Por Horacio Verbitsky El jefe elegido por el gobernador Carlos Rückauf para reconstruir la policía bonaerense, comisario mayor Eduardo Raúl Martínez, fue detenido y procesado por torturar a un preso de nacionalidad alemana, a palos y con una picana eléctrica. El caso, sucedido en 1978 en plena dictadura militar, motivó un reclamo de la embajada de la República Federal de Alemania para que se tomaran las medidas correspondientes. La policía que manejaba el coronel Ramón Camps contestó lo mismo que hoy afirma el ministro de seguridad de Rückauf, comisario general Ramón Oreste Verón: la decisión está en manos de la justicia. Consultado por este diario, Verón dijo que antes de designar a Martínez había estudiado su legajo y que no había en él ningún �antecedente preocupante�. Pero cuando fue enterado de esta causa dijo que no la conocía, lo cual pone en duda la calidad de los legajos o el método de estudio del ministro. Desde la asunción de Rückauf se incrementaron los casos de tormentos a detenidos en la provincia, según denuncias de Amnesty International corroboradas por datos aún inéditos de una investigación del Centro de Estudios Legales y Sociales sobre un departamento de la justicia provincial en el Gran Buenos Aires. El expediente El expediente judicial contra el actual jefe de policía de Rückauf fue instruido por el ex titular del juzgado en lo penal Nº 2 de San Isidro, Juan Carlos Dillon. Lleva el número 23.818, de 1978, y su carátula dice �Etchezahar, Carlos Alberto, Martínez, Raúl Eduardo. Apremios Ilegales�. El Secretario de la causa fue el ahora juez del Tribunal Oral Federal Nº 7 de San Martín, Elbio Osores Soler y el fiscal el actual camarista de Apelaciones y Garantías de San Isidro, Juan Carlos Fugaretta. Los tormentos Recién cinco días después Sigfrido fue conducido al juzgado. Ante el juez negó la acusación de su mujer, narró que sólo había llevado a sus hijos al cine y luego les había preparado panqueques en su casa. Firmó el acta pero en vez de retirarse pidió ampliar su declaración. Dijo que el personal policial lo había golpeado, quemado con cigarrillos, mojado con agua fría y aplicado corriente eléctrica en distintas partes del cuerpo. Agregó que por eso había admitido ante el subinspector Martínez, que lo indagó en la comisaría, los abusos deshonestos y las lesiones calificadas que ahora negaba. El peritaje Dillon ordenó que Sigfrido fuera revisado para descubrir si �presenta signos de haber sido golpeado o bien si sobre su cuerpo se efectuaron descargas de electricidad�. En el Hospital de San Isidro el médico Víctor Tarasiuk encontró �lesión escoriativa en talón izquierdo, hematoma en región tibial inferior, y hematoma en cresta tibial en región superior de pierna izquierda, hematoma en cara externa de muslo izquierdo y región glútea izquierda, lesión escoriativa en rodilla derecha, hematoma y lesión escoriativa en codo derecho, máculas amarillentas distribuidas en abdomen y lesión escoriativa infraumbilical�, pero no arriesgó cómo se habían producido. A solicitud del fiscal Fugaretta, de allí se dirigieron a la Unidad Regional San Martín, donde pidieron los legajos de todo el personal de la 2ª de San Isidro. Las fotos de los 64 legajos fueron puestas ante la vista de Sigfrido. �Tras haber examinado la totalidad de ellas expresó sin lugar a dudas que las personas autoras de los hechos que lo damnifican son las poseedoras de los legajos 11841 y 162592�, es decir Etchezahar y Martínez. De Martínez dijo que era la persona que en la comisaría �le pegara con un palo en las piernas y otras zonas, en especial la lumbar. También esta persona le golpeó con los puños en el estómago y, habiendo escuchado su voz, está seguro que es una de las que le aplicó luego corriente eléctrica cuando el dicente se encontraba vendado; o, de no haber sido la ejecutora por lo menos estuvo presente en el lugar�. Etchezahar fue quien le golpeó la cabeza contra la pared y le pegó rodillazos en la zona inguinal, agregó. Recién el 4 de abril, Sigfrido fue revisado por un médico forense, Horacio Héctor Campero. Sus conclusiones son inequívocas. Aun al sexto día eran evidentes las lesiones �producidas por el impacto con un objeto duro de bordes no cortantes� sobre el abdomen, los glúteos y una pierna. Sobre el reborde de la cresta ilíaca constató una �lesión puntiforme�, semejante a �las producidas por la corriente eléctrica�. También encontró las lesiones que dejaron en una muñeca y los dos tobillos las ligaduras con que lo sujetaron. Las irregularidades del sumario policial son groseras. El 31 de marzo de 1978 el comisario Mateo solicita al médico policial �efectúe reconocimiento sicofísico� de Sigfrido (foja 15). En la foja siguiente el perito Roberto Bettale informa que revisó a Sigfrido en la comisaría, a las 9 de la mañana del día anterior, 30 de marzo, y que no percibió en él nada que le llamara la atención. La calificación El juez Dillon ordenó detener e incomunicar a los dos policías, decretó su procesamiento y dispuso tomarles declaración indagatoria. También pidió el listado de quienes prestaron servicio en la comisaría entre la noche del 29 de marzo y la madrugada del 30. Además encomendó al jefe de la Unidad Regional que secuestrara �la máquina (picana eléctrica) con la cual habría sido vejado el detenido�. Ni