Por Raúl Kollmann
�No me robé el famoso video de la causa AMIA. En todo caso, si hubiera tenido esa intención, me habría llevado otro video que ocultan bajo siete llaves: la grabación en la que se ve cuando el juzgado le muestra a Carlos Telleldín las fotos en las que aparecen los policías que después fueron apresados. Le mostraron las fotos y, de hecho, le estaban diciendo quién era quién para después hacer el reconocimiento y que Telleldín imputara así a los policías que ellos (el juzgado) querían. Yo diría que le mostraron las fotos en abril y Telleldín hizo el reconocimiento en julio.� El furibundo contraataque es de Claudio Lifchitz, ex prosecretario del juez Juan José Galeano. Desde fuentes cercanas a la investigación sostienen que el ex funcionario no puede hablar ni hacer acusaciones porque hay fuertes sospechas de que él se llevó del juzgado el conocido video en el que aparece Galeano negociando con el principal imputado en la causa, Telleldín. Lifchitz rechaza esa acusación y, de rebote, sostiene que existe otro video en que el juzgado prepara �mostrándole a Telleldín previamente las fotos� un reconocimiento decisivo para la causa. El ex prosecretario declarará el martes ante la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Investigación de los atentados. Además, en el caso ya interviene el fiscal Germán Moldes.
Lifchitz es un abogado de la Policía Federal que en 1995 fue designado para trabajar como prosecretario en la causa AMIA. En 1997 presentó su renuncia, según él porque �no se investigaba nada, había un evidente encubrimiento de la SIDE y Galeano preparaba y apretaba testigos�. El ex funcionario alega que no habló hasta ahora porque tuvo miedo, al tiempo que anuncia la publicación de un libro en los próximos meses.
En fuentes cercanas al juzgado y la DAIA se lo acusa de haberse robado un video que después fue a parar a manos del ex comisario Juan José Ribelli. En esa filmación �realizada por el propio juez Galeano� se ve al magistrado negociando con Telleldín una cifra de dinero a cambio de que El Enano, como le dicen a Telleldín, cuente en un libro la verdadera historia de lo que ocurrió con su camioneta, usada después como coche bomba. Esa confesión iba a ser posteriormente tomada por el juzgado; Telleldín la ratificaría y así se fortalecía la acusación contra los policías. Hasta ahora, la Justicia determinó que no hubo delito en esa negociación, pero fue cuestionada por asociaciones de abogados y por buena parte del ámbito judicial. Lo cierto es que los investigadores aseguran que Lifchitz fue forzado a renunciar porque se llevó la filmación y posibilitó que llegara a Ribelli.
�Yo no me robé ese video �se defiende Lifchitz ante Página/12�, básicamente porque ese video nunca fue robado. Hay numerosas filmaciones y todas están guardadas en una caja fuerte de la que sólo tenía llave el secretario de Galeano, Carlos Velasco, y el propio juez. Ese video lo llevó Galeano a la SIDE; seguro que ahí hicieron una copia sin que el juez se diera cuenta y de esa manera llegó a Ribelli. Yo me fui del juzgado en 1997 y podría haberme acercado a cualquiera de los defensores de los policías, pero jamás lo hice. Es una mentira que urdió el ex titular de la DAIA y el Banco Mayo, Rubén Beraja, amigo de Galeano. Y la razón para querer ensuciarme es que yo soy el abogado de varias víctimas de la quiebra del Banco Mayo.�
�Muchas cosas se filmaban �insiste Lifchitz�. En la oficina de Galeano, la cámara está debajo de un perchero; en la secretaría se ubica disimulada en un bibliorato y en la oficina de uno de los secretarios, detrás de la parrilla del aire acondicionado. Se filma a los abogados, a los imputados, a todos. En la mayoría de los casos, yo estaba presente, de manera que, si hubiera tenido el plan de robar, obviamente mi objetivo hubiera sido el video en el que le muestran las fotos a Telleldín�.
