El ex presidente Raúl Alfonsín le reclamó al gobernador Carlos Ruckauf que tome medidas concretas para prevenir nuevos ataques a los quinteros bolivianos. No sólo dando apoyo a las investigaciones abiertas por la Justicia, sino también asumiendo su responsabilidad de educar contra la xenofobia. En los últimos meses, las familias bolivianas sufrieron más de sesenta violentísimos asaltos. Hubo 13 detenidos, pero los robos continúan. El último fue el martes pasado y los investigadores volvieron a deslizar sus sospechas de que detrás de estas bandas puede estar la mano de policías bonaerenses. Ayer, Alfonsín pidió que se comprenda "la importancia tiene la educación para prevenir la xenofobia" y le exigió al gobierno de la provincia que "asuma su responsabilidad en el tema". Tarea para la cual --ironizó el ex presidente-- "seguramente puede contar con el intendente de Escobar, comisario (Luis Abelardo) Patti". Las víctimas del nuevo asalto fueron dos familias de quinteros de Zárate, a quienes cinco encapuchados aterrorizaron durante más de una hora para quitarles un botín de mil pesos. Los agresores entraron a la madrugada, mientras todos dormían. En la casa había seis chiquitos. Uno de los asaltantes le puso el caño de una escopeta en la boca a uno de ellos --un nene de cuatro años-- mientras preguntaba a los gritos a su padre dónde escondía el dinero. Los adultos pasaron por la pesadilla conocida: golpes, patadas y tajos en la cara: "Tengo sida --les advirtió uno de los encapuchados-- dame la plata o te violo". Esta vez los ladrones no usaron picanas, pero amenazaron con hacerlo. Por el caso hay dos detenidos que se niegan a declarar. Fueron apresados el jueves e identificados por sus víctimas porque a uno de ellos se le había corrido la capucha en plena faena: resultó ser el hijo de un hombre que había trabajado con un tractor en la zona de las quintas. El fiscal a cargo de la pesquisa, Juan José Maraggi, consideró por esto que en principio se trataría de una banda aislada, sin relaciones con los grupos que protagonizaron los otros ataques xenófobos ocurridos a lo largo de este año en Escobar. Los investigadores, sin embargo, están atentos a un detalle que coincide con los asaltos anteriores: "una vez más, junto el asalto a una quinta, volvió a producirse en la zona un hecho vinculado a piratas del asfalto", apuntó uno de ellos. Este común denominador alimenta la hipótesis de que los ataques pueden estar siendo planificados para que cumplan una función de pantalla. Ayer, en su reclamo a Ruckauf, Alfonsín consideró que los casos ocurridos en los últimos meses "son similares en su brutalidad no exenta de duras manifestaciones xenófobas". El presidente de la UCR fue apenas atrás en el tiempo para recordar que en los últimos meses del gobierno anterior "había comenzado a denunciarse a ciudadanos de países vecinos como posibles responsables de diversas clases de hurto, en lo podía ser una campaña, que descontamos no era urdida por el ocasional portavoz". Concluyó que, aunque no cree "que haya un argentino decente que pretenda emular la prédica de (el gobernador austríaco neonazi Joerg) Haider o de (Jean-Marie) Le Pen, debe comprenderse la importancia que para prevenir la xenofobia, así como para provocarla, tiene la educación". Y llamó a "provocar actitudes éticas que alejen en nuestra nación" el peligro del racismo. El primer asalto violento que sufrieron las familias de quinteros ocurrió el 23 de mayo pasado cuando quince encapuchados entraron a una casa de Los Cardales, atacaron a hachazos a Rómulo Carrizo y picanearon a Abel Martínez. A partir de entonces los robos se sucedieron: Fidencio Choque fue asaltado en Matheu; lo torturaron con una plancha caliente. Dos miembros de la colectividad fueron asesinados --uno en General Rodríguez y otro en Pilar-- por negarse a entregar el dinero. En todos los casos, la violencia estuvo acompañada de expresiones racistas. En cuanto a Patti, el intendente ha dejado clara su postura sobre el tema. Sin separarse una línea de su prédica usual, el ex subcomisario se ha quejado porque --dice-- nadie ha dado "una pateadura" a los detenidos para que confiesen quiénes son sus cómplices. La defensa de una policía de mano dura es, en los hechos, el único punto en el que Patti ha logrado coincidir, una y otra vez, con el gobernador de la provincia.
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