Por Sergio Moreno y José Natanson
�Tenés que contar todo�, dijo uno. �No. Sería mi palabra contra la de ellos�, respondió el otro. Quien inició el diálogo fue el único senador del Frepaso, Pedro del Piero, que había avanzado sobre el tema con expresas instrucciones de su jefe, el vicepresidente Carlos Alvarez. El que respondió fue el senador Antonio Cafiero, considerado por Chacho como la llave que podría abrir la puerta detrás de la cual se oculta un trama de supuestos sobornos pagados a cambio de la aprobación de la Ley de Reforma Laboral. Cafiero no sólo es �la punta del ovillo� (como lo calificó el propio Alvarez) y a partir de ahora el centro de sus presiones, sino el eje de una estrategia pergeñada por el vicepresidente -con su sello personal� para devolverle al Frepaso la iniciativa política.
La conversación que mantuvieron Del Piero y Cafiero ocurrió el miércoles pasado, en el despacho del segundo. El blanco no fue antojadizo. El veterano senador peronista fue quien atizó, casi en completa soledad en un comienzo (sólo su par de bancada Jorge Villaverde lo acompañó) el escándalo más grave desde que la Alianza es Gobierno. A partir de un artículo escrito por el periodista Joaquín Morales Solá, que daba cuenta de �favores personales� realizados por la administración a algunos senadores del PJ, Cafiero promovió una cuestión de privilegio en la Comisión de Asuntos Constitucionales de la Cámara alta. Y no cejó en el tema. Se reunió con Rodolfo Terragno, jefe de Gabinete y uno de los nexos entre el Gobierno y el Congreso. Le comentó las sospechas y pidió una investigación, una actitud que repetiría un par de semanas después cuando se encontró con Raúl Alfonsín en el departamento del ex presidente. Finalmente, se entrevistó con Alvarez en el Senado.
Con las reuniones, Cafiero logró instalar la preocupación en el Gobierno y llevar el tema a la tapa de los diarios. ¿Por qué? Porque, según cuentan los hombres de confianza de los dirigentes que pudieron conversar con él, el senador sostiene:
Que él sabe que se pagó dinero a cambio del voto de varios senadores peronistas y que no se detendrá hasta que se conozca la verdad.
No responde cuando se le piden precisiones al respecto. �Lo sé y punto�, dicen que categoriza.
Ha solicitado a cada uno de sus contertulios que den trascendencia al tema y que inicien investigaciones, quienes puedan hacerlo, y que las impulsen, quienes tienen autoridad para ello
.
Alvarez fue uno de los que escuchó los pareceres de Cafiero. Alvarez dijo: �Hay que convencerlo. Antonio es la punta para desmadejar el ovillo�. Alvarez, no obstante, teme que el senador (que no figura en el anónimo donde se relatan con minucia los supuestos episodios de la coima) no aporte su testimonio en forma institucional.
Frepaso
Alvarez es fiel a su estilo. Ante cada jugada de trascendencia va al terreno que más conoce: los medios. Cuando instala un tema, reúne a sus fieles, a los que él elige, baja línea, cierra filas y embiste.
Así actuó el viernes, cuando tomó la decisión de convocar a una conferencia de prensa �sólo con una llamada previa informativa al presidente Fernando de la Rúa� y puso el asunto de las coimas nuevamente en la tapa de los diarios.
�No voy a parar, vamos a llegar hasta el fondo, vamos a tensar la cuerda al máximo. De las tensiones se sale siempre fortalecido. No vamos a claudicar de las banderas que nos trajeron hasta acá, hasta el Gobierno, las mismas que nos dan credibilidad ante la gente.� Así, cuentan sus fieles, habló Alvarez. Lo hizo el viernes ante Darío Alessandro, jefe de la bancada de diputados de la Alianza, y frente a Del Piero. Lo repitió ayer a la mañana, en un bar de Palermo, ante Aníbal Ibarra, con quien mantuvo una larga conversación de una hora y media. No lo habló, hasta ahora, con el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique. Tampoco con la ministra de Desarrollo Social, Graciela Fernández Meijide.
