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CAFIERO DIJO QUE SABE QUE HUBO SOBORNOS PERO NO TIENE PRUEBAS
Como el inicio de una acusación

El senador peronista reconoció en el recinto que tiene la certeza de que se pagaron dádivas a algunos de sus pares a cambio de la aprobación de la Ley de Reforma Laboral. Los radicales Moreau y Usandizaga impulsaron a su par justicialista a realizar su confesión a medias. �Hoy, para el pueblo, somos un puñado de mierda�, dijo el legislador rosarino.

Los senadores peronistas por Buenos Aires Cafiero y Jorge Villaverde en el centro de la tormenta.  Ellos habían sido los únicos que presentaron cuestiones de privilegio para saber qué pasó.

Por Felipe Yapur

t.gif (862 bytes) Con su acostumbrada fuerza y en un encendido discurso Antonio Cafiero lanzó, a voz en cuello, lo que se consideró como una verdadera acusación: �Tengo la certeza de que hubo actos de soborno, pero no tengo las pruebas�, dijo el senador bonaerense respondiendo a las exigencias de varios legisladores para que brinde precisiones sobre la denuncia que había realizado sobre los supuestos pagos de soborno para la aprobación de la Ley de Reforma Laboral. A renglón seguido, el oficialismo lo cuestionó por no presentar hasta ahora pruebas sobre sus denuncias. Ante esto el veterano dirigente aseguró que se invirtió la carga de la prueba y que pasó de denunciante a investigado. Al cierre de esta edición el debate en el recinto continuaba con la presencia voluntaria del ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, uno de los implicados en el escándalo.
El grito confesional del senador bonaerense se produjo durante el tratamiento del proyecto de comunicación para delegar la investigación del tema de los sobornos al procurador general de la Nación, Nicolás Becerra. Todo comenzó cuando el radical Leopoldo Moreau, siguiendo con lo acordado en la reunión de bloque, planteó un par de cuestiones de privilegio. En la primera, el bonaerense planteó que �hay senadores e importantes dirigentes políticos que sostienen que en este cuerpo hay miembros que poseen información y no la pueden dar por distintas circunstancias�, en obvia alusión y presión para que Cafiero aporte datos si los tiene. Cafiero sólo atinó a mirarlo directamente.
A las afirmaciones de Moreau se sumaron otros tres senadores, Pedro Del Piero, Silvia Sapag y Horacio Usandizaga, quienes le exigieron a Cafiero que brinde precisiones sobre las afirmaciones vertidas en una reunión que mantuvieron la semana pasada donde éste relataba una conversación con un senador del PJ que le reconocía la coima. El más efusivo de los tres fue Usandizaga, quien aseguró que Cafiero les había dicho que sabía �de cinco �senadores� que cobraron, pero no lo puedo decir porque no lo puedo probar�. Trascartón aseguró que �hoy para el pueblo argentino somos un puñado de mierda, por lo que hay que decir las cosas y bancársela. Cafiero tiene la punta del ovillo, salvo que nos haya engañado. Me importa un carajo si se trata de radicales, peronistas, socialistas; quiero saber si acá hay un corrupto, porque si es así voy a hacer todo lo posible para echarlo a la mierda�, gritó.
La iniciativa del radicalismo, según confiaron miembros del bloque, surgió luego de que concluyeran que la fuente de información de la nota periodística sobre los supuestos sobornos habría sido el propio Cafiero. El bloque justicialistas estaba al tanto de esto y por eso durante la tarde amenazó con no presentarse en el recinto; la decisión del PJ era bajar un poco los decibeles. Pero la amenaza no surtió efecto porque el radicalismo les informó que iba a realizar una presentación en minoría. Entonces ayer hubo sesión.
Pero mientras los senadores oficialistas desgranaban sus discursos sobre los dichos de Cafiero, el veterano legislador mantenía un forzado silencio hasta que solicitó la palabra. Con su cara enrojecida lanzó la confesiónratificación de sus denuncias. �Los ladrones que se quedaron con las coimas se quedarán en sus madrigueras, pero el que paga es el que los denunció y ahora quedó como un encubridor�, continuó diciendo Cafiero en un intento por defenderse que sólo encontró eco en el entrerriano Héctor Maya.
Las frases de Cafiero sonaron duro en el recinto. Eran diametralmente opuestas a las que había pronunciado 24 horas antes durante la reunión de la Comisión de Asuntos Constitucionales. En esa instancia se había limitado a reiterar los hechos que lo habían llevado a presentar la cuestión de privilegio que desató una verdadera tormenta. Sin duda, la afirmación realizada durante la sesión va más en dirección de la que había pronunciado dos semanas atrás frente al vicepresidente Alvarez, ante el expresidente Raúl Alfonsín y ante sus propios hijos, los diputados nacionales Mario (PJ) y Juan Pablo Cafiero (Frepaso).
La defensa del bloque justicialista fue fría y la responsabilidad recayó en el rionegrino Remo Costanzo. La razón de la frialdad responde al enojo porque Cafiero �tiró la piedra del conflicto, quedamos todos manchados, y ahora no quiere dar precisiones�. Esto fue discutido largamente durante la mañana y la tarde de ayer en el bloque que preside Augusto Alasino. Otras de las definiciones a que arribaron los justicialistas es que no hay intención de expulsar del bloque a Cafiero. �Preferimos mantener la unidad interna y no generar una sangría�, confió un integrante del bloque.
Al cierre de esta edición, la Cámara continuaba su debate con la presencia del ministro de Trabajo, Alberto Flamarique. Senadores del oficialismo sostenían que seguramente la investigación de la denuncia de soborno recaería en la Comisión de Asuntos Constitucionales, que preside el justicialista Jorge Yoma, pero con la salvedad de que si en una semana no demuestra algún resultado podría conformarse una comisión ad hoc para que continúe la investigación. Todo ocurrirá paralelamente a la que inició el fiscal Eduardo Freiler, quien ayer pidió las declaraciones de Alvarez, del jefe de Gabinete, Rodolfo Terragno, del titular de la CGT disidente Hugo Moyano, del secretario general de la UTA Juan Palacios, de los senadores justicialistas Cafiero, Yoma, Alberto Tell, Jorge Villaverde y Remo Costanzo, del radical Raúl Galván, del frepasista Pedro Del Piero y del diputado del PJ, Saúl Ubaldini.

