Por Cledis Candelaresi
Ricardo
López Murphy prepara un proyecto de reestructuración integral
del área de Defensa, que en los próximos días elevará
a consideración del Gabinete Nacional. El "Plan de Modernización
para Mejorar la Calidad del Gasto", al que accedió en exclusiva
Página/12, prevé, entre otras medidas de ajuste y cambios
en la organización de las Fuerzas Armadas, la venta de más
de 100 inmuebles, incluido el amplio edificio de los marinos Libertad;
la creación de un régimen de capitalización para
organizar el retiro de quienes se incorporen a cualquiera de las tres
armas a partir del año próximo y la extensión de
la carrera militar. Los cambios que el ministro propone instrumentar en
la cartera castrense no prometen grandes ahorros en lo inmediato sobre
su presupuesto de 3700 millones de pesos anuales. Pero amagan alterar
la estructura interna de poder, centralizando decisiones clave como las
compras o los ejercicios que debe hacer el Estado Mayor Conjunto.
El jefe de Gabinete de asesores del ministerio y coordinador del proyecto,
Marcelo Acuña, asegura que el objetivo "no es gastar menos
sino gastar mejor", transfiriendo recursos del área administrativa
a la operativa. La estrategia oficial se basa en el hecho de que Defensa
no tiene demasiado margen para recortar su presupuesto. Por el contrario,
sostiene que las constantes podas registradas en la última década
habrían quitado operatividad a las Fuerzas Armadas, privándolas
hasta del combustible necesario para los entrenamientos.
Sin embargo, a la hora de seducir a sus pares del gabinete López
Murphy arriar su condición de economista partidario de la austeridad
fiscal. El argumento del ministro de Defensa será que, con las
reformas previstas, a largo plazo el Estado se habrá quitado grandes
pesos de encima. Página/12 adelanta los puntos centrales del amplio
plan elaborado en el edificio Libertador, que seguramente generará
resistencia, y malhumor entre algunos militares.
Centralización del
Sistema de Compras. A través de una resolución, el Estado
Mayor Conjunto se verá forzado a asumir su rol de planificador
de las actividades operativas de las tres fuerzas. Ninguna de ellas podrá
decidir por propia cuenta qué ejercicios hacer. Un decreto, en
tanto, pondrá en manos de López Murphy la aceptación
o rechazo de las compras requeridas, que serán autorizadas en base
al presupuesto disponible y al plan operativo que haya elaborado el Estado
Mayor Conjunto.
En Defensa aseguran que ese diseño centralizado permitiría
"tomar decisiones más racionales" y, además, evitar
compras innecesarias. Entre los varios ejemplos que ofrecen los funcionarios
del área están los 200 millones de pesos que habría
destinado la gestión anterior para aviones A4. Se trata de un material
bélico ofensivo, cuando las necesidades del país son indiscutiblemente
defensivas. O la adquisición de vehículos 4x4 de marcas
diversas, lo que encarece el mantenimiento.
Esa centralización, así como otros retoques para adaptar
el sistema de compras al nuevo régimen nacional, permitiría
un ahorro inmediato cercano a los 70 millones de pesos anuales. Para calcularlo,
Defensa presta atención a la experiencia de Gran Bretaña:
la centralización de las decisiones de compra habría permitido
reducir en más de un 20 por ciento los gastos en este rubro, que
en Argentina alcanzan los 350 millones de pesos por año.
Modificación de la
carrera militar. Esta es una de las iniciativas que seguramente despertará
más resistencia. La intención es prolongar la permanencia
en los grados para evitar ascensos y retiros (jubilaciones) tan tempranos.
La carrera durará más tiempo y será necesario permanecer
más años en actividad para poder retirarse con el ciento
por ciento de la remuneración. De ese modo, la actual "estructura
romboidal" de las armas, con mucho personal jerarquizado, se reemplazaría
por otra "piramidal", con menos militares en los grados superiores
y bastantes en la tropa (ver más detalles en nota aparte).
Régimen de capitalización.
Quienes ingresen a cualquiera de las tres armas a partir del 2001
aportarán al régimen de capitalización. A largo plazo,
esa medida eximiría al Estado de la obligación de atender
los retiros militares. En lo inmediato, sin embargo, privaría al
estatal Instituto de Asistencia Financiera de los nuevos aportes. Hoy
el IAF es deficitario y Defensa destina año a año 1200 millones
de pesos para asistirlo. Esto es así en gran medida porque hay
más retirados (83.873) que activos aportantes (63.518).