Ajedrez
El �objetivo Cafiero� no es, en el pensamiento de Alvarez, un issue solitario. El vicepresidente �que ayer, en declaraciones públicas sostuvo que el escándalo �no roza a De la Rúa�� tiene en mente que su partido, el Frepaso, salga limpio y fortalecido del entuerto que él mismo ayudó a enmarañar. Para ello cuenta con Ibarra. Quizá más pronto de lo que hubiese deseado, el Jefe de gobierno porteño saltará a la política allende la General Paz. Ibarra convocará, a corto plazo, a un encuentro nacional de intendentes del Frepaso, de la Alianza y algún que otro aliado. El martes, el ex fiscal se reunirá con el gobernador bonaerense Carlos Ruckauf y el oscuro episodio del Senado no quedará fuera de la agenda.
Por el lugar que ocupa y por el espacio que Chacho le otorga, Ibarra está llamado a jugar más de una partida en este ajedrez, que contempla enfrentamientos en la Cámara alta y también en el Gabinete o, más precisamente, en la mesa chica del presidente De la Rúa. Fernando de Santibañes es el mayor escollo que sufre Alvarez para diseñar el gobierno que soñó cuando la Alianza venció al peronismo en 1999. La furia que se instaló en él por lo que considera una operación nacida o tolerada por la SIDE contra su entorno personal, ha cristalizado. �No voy a proponer a ningún hombre mío para la SIDE hasta tanto no salga una ley que la haga más transparente�, disparó Chacho a sus íntimos. El enfrentamiento es explícito y en el Frepaso esperan definirlo.
�Si gana De Santibañes, lo echan a (José Luis) Machinea (ministro de Economía), nos van a encerrar en la Capital y a Chacho lo dejan tocando la campanita�, reflexionó ante Página/12 uno de los fieles que fue contertulio del vicepresidente en estos últimos dos días.
Las piezas están desplegadas.
Percepción hasta el jueves
El 87,3 por ciento de los habitantes del área metropolitana (Capital Federal y conurbano) no conocía el affaire de las supuestas coimas pagadas por el Gobierno a los senadores nacionales a cambio de la aprobación de la Ley de Reforma Laboral. Sólo estaba en autos el 12,7 por ciento. Pero esto ocurría hasta el jueves al mediodía, momento en que fue cerrada la muestra que realizó la consultora EQUIS. El viernes el escenario cambió radicalmente ya que ese día el escándalo alcanzó las tapas de los diarios y los noticieros de la televisión. El sondeo confeccionado por el sociólogo Artemio López analizó el nivel de conocimiento del tema y la percepción de los consultados hasta un día antes de que el affaire cobrara difusión masiva. En el trabajo, efectuado sobre 400 casos, de los encuestados que dijeron conocer el tema, el 36,9 por ciento creía que las denuncias sobre las supuestas coimas eran verdaderas, el 30,4 que eran falsas y el 32,7 dijo no saber. El 45,1 por ciento de los hombres cree que son verdaderas, el 35,8 falsas y el 19,1 no sabía; mientras que 30,4 por ciento de las mujeres cree que las denuncias son ciertas y el 26,1 por ciento que son mentiras. |
otras voces |
Oscar Massoni, titular de la Oficina Anticorrupción. �Desde hace unos días estamos investigando de oficio las versiones sobre el supuesto pago de sobornos en el Senado. Las averiguaciones que hemos dispuesto son reservadas. Queremos darle un mínimo de seriedad a nuestro trabajo que apuntará a recoger los datos que no figuran en las notas periodísticas que son de dominio público. La investigación que iniciamos estará sujeta a nuestro ámbito de competencia, la administración nacional, ya que no tenemos atribuciones para indagar a los miembros del Poder Legislativo�.
Rodolfo Daer, secretario general de la CGT oficial: �Esto es de una gran gravedad y por el bien de la democracia espero que se llegue al hueso del tema y que no quede ningún indicio de sospechas. Nosotros no tenemos nada que ver con el trámite parlamentario en cuestión, hemos estado en muchas oportunidades, tanto en el Senado como en Diputados para discutir el proyecto al que nos oponíamos. Pero no nos consta que se hayan pagado sobornos, que sería una bofetada al estado de derecho si llegara a ser cierto. Yo creo que las contradicciones están dentro del Poder Ejecutivo, y espero que esto sólo se trate de una interna como la que involucra a la SIDE con la vida personal de algunos integrantes del gabinete�.