 

 

Claves
Azuzado por los senadores radicales Moreau y Usandizaga y la neuquina Silvia Sapag, el peronista Antonio Cafiero dijo en el recinto de la Cámara alta que sabía que existieron los sobornos, pero que no podía probarlo.
La semiconfesión del senador generó un tembladeral que provocó la súbita aparición del ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, en el cuerpo.
Flamarique ratificó sus dichos del día: que no existieron coimas y que no se podía generar un escándalo institucional tan grave a partir de un libelo.
Durante toda la jornada de ayer circularon versiones sobre la renuncia del ministro, que debieron ser desmentidas por él y por el vocero presidencial, Darío Lopérfido. 

 

 

opinion
Por Mario Wainfeld

Sobre dudas y decisiones

Al fin lo dijo. �Sé que hubo sobornos.� Aclaró que no tiene pruebas pero igualmente dejó la pelota picando para que algún juez lo cite no como denunciante sino como testigo. Puso más presión a la caldera que es hoy, más que el Senado, el sistema político mismo. 
Fue el pionero en instalar el tema, que luego fogonearía el vicepresidente Carlos �Chacho� Alvarez. El resto del Senado (excepción hecha del frepasista Pedro del Piero, que es un soldado de Chacho) no quiso nunca menearlo. En esta misma edición se relata que la Oficina Anticorrucpión (OA) había pedido informes antes del incendio y sólo recibió silencio por respuesta (ver página 6). El Gobierno (el vice excluido) hizo mucho por diluirlo. Si hasta el Presidente llegó a calificar de �absurdas� las versiones. Ni qué decir del ministro de Trabajo Alberto Flamarique. La Alianza asumió la obligación de acudir a la Justicia recién cuando la bola de nieve había crecido y no es una exageración decir que el resto del Gobierno fue traccionado hacia esa posición por el crecimiento mediático del tema y por la acción del Vicepresidente.
El martes, en la Comisión de Asuntos Constitucionales, Cafiero pareció haber tirado la pelota al corner. Ayer, al aseverar que sabe lo que dice que pasó, volvió a ponerse en el centro de la escena, en su condición de único testigo de cargo de un supuesto delito de estado.
¿Cuál será el siguiente paso en su juego de stop and go? ¿Volverá a callar, esperará la citación judicial o, fiel al espíritu de los tiempos, volcará su versión ante los medios? Parecería que ya no puede callar porque �más allá de las imaginables presiones o diatribas de compañeros y correligionarios� las decisiones de los protagonistas están condicionadas por el complejo e hiperdinámico contexto político. Sin ir más lejos, es de cajón que el cambio de discurso de Cafiero del martes al miércoles tuvo mucho que ver con la interpretación mediática de su conducta del martes y con el brete en que lo pusieron �recordando sus dichos� los senadores Del Piero, Uzandizaga y Silvia Sapag.
Vale señalar que salir a denunciar o a atestiguar corrupción de sus pares, una decisión ardua para cualquiera, puede serlo aún más para Cafiero. Al menos por dos motivos:
* El senador es, por trayectoria y formación, un dirigente más que orgánico, de aquellos que cree un valor mantenerse fiel a las banderas y las estructuras de los partidos históricos. Una vez rompió con el PJ pero fue en nombre de su historia y volvió al redil no bien pudo. Como viejo político que es, recela además de los ataques o críticas a la corrupción de la �clase política� debajo de cuyo poncho �como también le ocurre a Raúl Alfonsín� suele ver el cuchillo de mentalidades golpistas o antidemocráticas. Esa prudencia, hija de su experiencia, puede derivar a un corporativismo exagerado.
Su postura sobre ese punto difiere bastante de la de Alvarez, mucho menos fascinado con esas tradiciones, mucho menos tributario de la pertenencia vitalicia a un partido o del respeto a los formalismos y rituales de la vida parlamentaria. 
* Cafiero es, lo dicen quienes lo conocen, proclive a la duda. Un chiste cruel lo lapidaba años ha: �Si Antonio busca un baño y encuentra que hay dos con sendas puertas, puede terminar no entrando a ninguno�. Sin embargo es también verdad que �como Alfonsín y en rigor como cualquier político que haya protagonizado más de medio siglo de historia en un país atravesado por la violencia y la intolerancia� ha tenido que bancarse unas cuantas, cárcel incluida y ha dado no pocas batallas.
Perdió dos veces por un pelo la posibilidad de ser candidato a presidente por el PJ. Quienes lo batieron (Héctor Cámpora en el �73, Carlos Menem en el �89) llegaron a la Rosada. Fue ministro, diputado, senador, gobernador de la provincia de Buenos Aires, un curriculum impresionante que en nada lo aliviará de aprietes, temores y chicanas. Lo esperan días muy duros. Puede que lo asistan dos �consuelos� dispares: unpolítico de su calibre está obligado a ponerle el cuerpo a lo que dice ante la justicia. Y no tener �por cómo viene la mano� la posibilidad de dar un paso atrás. 