Reubicación de militares
fuera de la administración. Se centralizarán tareas
administrativas en la sede del Ministerio de Defensa, por ejemplo, la
liquidación de haberes. Esto permitiría que muchos uniformados
puedan ser reubicados en tareas operativas, ya que haría falta
menos personal para las tareas de administración.
Venta de inmuebles. Hay
dos planes. Uno consiste en concentrar personal de todas las armas en
el edificio Libertador, despejando el Libertad (Armada) y, tal vez, El
Cóndor (Fuerza Aérea) para su venta. El primero demanda
11 millones anuales para su mantenimiento y los otros dos 8 millones cada
uno. El otro proyecto inmobiliario prevé la venta de 111 inmuebles
considerados innecesarios, sobre un total de 1913 bienes inventariados
en todo el país. Entre los disponibles se incluyen muchos de gran
atractivo, como el edificio ubicado en Viamonte y Callao, hasta hace poco
sede del Batallón de Inteligencia 601, uno de los símbolos
de la represión militar de la última dictadura. Defensa
impulsa un proyecto de ley que permitiría vender sin licitación
pública cuando el comprador sea otra dependencia del Estado.
Unificar servicios de salud.
Este proceso ya empezó en el área educativa, con la
unificación de Escuelas de Guerra e Inteligencia. La idea es hacerlo
extensivo a Salud, de modo tal que no haya instituciones exclusivas para
cada arma sino que todos los hospitales militares atiendan, sin discriminación,
a cualquier uniformado y a sus familiares. * Unificación de la
red informática. Esto se conseguirá a través de la
ya iniciada instrumentación de la Red Global de la Defensa, que
permitirá conectar los sistemas informáticos de las tres
fuerzas, hoy independientes. Es mucho más que un proyecto técnico.
Esta homogeneización de redes auxiliará al titular del Estado
Mayor Conjunto en su planificación operativa y al ministro en la
económica. Cuando el sistema funcione a pleno, López Murphy
podrá controlar cada compra y conocerá a través de
su pantalla cuánto cuesta hacer un ejercicio que planean los militares.
En función de ello podrá habilitarlo o suspenderlo hasta
el lejano futuro en el que las cuentas mejoren.
Inmobiliaria
Estado SA
La venta de activos públicos
se transformó casi en una muletilla oficial a la hora de
recaudar fondos, aunque no es privativa de este Gobierno. La administración
de Carlos Menem también había previsto un plan de
reformulación del Ministerio de Defensa que incluía
la venta de inmuebles. Sin empresas para privatizar, el de la Alianza
parece dispuesto a concretar esa iniciativa y otras del estilo en
casi todas las áreas públicas. Una decisión
reciente fue la que Nicolás Gallo consensuó con José
Luis Machinea para afectar al Plan de Infraestructura una serie
de valiosos bienes ubicados a lo largo y ancho del país.
El grueso son terrenos de playas ferroviarias, casi todas con ubicación
privilegiada, que servirán de garantía en un fondo
fiduciario: con ese respaldo el Gobierno prevé construir
obras públicas por más de 7000 millones de pesos.
Tampoco van a sobrevivir los no menos costosos bienes que integran
el patrimonio de Vialidad Nacional. En este caso, serán liquidados
a través del Banco Nación para saldar deudas contraídas
con los contratistas.
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EL
PRESUPUESTO DE DEFENSA ESTA EN NIVELES DE 1992
"Bajamos las raciones de los soldados"
Por
C.C.
"Si todas las áreas
del Estado tendrían sus gastos al nivel de 1992, como hizo Defensa,
en el país habría superávit fiscal", sentenció
Ricardo López Murphy durante un breve diálogo con este diario.
Fue, quizás, la única opinión directa sobre algo
que no es estricta competencia de su cartera que arriesgó el ministro,
alguna vez mencionado como eventual recambio de José Luis Machinea.
Los números oficiales parecen darle la razón, ya que mientras
el gasto público total crece, el presupuesto de los uniformados
disminuye. "Bajamos las raciones de los soldados", ponen como
ejemplo de extrema austeridad sus colaboradores.
El ministro de Defensa estaba familiarizado con los temas presupuestarios
militares antes de que Fernando de la Rúa le confiara su actual
misión. López Murphy preside el Centro de Estudios Para
la Etica y la Eficiencia de la Función Pública, que tiene
entre sus directores a un teniente coronel retirado especializado en el
rubro. Carlos Giardino había editado un trabajo en el que detalla
el derrumbe presupuestario que sufrieran las Fuerzas Armadas y precisa
el dilema actual: Argentina destina relativamente mucho dinero en relación
con las hipótesis de conflicto, pero esos recursos son absolutamente
insuficiente para las presentes necesidades.