Hasta ahora, esa filmación que menciona Lifchitz no apareció públicamente. Según el ex secretario, se trata de un momento en el que le muestran a Telleldín fotos para hacer un reconocimiento relacionado con un día clave de la investigación: la supuesta entrega de la Trafic a los policías. El Enano sostiene que les entregó el vehículo a hombres del poderoso y millonario ex comisario Ribelli. Y una de las pruebas fundamentales es una rueda de reconocimiento de fotos en la que Telleldín señala que uno de los hombres que recibió el vehículo fue el ex subcomisario Raúl Ibarra, oficial de confianza de Ribelli. El reconocimiento por fotos no lo hace sólo Telleldín, sino también su esposa y también un mecánico, parte de la banda del Enano, llamado Claudio Cotoras. Lifchitz dice que en ese video, filmado en abril, queda claro que le muestran las fotos de Ibarra �le dicen incluso que se parece a Diego de la Vega, el personaje de El Zorro� con lo que posteriormente �en julio� El Enano no tuvo dificultades en hacer el reconocimiento. Desde la cárcel, Telleldín había dicho que le marcaron a quién debía reconocer e incluso que la orden para su esposa y Cotoras es que debían reconocer la foto número seis.
El caso de Lifchitz, quien la semana pasada apareció en el programa �Puntodoc/2�, tomará cariz oficial en los próximos días. El martes a las 11 deberá declarar ante la Comisión Bicameral y, por pedido del ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, fue designado el fiscal Moldes para indagar en la veracidad o falsedad de sus afirmaciones. Lo cierto es que Lifchitz �que vivió la causa desde adentro del juzgado� confirma que la investigación fue catastrófica, pero habrá que ver qué sucede con sus acusaciones puntuales, como ésta del video. Cerca del juzgado tratan de descalificarlo señalando que robó, que responde a la Policía Federal o a un sector de la SIDE y que todo es parte de una interna de los servicios de seguridad.
opinion
Por Eduardo Aliverti |
Gente distinta
Un repaso a las últimas semanas noticiosas de este país podrá no resultar beneficioso para el estómago, pero sí para la interpretación política y �ni qué hablar� para entender el contraste cada vez más profundo entre los unos y los otros.
El Frepaso aprobó con los peronistas un dictamen favorable a la desregulación telefónica. El voto incluyó una exaltación a Carlos Menem y María Julia Alsogaray por haber puesto al país �entre los más avanzados tecnológicamente�.
Carlos ex Chacho Alvarez y Fernando de Santibañes, el jefe de los servicios, pelean porque habría sido éste quien motorizó a algún periodismo �también de los servicios� a meterse con los problemas familiares del vicepresidente.
Intentan imponer un impuesto a los egresados universitarios. Es decir, que los profesionales paguen lo que ya pagaron en sus carreras, además de manejar taxis en condición de médicos, ingenieros, arquitectos.
El Senado discute dónde nació Perón, en los ratos libres que le deja polemizar sobre si corrió plata del gobierno para que aprueben la ley laboral. No parece que alcance: también se debate si San Martín fue hijo de una india.
Se sigue penando por la muerte de Favaloro y el estado de su fundación. Se insiste en pedir que los fondos públicos salven a un instituto privado, pero no a los hospitales y científicos que sostiene toda la población.
En la vereda de enfrente, hay otro general preso por robar bebés. Un tal Riveros, de ésos que libraron la valiente guerra de descargar 220 voltios en la entrepierna de las embarazadas. Más un tal Olivera, de los que batallaron encapuchando gente, detenido en Italia por desaparecer a una chica francesa.
Hay también la Marcha Grande de la CTA, después de 300 kilómetros y más de 400 mil firmas, para conseguir una canasta básica. Con fondos que se sacan de la lucha política, justamente.
O sea que he ahí �progres� devenidos liberales; espías que espían alcobas; impuestos por haberse recibido de algo; quién fecundó a San Martín y dónde lo parieron a Perón. También la hija del capitán en Tribunales, y los nuevos recortes en el gasto público. Y hay más allá los que nunca dejaron de respirar en la nuca de los asesinos y los que todavía confían en la militancia, y en el gremialismo honesto y combativo.
En el primer grupo se cuentan canallas, inútiles y cultores de �lo posible�. En el segundo, los que por no haber creído en imposibles logran el encierro de criminales y la edificación de la esperanza. Leves diferencias. En un mismo país. |
|