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Roque Casciero La conexión de Fermín Muguruza con la música empezó por The Clash. Un concierto del cuarteto punk inglés que el cantante vasco presenció en 1979 lo empujó a hacer sus primeras armas. Su trayectoria en bandas de hardcore punk con compromiso social como Kortatu y Negu Gorriak, y su reciente disco solista Brigadistak Sound System son la demostración de que Muguruza aprendió bien la lección. "The Clash fue el grupo que nos despertó y nos abrió los oídos, porque eran capaz de mezclar ritmos como reggae, punk, hardcore, dub, funky e incluso toques de tecno. Y también era un grupo comprometido, así que creo que ellos son los que marcaron el punto de inflexión y también la pauta de lo que tiene que ser revolucionario a nivel musical", dice el cantante, en entrevista telefónica con Página/12. En realidad, más que un disco solista, Brigadistak... parece más un atlas del rock latino comprometido, siempre con el reggae y sus derivados como lugar de encuentro. Por la placa pasan Manu Chao, los ahora separados Todos Tus Muertos, P18 (del ex Mano Negra Tom Darnal), los venezolanos Desorden Público, los mexicanos Tijuana No, miembros de los cubanos Van Van, y Mad Professor, un genio del dub que trabajó con Lee Scratch Perry y Massive Attack, entre otros. "Mi idea era hacer una especie de referencia a lo que sería un soundsystem a nivel mundial", explica Muguruza. "El concepto de este disco es el de un encuentro con distinta gente. Existe una invitación a la improvisación, a que cada uno se exprese en su idioma, aunque yo canto en euskera, el idioma vasco. Por eso es que hay lenguas distintas, que pueden ser mayoritarias como el castellano, el inglés, el francés o el italiano, o minoritarias como el catalán, el aragonés y el nahual, que es una antigua lengua de los aztecas". --Entre tantos idiomas, el reggae permanece en todo el disco. --Hoy, la música jamaiquina es un lenguaje universal. Evolucionó tanto, que hablar de reggae es tan general como hablar de rock. En mi disco se pueden encontrar roots, rock steady, dancehall, raggamuffin, dub, jungle y drum'n'bass. Y tienen la cadencia inconfundible del reggae. --Usted aprendió a hablar el euskera a los 24 años. ¿Cómo es que ahora le resulta más cómodo escribir en ese idioma que en castellano? --Se debe a un proceso al que me ha llevado el compromiso ideológico para recuperar esa lengua. Fue realmente un gozo poder dominar el euskera, porque es mi lengua. Entonces quise profundizar: leí a escritores viejos y contemporáneos, escuché música, me introduje en lo que es lenguaje más técnico, hasta llegar a un punto en que me resulta más fácil expresarme en euskera. También puedo dominar el castellano, pero en el euskera tengo una riqueza increíble, porque he profundizado. De hecho, es el lenguaje que uso en mi casa, con mis hijos y con mis padres, con quienes no tuve la oportunidad de hablarlo cuando era chico, porque estaba prohibido por la dictadura de Franco. No reniego del castellano ni considero que haya una guerra entre idiomas, una cuestión que ocurrió durante el fascismo. Lo que intento es defender la cultura vasca a través de nuestra lengua. --Antes de hacer el álbum, ¿ya tenía usted la idea de combinar letras combativas con una música que hasta se podría calificar de festiva? --Sí, porque a veces pareciera que para protestar por una situación o para contar una serie de hechos dramáticos hay que acompañarlos con una música que sea pareja al mensaje que estás lanzando. Y esa es la gran enseñanza que nos ha dado el mundo del reggae: cuando Peter Tosh cantaba "levántate y lucha por tus derechos", lo hacía en un ritmo que era bailable. Cuando veías las manifestaciones contra el apartheid en Sudáfrica, veías que la gente iba danzando. En Chechenia, cuando estaban luchando contra los rusos, bailaban y cantaban canciones de guerra. Por eso tenía ganas de poder decir "alguien escribió mi nombre en una bala, vivo bajo amenaza continua" y cantarlo de manera que desdramatizara, que le quitara esa sensación de ahogo que nos supone vivir en esta sociedad. --"Maputxe", una de las canciones, trata sobre los mapuches. ¿Cómo fue que entró en contacto con la problemática de esa comunidad? --El primero que me habló del tema fue Bocha, que era manager de Todos Tus Muertos. Pero lo más impactante me sucedió en Santiago de Chile, donde fueron a verme unos cuantos pibes que me dijeron: "Bueno, está fenómeno que defiendas las causas indígenas y sobre todo la solidaridad con los zapatistas, pero tendrías también que recordar a otra gente que también tiene su lengua y lucha por sobrevivir". Me introdujeron al tema mapuche y me interesé en leer, en conseguir grabaciones en las que ellos hablan. Manu Chao también tenía una preocupación con ese tema, por eso fue lógico que la canción en la que él participa hablara sobre los mapuches. --La carrera de Manu Chao y la suya tienen varias similitudes. Ambos partieron del punk y ahora están más cercanos al reggae, siempre mantuvieron una actitud contestataria... Además, Brigadistak... tiene algo de ese espíritu errante de Clandestino. --Con Manu somos grandes amigos y hemos estado recorriendo idénticas zonas del mundo prácticamente al mismo tiempo. De hecho, tenemos los mismos amigos en toda América latina. Y sí hemos ido evolucionando parecido, sobre todo desde la primera influencia del punk. El comenzó con Mano Negra y yo con Kortatu, y después, según hemos ido encontrándonos con otras culturas, otras músicas y otras maneras de entender la vida, se han enriquecido los grupos en los que hemos actuado. Y ambos acabamos en un camino en solitario, pero que en definitiva no es en solitario porque es como una crónica de viaje. El concepto y la actitud son los mismos, por eso es que Manu y yo seguimos encontrándonos por todas partes del mundo.
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