Por Cristian Vitale
 Quizá su nombre suene poco para el público masivo. Es que luego de haber sido uno de los guitarristas de Los Redondos en los tiempos de Gulp y Oktubre, Tito Fargo (en rigor, Héctor D�Aviero, 42 años) abandonó el grupo del Indio Solari y Skay Beilinson para �luego de afrontar un efímero proyecto post Sumo de Alejandro Sokol� irse a España. Era 1987 y en Argentina no tenía demasiadas expectativas: �Me fui con Claudia Puyó, después ella volvió para tocar con Fito Páez y yo me quedé. Poco a poco me fui haciendo del ambiente�, resume en la entrevista con Página/12. En España pasó por muchas experiencias. Al principio, formó con Puyó Los Románticos de Artane, después trabajó como sesionista en diversos proyectos, fue técnico de Héroes del Silencio y finalmente logró su cometido: formar dos grupos multiétnicos. El primero, con mayoría de españoles, fue �Baobads�, que tocó en Argentina allá por el �97 sin pena ni gloria, y ahora �Souler Trabe�, agrupación que tiene un cantante estadounidense, un bajista de Guinea Ecuatorial, un percusionista peruano y un baterista boliviano: �Es algo explosivo a nivel rítmico, una fusión de colores y etnias que hace tiempo venía buscando�, asegura el músico.
Recientemente, Fargo fue invitado por sus viejos amigos de Divididos para sumar su guitarra a los shows que Ricardo Mollo y Cía. están dando en diversos puntos del país: �Los conozco desde hace años. Toco con ellos desde antes de Sumo. Con Diego (Arnedo) tuvimos una banda de reggae que funcionaba paralela a Sumo, en la que también estaba Luca. Y antes, Diego tenía un grupo llamado Salmos, con el cual yo estaba conectado�, rememora.
El 25 y 26 próximos, subirá con ellos al escenario del Luna Park.
�¿Cómo se integró a Divididos?
�Siempre que vengo al país me invitan a tocar. Ahora, cuadra que están armando una gira por todo el país. Y, como en el último disco hay guitarras dobladas, Alambre (González, el otro invitado) y yo tocamos esas guitarras en el vivo.
�Debe haber sido fuerte para usted la experiencia en Tilcara.
�Fue impresionante. Muy emotivo por eso de tocar con músicos que no conocía, como Jaime Torres. Además, tocar en un lugar con mucha carga histórica y un paisaje alucinante hace que la música adopte la dimensión del paisaje. En un momento estábamos tocando y teníamos el sol detrás nuestro y adelante la luna, casi una luna llena. Fue darse contra la inmensidad sin intermediarios.
�¿Para volver al país pesaron las cuestiones personales o las laborales?
�Hay momentos en los que necesitás ver a tu familia. Pero también tuvieron que ver situaciones laborales. Puntualmente, estoy produciendo a una banda de reggae de mi tierra, Hurlingham, que se llama Cabeza de Chola, y estoy tocando para Natalia Oreiro.
�¿Cómo surgió la propuesta de grabar con Natalia Oreiro?
�Todo surgió en los estudios Abbey Road. Yo estaba grabando con Divididos, y me contacté con Afo Verde �productor de Oreiro�. Lo conozco de los primeros tiempos de la Zimbabwe. Me ofreció trabajar con ella y acepté.
�¿No le importa que gente �del palo� lo acuse de haber �transado�?
�Yo llevo muchos años en España y no sé lo que significa transar. Simplemente defiendo mi vida con mi instrumento y lucho desde ahí. Los prejuicios son muy de acá. En España he tenido que hacer muchas cosas para sobrevivir, cosas que me agradaban y otras que eran una mierda.
�¿Cómo ve en retrospectiva su experiencia con Los Redondos?
�Musicalmente, me fue muy bien. Cuando entré al grupo, a principios de los 80, reorientaron su música y definieron su estilo.
�¿Compartía con ellos la postura de no hacer concesiones que atentaran contra la independencia de la banda?
�Nunca le di mucha pelota a eso. A mí siempre me interesó más la música que otra cosa. Cuando la música desaparece, desaparece todo. Esa política a veces la trataba de entender, pero a veces me parecía sin sentido.
�¿Willy Crook y Piojo Abalos, ex compañeros suyos, compartían su idea de no meterse en la política del grupo?
�La parte social de la banda no nos pertenecía. El vínculo era musical. Cuando se me trabó esta parte fue cuando decidí alejarme del grupo.
�¿A qué atribuye la violencia que se genera en sus recitales?
�Quizás a la mentalidad de un público que, en la época de Gulp e inclusive antes, era otro. Los shows eran muy teatrales y la gente tenía otra onda. La masividad provocó que la gente cambiara y empezaran a ir a verlos aquellos que defienden banderas. Y encima se pelean.
�Pero Divididos también es un grupo masivo de rock y sin embargo no existe ese nivel de violencia en sus recitales.
�Pasa por una cuestión de saber conducir un show. Quizás, Los Redondos no sepan manejar esas situaciones. Divididos, al contrario, tiene una muy buena comunicación con el público. Hay que hacerse cargo de la situación que estás generando con la gente y eso a Los Redondos se les fue de las manos. Tienen muertes encima en sus conciertos y eso es muy serio.
�¿Volvería a tocar con ellos?
�No. Es una etapa superada. Ya no me seduce.
�¿Por qué en España nunca tuvo trascendencia el rock en español?
�Por cuestiones culturales. Ellos conciben al rock como anglosajón. Si bien son muy creativos a nivel pop, no tienen identidad rockera. Argentina está bien representada: Moris mueve muchísima gente, es muy respetado. Calamaro vende discos, pero es más popular acá. Aquelarre es historia y Ciro es más de culto.
�¿Y usted, qué lugar ocupa entre ellos?
�Sólo soy un trabajador. Humildemente parte de la camada. Creo que también puse lo mío. Pero España también me dio mucho.
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