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LOS BORDON HABLAN ANTES DEL JUICIO
�El juez me debe la vida de mi hijo�

Este jueves empieza el juicio contra siete policías y dos civiles acusados del crimen de Sebastián Bordón. Aquí sus padres hablan de una investigación plagada de desvíos y pistas falsas que permitieron la muerte del chico.


Por Cristian Alarcón

t.gif (862 bytes) La casa de los Bordón está después de la Colectora que pasa bajo el Camino del Buen Ayre, por una zona de hoteles alojamiento, y doblando como 20 cuadras por la calle 2 de Abril, tras un basural. Es un barrio del Fonavi, de casas grises y techos de un mismo rojo, lejos del centro de Moreno, al que llegaron después de una larga pelea con el Estado. Es esa puerta, más allá del pasacalles, que dice �No te olvides de mí, barrio 2 de Diciembre, Sebastián�. Miriam y Luis Bordón están a punto de entrar en una etapa definitoria para la última de las batallas que han tenido que dar desde que se conocieron en el secundario como chicos de la Fede. No la última, dicen. Pero sí una que les parte el alma y los inunda de unos miedos conocidos: a él el temor a �revivir lo que pasamos, el de volver a recordar�. A ella el miedo más radical a que los siete policías y los dos civiles acusados de asesinar a su hijo o encubrir su crimen no sean condenados en el juicio oral que comienza el jueves. 
�Ustedes hacen planteos políticos más allá del dolor privado como familiares de una víctima. ¿Eso tiene que ver con una experiencia política?
L.B.: �Nos conocimos justamente por eso, en colegios diferentes, como militantes de lo que era la Fede. Durante mucho tiempo en forma muy discontinua militamos en el PC y en el �86 nos alejamos. Consideramos que una buena autocrítica se frustró. Me había desilusionado de la política, pero debo decir que me equivoqué. Si uno no asume un compromiso para cambiar esta realidad, suceden las cosas que le sucedieron a mi hijo. 
M.B.: �En realidad mi activismo siempre fue en mi trabajo, en una escuela de alto riesgo donde el pibe lo mejor que tiene es la escuela porque recibe una caricia, comida. Hasta el �97 trabajaba dos turnos en la escuela 71, acá a cinco cuadras. A partir de lo de Sebastián dejé la docencia con una licencia. No quiero enseñar hasta que no se haga justicia también en el sistema educativo. 
La queja de Miriam llega después de tres años durante los cuales intentó siempre dejar de lado ese tema. Los tres docentes que estaban a cargo del viaje de egresados de Sebastián declararán los primeros días del juicio, como testigos, pero a todos ellos se les sigue un sumario inconcluso en la Dirección General de Escuelas. �Lo dejaron con la policía en las peores condiciones; ellos nunca vinieron a darnos una explicación�, dice Miriam. Y Luis aclara que nunca quisieron hablar del punto porque una de las �trampas de la policía fue llevar el centro del análisis a los docentes, que se equivocaron, pero no son los asesinos�. 
�Desde el día en que la policía les dijo que Sebastián se había escapado de un destacamento en la montaña, ¿qué fue lo más difícil de enfrentar?
L.B.: �Comprendo la lucha de las madres de los desaparecidos, esa angustia de años que los hace buscarlos en la cara de otros, una angustia que nosotros vivimos sólo diez días como el peor calvario. Después lamentablemente no lo encontramos con vida, pero aun así no dejó de ser un alivio que apareciera su cuerpo. Después de eso viene la firmeza que te deja la tragedia. De alguna manera se te blinda el corazón. 
�Los primeros dos meses de la investigación fueron los más importantes para el esclarecimiento del crimen. ¿Cuál fue el hecho decisivo, el que comenzó a dejar a la vista el complot policial?
L.B.: �La aparición del cuerpo es definitiva, porque todo el control que tenía la policía sobre mi hijo lo empieza a perder en ese momento. El juez subrogante, Aroldo Gorri, nos preguntó dónde queríamos que se hicieran las pericias. Pedimos el Cuerpo Médico Forense de Mendoza capital, para sacarlo de la zona de San Rafael. Fue esa elección la que hizo que sea el propio Sebastián quien empiece, con su cuerpo, a contar la verdad. 
�¿Por qué se estiró tanto la instrucción de la causa cuando los primeros policías fueron detenidos a los dos meses de la muerte? 
L.B.: �En los siete primeros cuerpos está toda la causa. Después la policía tuvo el handicap de 22 cuerpos más para intentar embarrar la cancha. Esto es ambivalente en el juez: confirmó los procesamientos de los policías, pero después estiró todos los plazos para darles oportunidad de sembrar todo tipo de pruebas falsas. Así casi llegamos a los tres años de prisión para los policías y, si se cumplen, pueden acogerse a los mismos derechos que mantienen libre al asesino de Miguel Bru. 
M.B.: �El se debe acordar de lo que le dijo a mi esposo antes de que encontraran el cuerpo, cuando él se va a Moreno a investigar en lugar de buscar a Sebastián: �Yo le voy a entregar a su hijo con vida�, dijo. A mí Yacante no me puede hablar de frente. Hasta cuando me tomó declaración me habló de costado. No lo puede hacer porque me debe la vida de mi hijo que murió mientras él creía en los anóminos de la policía que lo hacían aparecer como vivo cuando estaban dejándolo morir. 
�También es uno de los pocos casos de violencia policial en los que se logró detener a tantos policías.
L.B.: �Algunos nos dicen que tuvimos suerte, van a juzgar a nueve policías. En este caso se dieron circunstancias especiales: eran vísperas de elecciones, se trató del tercer caso de desaparecidos en democracia en la misma provincia. Muchas veces ocurren cosas en otro momento y el poder político no necesita los votos y entonces puede mirar para otro lado. 
�¿Por qué en los carteles que llevaran al juicio la consigna es �Somos todos testigos�? 
�A nosotros en cada lugar al que vamos a una pequeña marcha, la gente cuenta quiénes son los que roban, los que explotan a las prostitutas, los que venden droga. Esto es en un país donde cualquier persona que pague su cuota semanal se puede dedicar a cualquiera de los negocios ilegales sin importar que lo vean, mientras tenga una zona liberada. Este país está lleno de testigos. Sebastián no está para contar, por eso somos todos testigos por él.
�Este caso generó una crisis política en el gobierno de Mendoza y se comenzó una reforma policial. Pero hace dos meses volvieron a aparecer dos cuerpos tirados en un barranco, por cuyas muertes la principal sospechosa es la policía. 
�En una entrevista con el gobernador en mayo le dije que si él no profundizaba la reforma iba camino a que le sucediera lo mismo que le sucedió al gobernador Bordón con los desaparecidos Garrido y Baigorria, a Gabrielli con Guardatti, y a Lafalla con mi hijo. No sabía que estos dos chicos ya estaban desaparecidos desde marzo.