 

 

Anochecer de un día agitado para
un ministro de Trabajo furioso

En una conversación con Página/12, poco antes de asistir al Senado, Flamarique desmintió en forma terminante las versiones de coima, acusó de mentiroso a Moyano y arremetió con furia contra �la campaña de información basura�.

Desmintió las versiones de su renuncia y restó importancia al pedido de juicio político en su contra.

Por José Natanson

Alberto Flamarique vivió ayer uno de los peores días desde que asumió el cargo. Un día después de haberse presentado ante la Oficina Anticorrupción, mientras sindicalistas y peronistas hacían turno para criticarlo, el ministro de Trabajo desmentía las versiones sobre su renuncia y a la noche decidió sorpresivamente asistir a la sesión del Senado. 
�¿A qué o a quién atribuye los rumores sobre su renuncia? �le preguntó Página/12 anoche a Flamarique.
�A la misma campaña de información basura que está circulando hoy en la política argentina. Es una campaña de información basura, han infestado de información basura la Argentina.
�¿Quién?
�No lo puedo precisar, no lo sé. Yo estoy a varias cuadras del Senado.
Más allá de la desmentida, lo cierto es que el rumor refiere a la complicada situación política en la que se encuentra el funcionario.
Fue Flamarique quien comandó personalmente las largas tratativas que desembocaron en la sanción de la Ley de Reforma Laboral. En ese momento, el éxito político fue enorme, uno de los mayores de la gestión de la Alianza. Hoy, su participación en aquella negociación lo ha instalado en el centro de la escena.
�Si se confirman las versiones, ¿usted renunciaría?
�Es que no hay ninguna prueba, porque no hay hecho. No es que hay un hecho que no se puede probar. No hay prueba porque no hay hecho. 
�¿No puede haber ocurrido sin que usted se enterara?
�Sin que uno se entere pueden pasar muchas cosas, pero esto no pasó. En la negociación yo estuve y no pasó en ningún momento. Yo participé, actué, y sé cómo ha sido esta situación de la Reforma Laboral, así que sé que esto no ha ocurrido.
�¿No tiene dudas?
�No hay ningún hecho que me haga suponer que pasó nada. No ha pasado absolutamente nada. Es todo un rumor absurdo. Es basura informativa.
Hay un dato curioso en el entuerto del Senado. 
Flamarique fue el funcionario del Gobierno más perjudicado por las versiones que, paradójicamente, no se potenciaron por voluntad de un justicialista, ni siquiera de algún radical, sino por la decisión su jefe político, Carlos �Chacho� Alvarez. Ayer, lejos de abandonar el tema, Alvarez se presentó personalmente ante la Justicia y siguió firme en su voluntad de profundizar el tema. La diferencia de los dos dirigentes quedó clara en los últimos días, cuando asumieron posturas bien diferentes frente a un asunto que �por voluntad, uno, y porque no tiene opción, el otro� los tiene como protagonistas.
�¿Por qué hay tantas diferencias entre su posición y la de Chacho Alvarez? �le consultó este diario.
�No hay diferencias �respondió Flamarique.
�Pero usted niega los rumores sobre coimas en el Senado, mientras el vicepresidente nunca los descartó.
�El tiene una responsabilidad institucional como presidente del Senado. Tiene que aclarar la responsabilidad de un cuerpo en estos rumores. Tiene toda la responsabilidad de llevar adelante la investigación. Y es lo que está haciendo.
Aunque es cierto que ocupan lugares institucionales diferentes, también hay una explicación política para cada postura. Alvarez ha decidido embestir en el Senado como parte de una estrategia más global, vinculada al perfil del Frepaso y al enfrentamiento �aún latente� que mantiene con su archienemigo, el jefe de la SIDE Fernando de Santibañes (ver página 5). Por su parte, Flamarique no sólo debe reportar a Chacho, sino también a Fernando de la Rúa, de quien depende en última instancia. 
�Hugo Moyano pidió ayer su renuncia. 
�Está bien... Moyano dijo que había que devaluar, que había que hacer una rebelión fiscal. Moyano ha dicho tantas cosas, su opinión me tiene sin cuidado. Pero lo peor es que me atribuye cosas que nunca dije.
�Se refiere a la famosa frase de la Banelco.
�Sí. Yo nunca dije eso. 
�¿Ni siquiera como un chiste?
�No.
Además del rumor sobre su renuncia, Flamarique se enteró ayer por la tarde de que el diputado justicialista Carlos Soria había presentado un pedido de juicio político en su contra. En la presentación, Soria pidió que se investigara al ministro por �mal desempeño de sus funciones y presunta comisión de delito�.
�¿Qué opina del pedido de juicio político?
�Tiene que opinar la Cámara de Diputados, yo soy respetuoso de la opinión de la Cámara.
�Pero también es el acusado. ¿Cuál es su postura?
�Mi postura es que es una �Soriada� más.
Fue un día difícil para Flamarique. Al filo de la medianoche, después de una llamada urgente a De la Rúa, el ministro decidió sorpresivamente presentarse en el Senado. Allí dijo que �no podemos estar discutiendo en la Argentina sobre esta basura� y pidió que se aporten pruebas. Al cierre de esta edición, el funcionario continuaba con su exposición ante los senadores.

