Por Mariana Carbajal
La nueva batalla femenina se disputará en el Congreso. Será por la ley de cupo en las próximas elecciones a senadores, que tendrán lugar en el 2001. Las organizaciones de mujeres ya empezaron a movilizarse. Buscarán imponer que una mujer ocupe uno de los dos lugares de las listas partidarias, en cada provincia. Como parte de la estrategia, invitaron a dos investigadores estadounidenses, especializados en liderazgo femenino, para abrir el debate en la Cámara alta. �El cupo permite llevar a la agenda política nacional la igualdad entre los sexos. Y ése es un gran logro�, destacó Mala Htun, recién llegada a Buenos Aires. Doctorada en Harvard, Htun es profesora de Ciencias Políticas en Nueva York y se ha dedicado en los últimos años a estudiar las implicancias de la ley de cupo en Latinoamérica. En una entrevista con Página/12, habló de la relación de las mujeres y el poder. �Puede ser que las mujeres estén menos calificadas para manejar el poder... Para hacerlo hay que estar dispuesto a robar dinero, matar a la madre y comer excrementos�, ironizó.
Htun es docente en la New School University de Nueva York. Llegó al país junto con Mark Jone, profesor de la Michigan State University, también experto en la materia. Ambos brindaron el lunes una charla en el Senado sobre las leyes de cupos, invitadas por las fundaciones Karakachoff y Mujeres en Igualdad.
�¿Para qué sirve imponer el cupo femenino?
�Sin leyes de cuotas es imposible para las mujeres ingresar a los cuerpos legislativos. Incluso, en las sociedades más igualitarias como las nórdicas, si no hay cupo, no llegan.
�¿Qué implicancias han tenido las leyes de cupo en América latina?
�Hay quienes sostienen que con una masa crítica de mujeres en el Parlamento se sancionan más leyes que favorecen a las mujeres. Pero eso no sucede. La realidad es que una mayor presencia femenina sirve para colocar en la agenda política nacional temas como la igualdad entre los sexos. Y eso es un gran logro.
�¿Por qué no se sancionan más leyes específicas para mujeres?
�A la hora de votar entra en juego la fidelidad partidaria. Las mujeres que están en el Congreso no deben sus posiciones a otras mujeres sino a los patrones de los partidos, que son hombres.
�¿Cómo se ubica Argentina en relación con el resto de América latina en participación parlamentaria femenina?
�Está en primer lugar en términos de diputados, con un 27 por ciento de mujeres. Antes del cupo tenía 13 por ciento. Pero en el Senado �donde todavía no se aplica una ley de este tipo� sigue habiendo muy pocas: hay apenas dos. En términos de cumplimiento, Argentina ha tenido el mayor éxito, fundamentalmente porque la reglamentación de la ley es muy detallista: no sólo establece que deben ser el 30 por ciento de las listas, sino que fija un requisito de ubicación, es decir, debe haber al menos una mujer por cada dos hombres en los lugares con posibilidad de ser elegidos. En Venezuela y en México, en cambio, no existe la cláusula de alternancia y las ubican en los últimos puestos.
�¿Cómo se traduce en números esa diferencia?
�Por ejemplo, en las elecciones de julio los partidos mexicanos cumplieron con el cupo, pero colocaron a las mujeres como suplentes y bajó la representación femenina un 16 por ciento. En la elección de diputados, el 60 por ciento de los candidatos suplentes fueron mujeres. En estos casos, el cupo es peligroso. Puede generar la impresión de que por el solo hecho de que exista una ley se van a resolver los problemas de igualdad, algo imposible con una norma tan vaga.
�¿Es una estrategia que las leyes sean poco precisas?
�Por supuesto. Los hombres las votaron porque no les exigen un sacrificio muy importante. Son leyes simbólicas.
�¿Qué otro factor debe tener una ley de cupo para que sea efectiva? �En el éxito de la ley argentina influye también que el sistema de lista es cerrado y las circunscripciones electorales son grandes.
�Un argumento que rechaza acciones de discriminación positiva como el cupo sostiene que, si las mujeres no llegan, es porque no están suficientemente calificadas para hacerlo...
�No encuentro argumento más absurdo... aunque puede ser que las mujeres estén menos calificadas para manejar el poder: para hacerlo hay que estar dispuesto a robar dinero, matar a la madre y comer excrementos.
�¿Por qué faltan mujeres líderes?
�Aunque hoy hay un número inédito de mujeres en lugares de poder, los núcleos de los círculos de poder siguen siendo masculinos y cambiar esto puede llevar décadas. Por eso juega un papel fundamental el cupo. Luchar por una agenda feminista no es el camino más seguro para acceder al poder efectivo. Lamentablemente, el electorado femenino de Latinoamérica todavía no está suficientemente movilizado para votar por alguien que pelee por los derechos de la mujer, la violencia doméstica o las muertes por abortos clandestinos. El desempleo es el tema de mayor preocupación.
La pelea en el Senado
La pelea de la senadora justicialista Beatriz Raijer no será sencilla. Presentó un proyecto para que se aplique la ley de cupo en las elecciones de senadores del año próximo, las primeras en las que los representantes de las provincias serán elegidos por el voto directo de los ciudadanos. �Parece que se van a poner de acuerdo para votar en contra. Los únicos que me han adelantado su adhesión son Carlos Corach y el vicepresidente Carlos Alvarez�, se sinceró Raijer. No obstante, en su batalla contará con el apoyo del Consejo Nacional de la Mujer, según confirmó a Página/12 su presidenta, Carmen Storani. Raijer es una de las dos mujeres que ocupan una banca en la Cámara alta. La otra es Silvia Sapag, del Movimiento Popular Neuquino. El radicalismo no cuenta con ninguna representante en el Senado desde 1993.
Históricamente, el Senado ha sido un cuerpo legislativo casi exclusivo de hombres. La mayor representación femenina en los últimos años se registró a mediados de la década del noventa, cuando el número de legisladoras ascendió a cuatro: Ana Peña de López (PJ-Formosa), Graciela Fernández Meijide (Frepaso-Capital), Cristina Fernández de Kirchner (PHSanta Cruz) y Olijela del Valle Rivas (PJ-Tucumán). |
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