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BRUNO BARRETO CUENTA SU INSPIRACION
 PARA �BOSSA NOVA�, QUE SE ESTRENA AQUI EL JUEVES
�Quise recuperar la elegancia de Río de Janeiro�

El director de �Doña Flor y sus dos maridos� retrata en su nuevo film una Río con más acento en su belleza que en sus lacras: �Es una carta de amor�, dice el realizador, que apeló a una banda de sonido indestructible.

Barreto nació y creció en Río de Janeiro y desde hace una década está radicado en EE.UU.


Por Luciano Monteagudo

t.gif (862 bytes) �Aguas de março�, �Chega de Saudade�, �Corcovado�, �Insensatez�, �Samba de uma nota só�, �Garota de Ipanema�... Una película con estos temas en la banda de sonido no podía tener otro escenario que no fuera Río de Janeiro y otro título que... Bossa nova. Para su director, Bruno Barreto �que un cuarto de siglo atrás realizó Doña Flor y sus dos maridos, el mayor éxito del cine brasileño de todos los tiempos� Bossa nova es, por supuesto, un homenaje a Antonio Carlos Jobim y, también, �una carta de amor a la ciudad donde nací y crecí�.
Radicado desde hace más de una década en los Estados Unidos, Barreto acaba de llegar a Buenos Aires, junto con su mujer, Amy Irving, coprotagonista del film, para acompañar el lanzamiento porteño de Bossa nova el próximo jueves. �Es mi película más lúdica, más espontánea, más íntima, más personal, pero Amy está en el proyecto desde mucho antes que yo, cuando la iba a dirigir Arnaldo Jabor. La verdad es que yo tenía unos celos terribles, era una película que yo siempre quise hacer y finalmente, cuando Arnaldo se convirtió en una estrella del periodismo y abandonó el cine, me la regaló�, se ríe ahora Barreto, feliz de su suerte.
Estructurada a la manera de un film coral, con múltiples personajes y amores cruzados, Bossa nova tiene en Amy Irving un eje alrededor del cual giran todas las historias de esta leve, levísima comedia romántica, con una Río de Janeiro de cartao postal. �El tema, los personajes, el sentimiento no podrían ser más cariocas, pero la paradoja es que, también, al mismo tiempo, es mi película más hollywoodense, porque mi modelo fue el de la screwball comedy de los años de oro del cine estadounidense, la comedia romántica pero lunática al estilo de las de Howard Hawks, como Bringing Up Baby o His Girl Friday�, afirma Barreto. Según él, �Hollywood siguió haciendo comedias románticas, pero son comedias sentimentales y se abandonó aquella locura, aquella inteligencia, aquella sofisticación que yo quise recuperar ahora en Bossa nova�.
Para Barreto filmar en Río, hoy, no significaba comprometerse con la realidad de violencia y miseria que, sin duda, también es parte de esta ciudad maravillosa. Se trataba, en cambio, de buscar una Río ideal, soñada, �la ciudad que todos querríamos que Río fuera, una ciudad que también está allí, pero que hay que buscarla�. Según Barreto, esta Río también está en su música: �Si uno escucha las melodías suaves y presta atención a las letras de las canciones de Jobim, se puede encontrar esta ciudad ideal, porque allí no se habla de violencia y de miseria, sino de amores y sentimientos. Yo quería hacer una película en la que la música fuera estructural y con Bossa nova fue la primera vez que elegí la música antes de filmar. Es más, a veces hasta concebía una escena para poder poner una determinada canción�.
Filmada en la Playa de Ipanema, en la Bahía de Botafogo, en el legendario Hotel Copacabana Palace, Bossa nova aprovecha, sin tapujos, todo lo que Río tiene de bueno. �Ese Río siempre existió, no fue solamente un sueño de la bossa nova. Y aún existe. Depende del estado de espíritu de cada uno descubrirlo. Yo no utilicé efectos especiales ni computadoras ni trucos. Simplemente armé �en los encuadres, en la compaginación� una ciudad a mi gusto, pero siempre a partir de lo que Río aún ofrece. Es verdad, dejé afuera las favelas, los edificios modernos y feos y me concentré en la arquitectura art decó, en los palacios de los años 30 y 40, toda una elegancia que está allí escondida, lista para ser rescatada. Quería recuperar esta elegancia, que se expresa no sólo en la apariencia exterior, sino también como forma de vida, algo que sí parece haber desaparecido de la ciudad�.
Cuando se le recuerda a Barreto que su película �que en febrero pasado se exhibió en la función de clausura del Festival de Berlín� fueconsiderada por mucha crítica de su país como un producto �for export�, previsiblemente se molesta y comienza a agitarse en su sillón. �No me gusta generalizar, pero hay un elemento común en la cultura latinoamericana: la falta de autoestima, de saber valorar también aquello que tenemos de bueno. Woody Allen puede hacer una película sobre Manhattan y Gershwin, que no muestra ni los barrios bajos del Bronx, ni Harlem ni los homeless, pero yo no puedo hacer mi carta de amor sobre Río. Eso es el auténtico colonialismo cultural. Lo mismo le pasaba a Tom Jobim, uno de los grandes compositores de música popular brasileña, de alcance universal. En los años 60 y 70, Tom era acusado por el periodismo más prejuicioso y políticamente comprometido de ser extranjerizante, americanizado. Hoy esa acusación suena irrisoria, pero en su momento Tom sufrió mucho esa incomprensión, lo entristecía. Charlamos mucho sobre esto, porque trabajamos juntos cuando en 1982 yo hice Gabriela, una película de la que no me siento orgulloso, porque salió fallida, pero que me permitió trabajar junto a Jobim, a quien siempre admiré enormemente�.
Cuando se le pregunta sobre el cinema nôvo, el movimiento que marcó a fuego todo el cine brasileño, desde los primeros 60 hasta la actualidad, Barreto también aprovecha para marcar sus diferencias. �A mí nunca me gustó demasiado el cinema nôvo porque su preocupación era siempre antes ideológica que estética. Y a mí me gusta contar historias, siento afecto y curiosidad por los personajes. ¿Glauber Rocha? Era un poeta, un artista en un sentido amplio. Creo que el cine le quedaba chico. En todo caso, prefiero a Nelson Pereira dos Santos, por su capacidad de narrador�.
La entrevista se acerca a su fin, pero es imposible no traer a la memoria de Barreto el inmenso éxito de Doña Flor y sus dos maridos, que lo alcanzó cuando él apenas tenía veinte años. �Era demasiado joven para lo que me sucedió y allí descubrí que uno aprende más de los fracasos que de los éxitos�, confiesa. �Mi vida personal después de Doña Flor... fue un desastre, sufrí el síndrome de la omnipotencia, fue un momento muy difícil y me llevó casi diez años de psicoanálisis comprender aquella experiencia�. 