 


 

ZAVALIA RECLAMA LA RENUNCIA DE CARLOS ALVAREZ
Con el cuñado en el panfleto

En Santiago del Estero suceden cosas raras, y no siempre son protagonizadas por el su gobernador, Carlos Juárez. El intendente de la capital provincial y principal referente de la UCR santiagueña, José Luis Zavalía, reclamó ayer la renuncia del vicepresidente de la Nación, Carlos Alvarez, por haber leído un �panfleto� en que aparecía su cuñado, el senador nacional Javier Meneghini, entre los involucrados en el pago de coimas para aprobar la Ley de Reforma Laboral.
�Meneghini es mi cuñado y yo apoyé su carrera política�, señaló Zavalía, que calificó la actitud de Alvarez como �una irresponsabilidad total y absoluta�. 
Según el anónimo al que hace mención Zavalía, Meneghini, algo estimulado por el alcohol, les confesó a otros senadores entre los que se encontraban el justicialista Angel Pardo, de Corrientes, que ingresó sorpresivamente al despacho de jefe del bloque del PJ, Augusto Alasino justo cuando estaban repartiendo el dinero. �De inmediato el dueño del despacho le dijo �tomá� y le dio 200 mil pesos, �ahora andá y olvidate��, narra el libelo que �según Remo Costanzo� Alvarez leyó en la reunión de Labor Parlamentaria de la semana pasada. 
Zavalía impulsó un comunicado del comité provincia de la UCR en el que se anuncia que �exigiremos el desafuero y la renuncia de quienes, en forma temeraria, dieron lugar a un estado de zozobra no sólo en la ciudadanía de nuestro país, sino también en las instituciones del Estado�.
Mientras que el presidente de la Legislatura provincial, el juarista Darío Moreno, aprovechó el escándalo de las supuestas coimas para exigir la renuncia de Meneghini, aunque no así de los senadores justicialistas que también estarían salpicados por las sospechas. �Si el senador Meneghini ha tenido algo que ver en el caso de las coimas, lo menos que puede hacer es renunciar, porque ha defraudado al federalismo y a la autonomía santiagueña�, exigió Moreno. 
�Que nadie se atreva a tocar a mi cuñado, porque mi cuñado es lo más grande que hay�, pareció escucharse a medida que Zavalía se alejaba rumbo a su viejo caballo con el que encabezó las cabalgatas de campaña que lo hicieron famoso en su provincia. 

 

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