes tienen una historia fuerte para contar. 
�¿Le interesa vincular la ficción con el entorno?
�No. Mi propuesta es siempre el juego. Me importa es la ilusión teatral, el �engaño�, en sentido positivo. En La lista..., esto significa crear un mundo de vivos y muertos capaces de dialogar y un espacio donde es posible que aparezcan cosas concretas y otras etéreas: los personajes incorpóreos, que traen, igual que los vivos, relatos muy personales, vinculados a cuestiones amorosas o políticas. Fuera y dentro de la escena, éste es un trabajo de equipo. A mí me gusta meterme un poco en cada disciplina, intercambiar �figuritas�, especialmente en iluminación. No pienso en una gran producción ni en hacer carrera. Me siento viviendo, y eso es mucho. 
�¿Cómo está el Payró?
�Somos una especie de empresarios �rascas�. Ahora no es como en los �60, cuando se creía salir adelante con pura voluntad y atando lo que se rompía con alambre. El Payró creció, tiene otra estructura y necesita estar bien equipado. Algo se logró, porque sobrevive y en el 2002 cumplirá 50 años. Pero tenemos que estar mejor preparados y saber organizarnos. Seguimos siendo una cooperativa, y arriesgando. Tuvimos espectáculos producidos por terceros, El amateur y Venecia, porque el Payró no es sólo para nosotros, aunque nos permita darnos gustos: armar escenografías alocadas, por ejemplo, con pasarelas y todo.
�¿Reciben algún apoyo?
�La sala está subsidiada por el Instituto Nacional del Teatro, y con esto cubrimos una tercera parte de los gastos fijos. Yacobramos el tercer trimestre, y seguimos en la lucha, a la que estamos acostumbrados, porque al Payró le pasó de todo: le tiraron bombas, lo ametrallaron, estuvo sepultado bajo los escombros y varias veces intentaron desalojarnos. Ahora estamos a cubierto: se nos cedió por ley el uso de la sala, y por tiempo indefinido, pero igual buscamos mejorar el status legal. En este momento no hay ninguna espada de Damocles sobre nosotros. Además, seguimos con los cursos. Mamá está dando clases de actuación y yo empecé un curso de dirección. 
�¿Es un buen maestro?
�Para mí, enseñar es pensar con los alumnos. Parto de mi experiencia y voy contándoles cómo trabajo. Después, el alumno confronta. 
�¿Confrontó con sus padres?
�A los quince años no quería saber nada con el teatro, pero esa rebeldía me duró solamente dos años. Después caí como un chorlito, como antes de la adolescencia, cuando me fascinaba ir al Payró, meterme en los camarines y caminar entre la escenografía. 
�¿Recuerda especialmente alguna obra de esos primeros años?
�Uno de los primeros recuerdos que tengo es el estreno de Historia tendenciosa de la clase media, de Ricardo Monti. Fue en 1972, y yo tenía ocho años. Mi vieja hacía de una prostituta muy gorda, muy graciosa para la platea. No para mí. La gente se reía y yo sentía un gran dolor. Cuando terminó le dije con bronca: �Todos se reían de vos�. En La lista... es lo contrario: dirijo a mi mamá y busco que la gente se ría de su personaje. De esa época tengo recuerdos mezclados y bastante material, que han empezado a ordenar en el Instituto Nacional de Estudios de Teatro.
�¿Escribe sobre su trabajo? 
�Hace un año que algunos integrantes del equipo Payró y otros de afuera nos juntamos los jueves para preparar una obra experimental. Tomo apuntes y llevo un diario, pero tiro mucho de lo que escribo. Lo que hago me parece siempre poco, y me obsesiono con el trabajo. No importa si, como ahora, tengo un esguince y duermo poco, vivo exigiéndome. Yo sufro el síndrome del estreno. 

 

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