 

 

Entre el homicidio y el encubrimiento

Por C.A.
Cómo fue que un estudiante secundario de Moreno se convirtió en víctima de la policía brava mendocina; cómo lo golpearon; cómo lo ocultaron, aún vivo, de su padre; cómo lo dejaron morir sin atención médica, sin comida y sin agua, en un sótano helado; cómo inventaron que viajaba por el país a dedo; cómo sembraron su cuerpo en un barranco mendocino simulando el torpe resbalón de un adolescente: son decenas las preguntas que deberán ser contestadas en el juicio por el asesinato de Sebastián Bordón. Durante dos meses, 195 testigos declararán ante un tribunal que juzgará a siete policías y a dos civiles por homicidio y encubrimiento.
El juicio oral seguirá la lógica temporal del caso. Excepto los procesados, que podrán declarar los primeros días y los padres de Sebastián, que lo harán el 29, el resto de los testigos irá sentándose frente a los jueces según aparecieron en la historia del caso. Así, al comienzo lo harán los docentes que viajaban con Bordón. Los jueces quieren saber por qué, con una crisis nerviosa, fue dejado al cuidado de un policía en el destacamento de El Nihuil, ese paraje inhóspito al lado de la hermosura del Cañón del Atuel, donde luego fue abandonado su cuerpo. Entre los testigos están también la enfermera y el médico que lo vieron y le recetaron tranquilizantes por pedido de los docentes. 
Pero el grueso del juicio será una revisión exhaustiva de los movimientos de la policía de San Rafael alrededor del joven. Según la acusación del juez Waldo Yacante, elevada al tribunal oral, Bordón salió corriendo del destacamento donde estaba al cuidado del cabo Esteban Merello y luego recibió una feroz paliza de los policías Roberto Gualpa, Abelardo Cubillos y Daniel Gómez, que iban en el patrullero 739, de la comisaría 38. Lo que sigue en el juicio es el plan de encubrimiento montado para ocultar el cuerpo herido e inconsciente de Sebastián hasta que muere por falta de atención médica: allí aparece la figura del comisario Hugo Trentini. Esos cinco policías están acusados de homicidio. Se les suman el subcomisario Carlos Escobar y la parapsicóloga Amanda Ledesma, como partícipes necesarios, el camionero Humberto Vega Giménez, procesado por falso testimonio, y el comisario Juan de Dios Atencio por encubrimiento.

 

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