 

 

Sastre porteño

Una curiosidad de Bossa nova es encontrar en su elenco a Alberto de Mendoza, como un cotizado sastre de Río de Janeiro, pero hablando en su porteño habitual. Barreto explica: �Hay algo que aquí no se sabe. En Río y también en San Pablo, los buenos sastres, los maestros del oficio, son argentinos. Hay tres en Río y seis en San Pablo. En Brasil siempre miramos a la Argentina como un modelo, un ejemplo de elegancia. Por eso, el personaje del sastre estuvo escrito siempre, desde el primer comienzo, como un argentino. Después tuvimos la suerte de poder contar con Alberto de Mendoza, que le dio al personaje su personalidad tan particular�.

El sonido más natural

La banda de sonido de Bossa Nova está casi completamente integrada por clásicos compuestos por Antonio Carlos Jobim, en algunos casos en las versiones originales, que el propio Jobim grabó junto a Elis Regina (�Aguas de março�; �Inutil paisagem�) o a Stan Getz y Joao Gilberto (�Corcovado�, �The Girl From Ipanema�). Las nuevas versiones de viejos temas como �Amor em paz� y �Samba de uma nota só� están a cargo del grupo del pianista Eumir Deodato. �Yo pensé originalmente en Deodato porque había trabajado mucho con Tom Jobim�, justifica Barreto. �Los álbumes Wave y Stone flower, muy premiados en los Estados Unidos, tenían arreglos de Eumir y él además tiene mucha experiencia en componer bandas de sonido de películas. No puedo decir que haya sido original en la elección: simplemente fue la decisión natural�.

 

 

�PASION POR AFRICA�, DE HUGH HUDSON
Las penurias de Kim Basinger

Por Martín Pérez 

Había una vez una actriz a la que nadie tomaba demasiado en serio. De formas generosas y muy dada a mostrarse en cámara como Dios la trajo al mundo, esa actriz se reinventó con un papel por el que fue nominada al Oscar. Era un papel de prostituta, pero lo más importante del rol no era su cuerpo. Y así fue como, después de levantar cabeza con Los Angeles al Desnudo, Kim Basinger decidió recibirse de Maryl Streep con Pasión por Africa, un olvidable opus firmado por el alguna vez prestigioso Hugh Hudson (Carrozas de fuego, Greystocke) en el que aquella rubia infartante de 9 semanas y media se dignifica poniendo cara de gran actriz y mirando al horizonte cada vez que la voz en off pone orden en un film repleto de viñetas, frases altisonantes y una narración que no tiene demasiado que contar. 
La voz apasionada por la vida en Africa es la de Kuki Gallman, cuya historia real es interpretada por Basinger en este relato que comienza con un accidente de auto en Italia y se desarrolla en el majestuoso paisaje de Kenia. Italiana de buen pasar devenida ambientalista, Kuki encontrará a Paolo (Vincent Pérez) e irá detrás de él con su hijo Emanuele para descubrir el continente negro. Que está lleno de blancos, claro, y en el recuerdo de Kuki los simpáticos negros son apenas tan parte del paisaje como los animales. Recurrente en sus paisajes, Pasión... es un film que va en contra de su título. Poco hay de apasionado en su devenir que descubre la magia paisajística de un continente casi con sordina, llegando a hacer creer que la vida en un rancho perdido en Kenia es un lujo de familia pudiente. Con un esquematismo que transforma en film de época, esta historia contemporánea, Pasión... debería crecer al llegar al Africa. Eso es lo que quiere Kuki: al explicarle a su hijo el cambio de horizontes, le dice que �mamá dejó de crecer�. Africa la mantendrá en conserva, ya que no envejece un ápice mientras que se necesitarán dos actores para hacer de Emanuelle. Crónica de una mujer sola en medio de un paisaje hostil, Pasión... tiene su par de escenas llamativas, pero su valor se pierde en medio de un tedio que ni siquiera puede llevar descripción y narración de la mano. 

 

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