Al repasar de los diarios
los artículos que me interesan y guardo para leer, cuando
puedo darme tiempo y espacio en mis obligaciones, volví a
conectarme con la nota que el periodista Martín Granovsky
efectuara el domingo 6 del corriente, en el diario Página/12,
sobre la carta que le dirigiera el reconocido y respetado Comité
de Abogados por los Derechos Humanos de Estados Unidos de Norteamérica.
Por ella, tomé conocimiento de que el general José
Teófilo Goyret se desempeña como profesor en el Programa
de Relaciones Internacionales para graduados en la Facultad de Derecho.
Si
bien me llamó la atención la presencia en esa casa
de estudios de quien sustentara que se estaba luchando contra el
enemigo de la humanidad y fuera solidario con el siniestro plan
de sus camaradas que optaron por la puesta en marcha de procedimientos
clandestinos e ilegales, sobre la base de órdenes que, en
el ámbito de cada uno de sus respectivos comandos, impartieron
los enjuiciados, como usted lo afirmara en la sentencia con
que se condenó a los ex comandantes del tristemente célebre
proceso, más me sorprendió saber que no estaría
de acuerdo con la realización de un debate público
sobre la verdadera personalidad de quien requisó y confiscó
el 25 de mayo de 1977 el diario La Opinión.
Con toda sinceridad, me cuesta creer, doctor DAlessio, que
haya dicho que los cargos que ocuparon los funcionarios no
son tan importantes como los actos que realizaron en sus funciones.
Para el caso, su definición resulta ser un sofisma. No se
llegaba a un cargo de trascendencia y con cierta cuota de poder
si no se pertenecía a la camada de promoción de los
gobernantes o no se estaba fielmente identificado con los objetivos
y fines del llamado proceso de reorganización nacional,
que carecía de plazos para la devolución del gobierno
republicano y representativo, a los legítimos poseedores
de la soberanía popular. Me pregunto entonces, ¿los
planificadores o los diseñadores intelectuales de tan macabra
política, que exigía el cumplimiento de las pautas
y órdenes de trabajo para ser eficiente funcionario o ejercer
de la mejor manera el rol asignado, y los encubridores
o los cómplices primarios y secundarios no tienen
ninguna responsabilidad o estas categorías tipo ya no existen
en la legislación penal?
Digo esto porque la denominada Junta suscribió
un acta declarando que las operaciones contra la subversión
y el terrorismo llevadas a cabo por las fuerzas armadas, de seguridad,
policiales y penitenciarias se fueron ejecutando conforme a planes
aprobados y supervisados por los mandos superiores orgánicos
de las Fuerzas Armadas y por la Junta Militar, que, con fecha
28 de abril de 1983, firman Nicolaides, Franco, Huges y fuera publicada
en el Boletín Oficial del 2/5/83.
Esa acta, que de un visto y considerando
muy breve, contiene sólo dos artículos, se instrumentó
en base a los decretos 2770/75, Consejo de Seguridad Interna, Constitución,
Competencia; 2771/75, Consejo de Defensa, Convenios con las provincias
para colocar bajo su control operacional al personal policial y
penitenciario para la lucha contra la subversión y 2772/75,
Fuerzas Armadas, Ejecución de las operaciones militares y
de seguridad necesarias para eliminar la subversión.
Además, quiero recordar el episodio en el cual le tocó
actuar directamente a Goyret, después de la entrevista que
le hicieran José Timerman y la esposa de Jacobo, para ubicar
a su marido, secuestrado en julio de 1977 por segunda vez. No habían
transcurrido dos horas de la desesperante solicitud de paradero
que le formularan, cuando Goyret hizo comparecer a Héctor
hijo del director titular de La Opinión para
comunicarle que iba a ser recibido por el comisario Etchecolatz
y para ello le estableció un zigzagueante recorrido para
poder ver a su padre.Su intervención y las consultas que
imaginamos debe haber realizado, dada la relevante condición
del hasta entonces desaparecido Jacobo Timerman, vienen a demostrar
la identificación subordinación y valor de Goyret
con el contenido de la citada acta de la Junta Militar
publicada en el referido Boletín Oficial.
Si bien hoy podemos rescatar alguna acción de aquellos tiempos,
en que la vida no tenía validez alguna para los mesiánicos
e iluminados salvadores de la patria, no es menos cierto que todos
aquellos conciudadanos carentes de un cierto nivel social o de una
sobresaliente notoriedad profesional, sin pasar por los tribunales
ni tener derecho a defensa, fueron a engrosar la lista de los hoy
ausentes. ¿En cuántas oportunidades, con su palabra
o con un concepto definitorio, alzó o bajó el pulgar
el general José Teófilo Goyret; cuántas veces
miró para otro lado; se hizo el desentendido; se escudó
en su desempeño intelectual; negó la información
sobre los hábeas corpus presentados; ocultó y distorsionó
las críticas al gobierno de facto provenientes del exterior
y en cuántas oportunidades durmió tranquilo, besó
a sus seres queridos sin que lo acosaran los fantasmas del terrorismo
de Estado que él sirvió y apoyó?
Doctor DAlessio: como ex juez de la Cámara Nacional
de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal de la Capital
Federal, que juzgó a los ex integrantes de las sucesivas
Juntas Militares, con todo respeto le pregunto si usted dejaría
que a su hijo lo formase en la vida y en el derecho un hombre que,
usando las armas que le entregó el pueblo para su defensa,
las volviera contra él; que derrocó un gobierno de
jure; que violó los derechos y garantías consagradas
en la Constitución Nacional; que colocó al pueblo
todo en total estado de indefensión; que prefirió
adherir y pertenecer al partido de la muerte, que frente a los detenidosdesaparecidos
se plegó a esa desvergonzada campaña que, santificada
por la iglesia del silencio, publicitara que los
argentinos somos derechos y humanos; que enseñó
como estrategia militar que el frío derrotaría a los
ingleses como a Napoleón y que Washington sería neutral;
que sigue gozando de la impunidad más absoluta y que cotidianamente
aporta para consolidar el país de la desmemoria con su intelecto
y sus clases.
Si esto no fuera suficiente para realizar ante los estudiantes y
los graduados el debate público sobre la personalidad de
José Teófilo Goyret, le digo que se estará
pretendiendo enterrar una vez más a los detenidosdesaparecidos,
en el campo non sancto de la injusticia y de la mentira.
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