Según las estadísticas elaboradas en Defensa, desde que
terminó la última dictadura militar hasta el año
pasado el gasto total nacional (sin Defensa) subió un 62,1 por
ciento. En el mismo lapso, entre 1983 y 1999, las erogaciones de la cartera
castrense retrocedieron un 38 por ciento. Los colaboradores del ministro
utilizan otros datos para fundar sus quejas por administrar dependencias
con recursos muy escasos: el gasto del área representa cerca del
1,5 ciento del Producto Bruto Interno, menos de un cuarto de lo que significaba
hace una década.
Esos menores recursos, se lamentan los funcionarios del área, ocasionan
muchas penurias a Defensa. Sostienen que ese retroceso constante de fondos
disponibles no sólo impide invertir en tecnología o equipamiento
de primera, sino que hasta priva del combustible para las maniobras o
la comida apropiada para la tropa. Y todo eso a pesar de que, según
se ocupa de mencionar López Murphy, la cantidad de efectivos en
actividad "disminuyó de 250 mil a alrededor de 100 mil en
la actualidad".
Sin embargo, el economista liberal, reconocido por su discurso proajuste,
no demanda más fondos. "Sabemos que no podemos reclamar más
presupuesto. Por eso tenemos que poner nuestro ingenio para manejarnos
con lo que hay", comentó a este diario su jefe de asesores.
En la actualidad, el 85 por ciento del presupuesto se destina al rubro
personal, donde los retirados superan a los activos. Para los funcionarios
de Defensa, sería ideal bajar esa proporción al 45 por ciento,
porcentaje promedio en países del Primer Mundo. Pero descuentan
que esto es para un futuro aún demasiado lejano. Mientras tanto,
cualquier baja es difícil y termina comprometiendo al ya castigado
rubro de inversiones y tecnología, que absorbe una porción
muy pequeña de los recursos totales.
Debido a esa situación, Defensa asegura que será eximida
de la poda prevista para el Presupuesto 2001. "No hay margen para
cortar nada", aseguró a Página/12 Marcelo Acuña,
jefe de asesores. Sin embargo, es muy factible que esa misma afirmación
se escuche en otras varias dependencias del Estado a las que Economía
ordenó podar el 13 por ciento promedio sus gastos respecto de los
ya recortados del 2000.
La carrera
militar ya no será de corto aliento
Una de las propuestas que recibirá más resistencia
por parte de los uniformados será la de prolongar para algunos grados
el tiempo mínimo de permanencia para poder ascender.
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Por
C.C.
La modificación de la
carrera militar y el régimen de retiros es, quizás, la apuesta
más ambiciosa del plan ideado por el equipo de Defensa. Pero como
otros puntos de la propuesta oficial, éste aún tiene muchas
definiciones pendientes, que los propios uniformados u otras áreas
del Estado (el Ministerio de Economía, por ejemplo) podrán
utilizar para negociar cambios más acordes con sus aspiraciones
o necesidades.
Según consigna en el proyecto, al que tuvo acceso Página/12,
titulado "Reformas de segunda generación", el ministerio
a cargo de Ricardo López Murphy persigue un doble objetivo al reformular
el régimen previsional de los militares. Por un lado, que las Fuerzas
Armadas ajusten su estructura "a la que se puede suponer como ideal",
redistribuyendo hacia arriba o hacia abajo el personal jerarquizado de
las franjas intermedias (por ejemplo, oficiales y suboficiales). Por otro,
reducir el déficit.
La primera gran medida es modificar la carrera, prolongando para "algunos
grados" el tiempo mínimo de permanencia para poder ascender.
Aún no está definido qué casilleros de la estructura
serán afectados ni en cuánto se alargará el paso
por él.
Pero así como se subirá el tiempo mínimo para permanecer
en un grado, también habrá topes máximos: nadie podrá
permanecer más de cierto lapso en un lugar de determinada jerarquía.
Esto supone que o hace méritos para ascender o podría retirarse
con una remuneración menor.
En esa línea, habrá "un aumento en el tiempo de retiro
para lograr una remuneración máxima del ciento por ciento".
Defensa sueña que "el resultado financiero de esa modificación
se manifestará en una importante reducción del gasto en
personal que pasa a retiro", ya que será más difícil
conseguir ese status.
El segundo paso será sustituir el actual régimen previsional
de los militares, basado en beneficios definidos --el Instituto de Ayuda
Financiera garantiza una haber definido, al margen de los aportes realizados--
por otro de capitalización, donde los uniformados cobrarán
al retirarse según lo que hayan conseguido acumular en su cuenta
individual por los aportes del Estado y los descuentos practicados sobre
sus remuneraciones.