el juez ni el fiscal participaron de la búsqueda en la comisaría que �oh sorpresa� no dio resultado alguno. Había comenzado a funcionar la clásica cadena de complicidades y cuando la comisión policial fue a buscar a Etchezahar y Martínez, después de la medianoche, cada uno había desaparecido de su casa. Recién fueron presentados cuatro días después por el segundo jefe de la Unidad Regional, quien no se molestó por consignar en el expediente cuándo y dónde los había encontrado. Etchezahar dijo que había dejado a Sigfrido en la comisaría para que Martínez lo indagase, que nadie lo golpeó al detenerlo, que ingresó �en perfectas condiciones físicas�, que tampoco debe haber sido golpeado después �por cuanto no es ello cosa que suela pasar en la dependencia�. Martínez declaró que lo llamaron para recibir la declaración indagatoria y tomar las huellas digitales de Sigfrido, quien contó que era muy efusivo con la nena y �tal vez se le haya ido la mano en sus juegos y tal vez de allí haya quedado lastimada�. Sigfrido no le dijo que hubiera sido golpeado por nadie y �no es costumbre del deponente el castigar a los detenidos y que, sobre todo en este caso, la confesión fue natural y espontánea�. La concertación entre ambas declaraciones es ostensible: ambos procesados solicitaron que quedara constancia de que no formaron parte de la guardia o servicio de la comisaría aquella madrugada. Ya sabían la insólita importancia que el juez le asignaría a ese detalle formal. La sentencia El juez Dillon pidió la lista de los detenidos en la comisaría. La nómina de doce nombres le fue remitida por el comisario Mateo, el instructor de la causa contra Sigfrido, en la que Martínez había actuado como secretario. Pese a la comprobación de los tormentos, el juez dejó a Mateo en funciones, en la misma comisaría y como auxiliar en su investigación. La única precaución que tomó fue trasladar a Sigfrido a otra comisaría, la 1ª. A pedido del juez, Sigfrido mencionó a sus compañeros de cautiverio en la 2ª. De uno recordaba el apellido, de otro el nombre de pila y su oficio de pirata del asfalto, de tres más que estaban detenidos �por jugar a las cartas� y de un sexto el alias, Cuchillo. El comisario Mateo respondió que no había habido allí ningún pirata del asfalto, no se dignó contestar sobre Cuchillo y sólo remitió al juez a dos detenidos. Ambos declararon que no habían visto �apremios ni observado lesiones� en Sigfrido. Uno dijo que el alemán nunca le relató haber sido apremiado. Más aún, lo vio desnudo en las duchas �y no presentaba signos de haber recibido corriente eléctrica o cualquier otro tipo de presiones físicas�. Este testigo estaba procesado por secuestro extorsivo y seguía alojado en la misma comisaría 2ª en la que mandaba el comisario Oscar Mateo, es decir nada que se parezca a un hombre libre, dueño de sus palabras y de sus silencios. De Beccaria a Sigfrido Un mes después de haber constatado las torturas aplicadas a Sigfrido, el mismo juez Dillon le dictó la prisión preventiva, el 4 de mayo, invocando como prueba la confesión que le arrancaron en la comisaría, de haber besado a su hija y �tocado sus partes vaginales� con las manos, hasta que observó que sangraba levemente y un peritaje médico que atribuyó sus lesiones a la masturbación manual por una tercera persona. Pero el 21 de julio, luego de un hábeas corpus interpuesto por Sigfrido ante la Cámara de Apelaciones, el mismo Dillon dictó su sobreseimiento provisional. Sigfrido �ha negado en sede judicial. Admitió el hecho ante la Instrucción [policial]. Esto último pudiera ponerse en duda, si se parte de la acreditación de los apremios a que fuera sometido�, escribió. La sentencia menciona una hipótesis del camarista Bernardo Rodríguez Palma que no fue suficiente para preservar el valor de la confesión pese a la comprobación de los tormentos: �Cabría ver en los castigos no una forma de lograr una confesión sino una manifestación (inhumana e incomprensible por cierto) de repulsa hacia el hecho espontáneamente relatado�, dijo. En la década siguiente, Rodríguez Palma fue el abogado defensor de uno de los exComandantes enjuiciados por la guerra sucia. En cuanto quedó en libertad, Sigfrido puso lo sucedido en conocimiento de la embajada de la República Federal de Alemania, que a su vez solicitó a la Cancillería la adopción de �las medidas que corresponden�, sobre las que el gobierno de Bonn no tenía dudas. En octubre recibió la respuesta: intervenía un juez, que dictaría �la resolución final�. Terminada la dictadura, el juzgado quedó en forma interina a cargo del secretario Osores Soler, quien en febrero de 1984 convirtió el sobreseimiento provisorio en definitivo.
El jefe del jefe del jefe Este diario preguntó al ministro de Seguridad qué procedimientos de evaluación se seguían antes de designar a una alta autoridad policial. El comisario general Ramón Verón explicó que la junta de calificaciones, integrada por los funcionarios de mayor jerarquía, consulta el legajo en la dirección de Personal �con un sistema de imágenes computarizado. Así se determina si el candidato está en condiciones de ascender, si tuvo sanciones, si está en disponibilidad, etc.�. Siguió luego este diálogo menos abstracto: Entrevista: Diego Martínez.
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