Luis Moreno Ocampo, ex fiscal de la Cámara Federal: �Me parece que la Argentina tiene que defender la credibilidad en sus instituciones; hoy hay una sospecha pública y no se la puede pasar por alto. Es por eso que el Congreso, como poder independiente, debe autoinvestigarse, ya que la parte que le corresponde en la cuestión, la de los senadores supuestamente sobornados, no puede ser resuelta por el Ejecutivo. El Ejecutivo por su parte tendrá que demostrar que no fue parte de la maniobra. Si se llegara a comprobar el pago de prebendas, estaríamos ante una grave confirmación que demuestra que nuestra democracia funciona mal�.
Eduardo Menem, senador nacional (PJ): �Hace 17 años que estoy en el cuerpo y es la primera vez que veo una cosa tan sórdida y mortificante como ésta. A mí personalmente no me consta absolutamente nada de lo que se dice. No voy a juzgar las actitudes del Gobierno y no tengo ningún motivo para dudar de mis compañeros de bancada. Es cierto que el proyecto de ley de reforma laboral fue muy discutido, pero yo no he advertido ninguna cosa rara en el trámite legislativo de la norma�.
Vilma Ripoll, legisladora porteña por Izquierda Unida: �El escándalo de las coimas demuestra que las instituciones se han convertido en verdaderos antros antidemocráticos, donde entre pactos y corrupción votan leyes contra los trabajadores, tal como la reforma laboral y el recorte de salarios�. |
opinion
Por Mario Wainfeld |
La caja de Pandora
Cómo creció el escándalo de las coimas. Cruces y cambios
de discursos en el Gobierno. La estrategia de Chacho Alvarez. Un
desafío para la OA. Un Secco, asesor de la SIDE. |
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No es envidiable ni cómodo el lugar en que ha quedado el senador Antonio Cafiero. Es muy dura, límite, la decisión que deberá tomar en los próximos días, cuando sea citado por el vicepresidente Carlos �Chacho� Alvarez para que declare en una comisión del Senado qué sabe de las supuestas coimas que habrían corrido para lubricar la aprobación de la Ley de Reforma Laboral.
¿Dirá �no es que yo tenga sospechas. Yo sé que corrió plata�? Es lo que ya dijo, ante calificados oídos. Los de algunos políticos a los que respeta por motivos variados. Los de Chacho hace un par de semanas. Los del ex presidente Raúl Alfonsín, el martes pasado. Los de dos de sus hijos, los diputados Mario (PJ) y Juan Pablo �Juampi� (Frepaso). Luego los de algunos senadores a los que cree exentos de toda sospecha: el frepasista Pedro del Piero, el radical Horacio Usandizaga, la neuquina Silvia Sapag, entre otros.
También lo dijo, en la reserva de su casa señorial de San Isidro y en riguroso off the record, a algunos periodistas.
Tal vez lo repita en voz alta, en un escenario institucional y desate una tormenta política de impredecibles consecuencias. Tal vez decida que ya avanzó bastante. Al fin y al cabo, fue él quien denunció el episodio en el recinto del Senado, el que pidió una cuestión de privilegio, el que �en abrumadora soledad� trató de evitar que la cajonearan. Al fin y al cabo, podría meditar, no tiene pruebas indubitables de lo que conoce y podría terminar querellado por los propios sospechosos.
Lo cierto es que un hecho ocurrido hace cuatro meses fue creciendo como una bola de nieve en esta semana y alcanzará su clímax cuando él, el principal testigo de lo que a esta altura parece ser un bochornoso secreto a voces, exponga ante sus pares (ver página 3).
Desde la Alianza
El Gobierno hizo bastante para tratar de frenar la bola de nieve. A saber:
La semana pasada, el presidente Fernando de la Rúa se reunió con lo más granado de los senadores sospechados del PJ, con su jefe de bloque Augusto Alasino a la cabeza, en Olivos. Y les dio un espaldarazo fenomenal: calificó de �absurdas� las versiones sobre las coimas.
