Por Pablo
Vignone
Ante el marco que merecía, unos 20 mil espectadores a los que
no acobardó el clima amenazante, el campeón del TC 2000,
Juan Manuel Silva logró su primera victoria del campeonato, la
primera en más de un año, y sentó un record histórico
que será difícil de superar, dado que el chaqueño
se transformó en el noveno piloto distinto en ganar una competencia
en el certamen de la categoría. La victoria de Silva fue la antítesis
de lo que le sucedió al equipo oficial Ford, que en el momento
de arrancar jugaban con las mejores cartas, pero al que, en 20 vueltas,
volvió a castigar la maldición porteña.
Me robaron la carrera, gritó Henry Martin, el puntero
del campeonato, apenas bajado de su Escort, mientras pedía una
cámara de TV para denunciar lo que creía era un despojo.
El sanjuanino largaba con las mejores credenciales: pole-position, un
motor excelente, piso húmedo pero sin lluvia a la vista, su coequiper
Gabriel Ponce de León como un Sancho Panza obediente partiendo
desde la segunda posición. Pero Martin, como su escudero, se equivocaron
en el mismo inicio, adelantándose en la partida, un hecho reconocido
a la larga por el jefe del equipo, Oreste Berta (h): Mala suerte,
largaron cuando no tenían que largar.
Primero Ponce, luego Martin fueron convocados a pasar a 60 km/h por los
boxes, como forma efectiva de penalización. Mientras el juninense
cumplió (pero lo hizo a más de 60 km/h, por lo que debió
repetirlo), el sanjuanino no se dio por aludido, lo que motivó
que el CD le pusiera bandera negra. La explicación de Martin rozó
lo infantil. Seguí en carrera porque sabía que no
había cometido una falta y entendí que yo tenía razón.
Eso es como si en el fútbol un jugador expulsado decidiera continuar
en la cancha porque está convencido de que no hubo infracción,
desconociendo el poder de la autoridad. Berta, enancado en un bajo perfil
pero sin dudas molesto, amplió: Martin no tenía radio,
pero imaginé que había visto la señalización.
La excusa de Ponce no fue menos pueril: El coche se movió
porque esa posición de largada está en bajada...,
un descubrimiento topográfico lindante con lo risible. Para completar
el domingo negro del óvalo, a Daniel Cingolani, escolta de Martin
en el torneo, se le rompió el motor en el final luego de haber
crucereado alrededor del décimo puesto durante toda su carrera.
Este auto me deja muchas dudas. En lo lento se iba de trompa y patinaba,
en lo rápido se iba de cola, se quejó el piloto.
Desde que el TC 2000 retornó al autódromo en la moderna
época de las 16 válvulas, Ford nunca pudo gozar un domingo
exitoso. Así, lo que hubiera sido, sin duda, un festival de la
marca, se transformó en una carrera tensa, abierta a la expectativa
por lo que sucedía tanto en la calle de boxes como en la pista.
Porque el adelantamiento de Martin fue advertido por los otros equipos
cuando la TV mostró una toma no habitual, y los responsables de
otras marcas fueron a protestar al control de la carrera, el trailer de
la CDA del Automóvil Club. Y aunque los tres CD no atendieron ningún
reclamo durante la prueba, la sensación de tirantez entre los distintos
equipos que pelean el campeonato con todos los recursos que tienen
a la mano quedó flotando en los hiperpoblados boxes, aunque
Berta (h) aceptara que la actitud de sus rivales no le parecía
antideportiva.
La comedia de enredos continuó con la penalización de Gabriel
Furlan, efímero puntero luego de sacar de pista a Omar Martínez,
que había heredado la vanguardia una vez que los Ford se esfumaron.
El incidente motivó un duro cruce entre ambos pilotos tras la carrera
(ver aparte). Entonces, la mesa quedó servida para Silva, y el
chaqueño, con la servilleta puesta y persignándose cada
vez que pasaba por la línea de llegada, se preparó para
el festín.
Cuando vi que los dos Ford ya no estaban en la punta, me dediqué
a esperar qué sucedía con Martínez y Furlan contó
el Pato. Una vez queGabriel fue penalizado, traté de hacer
una carrera tranquila y cuidadosa. Además sabía que tenía
una buena diferencia con Traverso.
La alegría de Silva sólo era comparable con la del sanjuanino
Fabián Flaqué, que, corriendo un Ford Escort del equipo
de Luis Belloso a verdadero pulmón, terminó tercero, pese
a la dura lucha que sostuvo con Emiliano Spataro, que corría con
el Peugeot 306 su cuarta carrera en el TC 2000, para terminar cuartos
en excelente cosecha.
En
el momento justo
Por P.V.
Pato,
te acordaste de manejar, lo chanceó Juan María
Traverso en el podio. Hacía más de un año que
no ganaba: su última victoria databa del 1º de agosto
de 1999, también en Buenos Aires. Esta victoria me
viene muy bien porque estoy pasando un mal momento, admitió
Silva antes de ponerse a llorar en el podio. Luego, mostró
la camiseta de Boca que llevaba bajo el buzo, con el mismo sponsor
que su Honda, y amplió el concepto. Había cuestionamientos,
que el equipo no me tenía en cuenta, que no estabma manejando
como antes, cosas que me hacían sufrir. Por eso, este primer
triunfo como campeón del TC 2000 me llega en el momento justo,
señaló el chaqueño, que ahora está a
siete puntos del líder del torneo.
|
|