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PIO LEYVA Y BARBARITO TORRES DEL COLECTIVO “BUENA VISTA SOCIAL CLUB”
“Todo el mundo quiere vernos tocar”

Uno tiene 83 años, el otro 44. Aquél es una vieja estrella de la música cubana, a éste le dicen �el Jimmi Hendrix del laúd�. Esta noche debutarán en la Argentina, con un show en que interpretarán �Chan Chan�, y una larga serie de guajiras, guarachas, sones, danzones y boleros.
Por Fernando D’Addario

t.gif (862 bytes)  El “Buena Vista Social Club”, nombre de un luminoso boliche habanero de los años 50, sigue alumbrando a todo aquel que lo invoque. Desde que la exitosa sucesión disco-gira-película extendió la marca por buena parte del mundo, sus máximas figuras, las medianas y las pequeñas, ataron su flamante buena suerte (merecida, por otra parte) al generoso carro triunfal que las guía. De este modo, Compay Segundo se aseguró la pole position en la representatividad del combo cubano, y de él para abajo los 18 integrantes de la troupe, desperdigados, se dispusieron a cosechar las esquirlas del boom. Esta noche, en el teatro Gran Rex, les toca el turno a Pío Leyva y Barbarito Torres, dos músicos talentosos que ocuparon gustosos un segundo lugar en la lista de prioridades promocionales. Para el show de hoy, la difusión publicitaria intenta hacerles justicia, presentándolos como “figuras del Buena Vista Social Club”. En una entrevista concedida a Página/12 ambos coinciden en que “más allá de Buena Vista hay mucha música cubana que la gente puede disfrutar”.
Ocurre que, del repertorio conocido por el público a partir del disco producido por Ry Cooder (multiplatino y ganador de un Grammy), sólo interpretarán “Chan Chan” y “El cuarto de Tula”. El resto del set no será menos exquisito: abrevarán en guajiras, guarachas, sones, danzones y boleros extraídos de aquella Cuba de los años 40 y 50, ilusoria y fascinante culturalmente, a despecho de las consideraciones políticas. Pío tiene 83 años y es un viejito piola, pícaro y querible. Le dicen “el montunero de Cuba”. A Barbarito, más joven (tiene 44 años) y virtuoso ejecutante del laúd cubano (12 cuerdas, con un sonido similar al “tres”), lo llaman “el Jimmi Hendrix del laúd”, una denominación a la que el beneficiado no le otorga mayor importancia, porque “hace unos años me decían el Chuck Berry del laúd. Pero soy Barbarito y nada más. Lo que pasa es que la gente del rock no está acostumbrada a este instrumento y busca hacer un paralelo con los guitarristas”. Barbarito se reconoce como “el hijo malcriado de Pío, de Compay y de Ibrahim, porque me conocen desde chiquito. Y ahora son ellos los que parecen niños”. Pío, que conoció el Carneggie Hall de Nueva York a los 80, dice que “desde muy joven me imaginé que algún día iba a viajar a Nueva York. Miraba las películas y pensaba que alguna vez estaría allí. Lo que nunca pensé es que con Barbarito iría cinco veces seguidas. Eso ya es bastante”. También conoció a Fidel, pero “cuando recién había triunfado la revolución. El vino a una asamblea de la sociedad de autores. Pero después ya no tuvimos contacto. El estuvo en su política y yo en mi música”.
–¿En qué cambió la vida para ustedes?
B.T.: –En que tenemos más trabajo. Todo el mundo quiere vernos tocar, y parece que deberíamos tener mayores responsabilidades, pero como la personalidad nuestra sigue siendo la misma, no hemos cambiado nada. Han cambiado los demás con nosotros.
P.L.: –Para mí ha mejorado la economía, y adonde voy siempre hay alguien que se me acerca. Y también cambié el ron, que me estaba cayendo pesado, por el whisky, que ahora he descubierto que me ha asentado bien. Haber aprendido a tomar whisky es un triunfo más de mi vida. Y en España y en Francia me han dado muy buenos vinos, y lo mismo me han dicho de los de Argentina, que creo que pueden ser tan ricos como los chilenos. Pero todo lo demás sigue igual, sigo fumando mis habanos, desde los 12 años.
–¿Dónde radica el encanto de esa música?
B.T.: –Ry me explicaba que ese sonido de los años 40 era ideal para poner en la computadora, llegar a casa, tirarse en el sofá, tomarse una copita, y quitarse los zapatos. Para nosotros la música es una cosa, y para la gente es otra. Nosotros hacemos la música que hicimos siempre.
–Pío, ¿qué dicen sus hijos, sus nietos, de este momento de su carrera?
P.L.: –Mi hija es también como mi madre, porque me cuida y me maneja los números. Y no sólo tengo nietos, sino también bisnietos. A uno legusta la música, así que intentará encaminarlo para que escuche a los buenos soneros. Con el otro no me hago ilusiones. Le gustan sólo los deportes. En Cuba es así, el que no sale músico, sale atleta.

 

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