El ministro del Interior, Federico Storani, también las minimizó.
El ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, hizo lo propio, en un extenso reportaje publicado en Clarín el domingo pasado.
De la Rúa cambió su discurso el miércoles, tras hablar a solas con Alfonsín quien �memore el lector� había dialogado horas antes con Cafiero. El Presidente adujo entonces la necesidad de que la Comisión de Asuntos Constitucionales metiera manos en la masa. De todas maneras, los senadores peronistas �que han decretado mancha venenosa contra Cafiero y a esta altura funcionan como un enjambre de avispas excitadas� leyeron la declaración presidencial como la �de un hombre de la Casa�, respetuoso de las reglas, los ámbitos y los modales propios de la Cámara alta. La casi solitaria excepción fue el riojano Jorge Yoma, quien las interpretó como una provocación y bramó ante Página/12 que �si se insta la investigación� el primer citado será el Presidente, bravata-amenaza que reiteró al día siguiente ante cada micrófono que se le puso adelante (y no fueron pocos).
El �no por acotado menos conspicuo� viraje del Presidente alude a un dato ineludible: el crecimiento del tema en los diarios. Los hitos de ese devenir fueron una columna del periodista Joaquín Morales Solá en La Nación, el goteo en varios medios de partes de un anónimo que corrió de mano en mano en el Senado y una tapa de este diario y una de la revista Noticias el viernes. En ese marco, la Oficina Anticorrupción (OA) y Alvarez llevaron más arriba, bastante más arriba, los reclamos de investigación del Presidente.
La decisión de Alvarez
Alvarez está convencido de que no le quedaba otra. Que debe hacer todo lo posible por desentrañar si ha existido un fenomenal hecho de corrupción en la Cámara que preside. Que están en juego la credibilidad de la Alianza, la del Frepaso y la suya. Así lo comentó a sus allegados más confiables (ver página 3), ante quienes dejó siempre dicho que su relación y confianza con el Presidente están intactas. Pero produjo en el camino varios gestos inequívocos de diferenciación.
El más tajante: a diferencia de Flamarique, De la Rúa, Storani y el propio Alfonsín jamás negó la autenticidad de las versiones. Desde luego, no las ratificó pero no les salió al cruce.
Leyó el anónimo �Soborno, la trama secreta� que todos conocían pero del que nadie hablaba en una reunión del Senado en la que sobraban nombres propios mencionados en el libelo. Quieras que no, le dio status público, máxime a partir de que el curioso palique se filtró a los medios.
Hizo pública la convocatoria a declarar a los senadores Cafiero y Jorge Villaverde en una conferencia de prensa junto al jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, quien (dicen quienes lo conocen de cerca) está �indignado�.
Comidió al único senador frepasista, Pedro del Piero, a preparar una denuncia tendiente a promover una investigación policial y �en una misión más secreta� a persuadir a Cafiero
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Esta ofensiva integra una guerra más larga: la que Alvarez libra contra un buen sector del Senado, muchos radicales incluidos, cuya �forma de hacer política� detesta. Desde el comienzo de su gestión, Alvarez tiene encontronazos con hombres como José Genoud que no comparte para nada los anhelos del vicepresidente de cambiar las reglas de juego en la Cámara alta. La embestida de Chacho contra los ñoquis de la Casa (que atraviesa ahora una tregua no decretada) fue una de las batallas de esa guerra, en la que tuvo a casi todos los colegas de su bancada en la trinchera de enfrente.
La solidaridad corporativa entre legisladores de ambas bancadas exaspera al vicepresidente, quien tiene similares motivos de encono en otras geografías: despotrica contra el funcionamiento político de la Legislatura bonaerense en la que la Alianza tiene mayoría desde 1997 y que �según su ver� no le ha hecho ni cosquillas a los gobernadores peronistas Eduardo Duhalde y Carlos Ruckauf.