El nuevo régimen será obligatorio para todos aquellos que
ingresen al sistema a partir del año próximo. Para los actuales
efectivos serán optativo. "Quedará a voluntad del actual
personal en actividad solicitar, si lo desease, pasar a ser regido por
este nuevo sistema", se destaca en el documento. De ese modo, la
capitalización también será opción para cualquiera
de los casi 100 mil efectivos actuales.
Otra gran incógnita a despejar es quién manejará
esa millonaria masa de aportes, que podría resultar tentadora para
las AFJP que operan en el mercado. Los técnicos del edificio Libertador
aseguran que ese aspecto del programa aún no está cerrado,
pero que, en principio, piensan en una entidad manejada por el propio
Estado, sólo que con los criterios que rigen a las AFJP.
El Estado, que hoy destina alrededor del 40 por ciento del presupuesto
del área al pago de haberes jubilatorios, difícilmente logre
desentenderse en algún momento de esa obligación. Actualmente,
garantiza la Prestación Básica Universal (PBU), obligación
que mantendría cuando se ponga en marcha la capitalización
en las jubilaciones de las Fuerzas Armadas.
ECONOMIA
CONTRA EL RUMOR DE RENUNCIA
"¿Quién no lo quiere?"
"¿Quién
quiere que Machinea se vaya?", se preguntó Pablo Gerchunoff.
Y rápidamente se contestó: "Nadie en el Gobierno, y
muy poca gente fuera del Gobierno". De ese modo, el jefe de asesores
del ministro de Economía intentó ayer relativizar la ola
más fuerte de versiones sobre la remoción de José
Luis Machinea desde que la Alianza es poder. Esos rumores, más
allá de la suficiencia de Gerchunoff, trajeron aparejada una suba
de la tasa de riesgo país, según precisó Daniel Marx.
El secretario de Finanzas afirmó que la versión de renuncia
"tuvo un costo, porque nos han subido las tasas de interés
y eso nos genera una mayor recesión y una caída del nivel
de actividad".
Gerchunoff sostuvo que Machinea "se siente totalmente y definitivamente
respaldado" por el presidente Fernando de la Rúa para continuar
al frente del equipo del Palacio de Hacienda. "Podría apostar
-?agregó-? que en esta semana todo se va a calmar. Porque en las
declaraciones que se están haciendo (en referencia a "la reputación"
de Machinea, según el consultor de la city, Miguel Angel Broda)
no hay ninguna discusión de fondo". Para Gerchunoff, con el
FMI "no se está negociando nada, porque no hay nada que negociar.
Argentina tiene un programa y lo está cumpliendo en el corto y
mediano plazo". Y descartó que se fuera a solicitar un millonario
crédito contingente del FMI, enfatizando que Argentina "no
lo necesita" gracias a que "Machinea bajó el déficit
a la mitad, la deuda externa es similar a la que presentan otros países
y la Convertibilidad está asegurada". No quedó claro
en sus declaraciones si en los últimos días Gerchunoff no
se ha estado comunicando con sus compañeros de equipo o si, en
definitiva, tiene la vocación de decir lo opuesto a lo que Economía
hace. Porque lo cierto es que Machinea, desde Estados Unidos, Marx y Mario
Vicens, secretario de Hacienda, en Buenos Aires, hicieron referencia en
las últimas 48 horas a la negociación de ese crédito
extraordinario del Fondo Monetario.
En línea opuesta a la lectura de la realidad que hace Gerchunoff,
Vicens partió ayer rumbo a Estados Unidos para reunirse con la
jefa del organismo para el Hemisferio Occidental, Teresa Ter Minassian,
y el jefe de la misión argentina, Tomás Raichman. Salvo
que Vicens tenga como placer ir de vacaciones a Washington para visitar
a los funcionarios del FMI, su trabajo será el de continuar negociando
la flexibilización de las metas fiscales o, en términos
más del gusto del equipo económico, el desvío que
alcanzaría los 500 millones de pesos, según admitió
el propio ministro. Consultores de la city, en cambio, estiman que ese
exceso en la meta del déficit de 4700 millones sería de
1000 a 1300 millones.
Para que ese desvío no se transforme en descarrilamiento, Economía
guarda un as en la manga: el descuento adelantado en el sistema bancario
de los pagos de la última moratoria impositiva. Con ese dinero,
sostiene un estrecho colaborador del ministro, el Fondo aceptará
el cierre de las cuentas fiscales de este año.
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