La relación entre el dinero y la política es todo un tema para el vicepresidente y, si bien se mira, ha sido motivo de los mayores chisporroteos en su relación con Fernando de la Rúa. El periodista Ernesto Semán cuenta en su libro Educando a Fernando cuán incordiado se sentía Alvarez en la campaña presidencial de la Alianza por los gastos y cómo acudía a cualquier rebusque (incluido el de la negación psicológica) para evitar vincularse o tan luego enterarse del manejo de fortunas que se mueven en esos casos. Esa sensibilidad, ajena a la mayoría de la clase política, y la certeza de que una mancha por corrupción pondría en riesgo su capital simbólico mucho más que la adhesión a las políticas oficiales neoliberales son las claves de la decisión de Alvarez de investigar a fondo un tema que el PJ (con la solitaria excepción de Cafiero y su colega bonaerense Villaverde) prefiere no menear. Y no se quedan quietos. Amén de declaraciones como las de Yoma, presionan con no aprobar la ley de emergencia económica que el Gobierno necesita con urgencia. Sobre todo desde que algunos correveidiles informaron a Ricardo Gil Lavedra que por lo menos dos vocales de la Corte Suprema no están dispuestos a fallar afavor del recorte salarial de junio si no cuentan con el aval de esa norma.
Tomarse a pecho una investigación sobre un presunto soborno que �por definición� involucraría de un extremo de la mesa a funcionarios del oficialismo es un riesgo nada menor, una caja de Pandora. Alvarez lo juzga menos fatal que el actual presente en el que la sospecha está instalada y todo indica que �dada la creciente desconfianza de la gente del común en la política� en el imaginario mayoritario se la tendrá por probada.
La posibilidad de investigar parece tener topes fácticos muy precisos: queda descartada toda hipótesis de autoincriminación, lo que hace que Cafiero se convierta en un testigo estrella. Muchos rumorean que existe una filmación con cámara oculta documentando la negociación de la tarifa, pero nadie la ha visto. Acaso sea una prolongación imaginativa de una anécdota real que recuerdan en el bloque del PJ. Hace unos meses, en una de sus clásicas peleas con Alasino, Eduardo Menem le enrostró �ustedes tienen tanto descaro y son tan ostentosos que algún día los van a filmar con cámara oculta y van a quedar pegados�.
La OA en acción
La OA también comenzó a moverse, de oficio, para investigar sobre la base del anónimo best seller. No hubo ninguna directiva presidencial ni del Ministerio de Justicia. Por sus límites de competencia la repartición sólo puede citar a miembros del Ejecutivo, pero para hacer ruido es bastante. El papel menciona tres de real fuste: el ministro de Trabajo Alberto Flamarique, el jefe de la SIDE Fernando de Santibañes y su amigo y vecino de country Fernando de la Rúa. Sería todo un bautismo de fuego que la repartición convocara e interrogara a fondo a los tres.
Es la tercera vez que la OA procesa una denuncia que involucra a De Santibañes. Las dos anteriores �una referida a una maniobra con créditos incobrables del Banco Nación y otra atinente a tráfico de influencias en favor de un connotado banquero� fueron archivadas con una celeridad pasmosa.
Las versiones que se arrojan en este caso respecto del señor Cinco tienen dos fuentes. Una es el relato oral de los hechos. Otra es, antes que nada una inferencia lógica: en un gobierno que se ha atado bastante las manos con los gastos reservados la SIDE sigue disfrutando de ese privilegio que hace posible el portento de poner unos cuantos palitos en una valija sin que suene ninguna alarma.
La atribución de conspiraciones a De Santibañes se ha convertido en un deporte nacional que exaspera al Presidente y al propio sospechado. Varios funcionarios del oficialismo creen que De Santibañes no es para nada un intrigante. Lo describen como frontal, descuidado, �impolítico� pero nunca capcioso. Un hecho ocurrido en esta semana podría alentar otras lecturas. De Santibañes la pasó en Blue Sky, Montana, en un encuentro del Aspen Institute junto al ministro de Economía José Luis Machinea. Se deshizo allí en elogios hacia �Machi� y lo apadrinó en un escenario en el que juega de local. Mientras, en la City arreciaban rumores, papers y operaciones referidos a la renuncia de Machinea. Las fogoneaba el conocido consultor Miguel Angel Broda. El socio de Broda, Luis Secco, es asesor de la SIDE en materia económica. Lo nombró De Santibañes. |
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