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KIOSCO12

La deuda por expensas que terminó
en incendio, asesinato y suicidio

La orden judicial de rematar el departamento de Colegiales estaba librada. El motivo eran deudas al consorcio por cinco años de expensas. El dueño se propuso frustrar la medida. Y prendió fuego a la casa, le pegó un tiro a su mujer y se mató.

El departamento tenía orden de remate por una deuda de 15 mil pesos de expensas al consorcio. Cinco años atrás, el hijo del matrimonio se murió en su luna de miel por un accidente con fuego.

Por Alejandra Dandan

t.gif (862 bytes) Lo tenía decidido. Don Enrique no permitiría que le remataran la casa: algunos vecinos lo habían oído alguna vez decir que prendería fuego al edificio si llegaba la orden. Pues lo hizo. Quemó su casa ayer a la mañana. El departamento estaba en situación de remate por 15 mil pesos, adeudados en expensas. Debía dejarla de inmediato, pero en lugar de abandonarla, la quemó. Antes, le pegó un tiro a su mujer y se suicidó. Y su cuerpo fue tragado de a poco por el fuego, como la casa, y como había ocurrido con su hijo, cinco años atrás, cuando otro incendio terminó matándolo. 
Al viejo Enrique Aguirre lo conocían en el barrio por esos pasos casi perdidos que solía dar cada día con su perro. No había horas fijas ni tiempos asignados al paseo, más bien sus cuestiones fijas escapaban de la vida ordenada de sus vecinos. Don Enrique no tenía trabajo estable desde hacía varios meses. Era plomero y conocía de conexiones de gas lo suficiente como para encargarse de changas requeridas en el barrio. Nada estable, como sus ingresos, y como las respuestas que el hombre daba cuantas veces el consorcio comenzaba a pedirle la puesta al día de una deuda de cinco años.
�Ya le voy a pagar. En estos días estoy por cobrar algo, así que cobro y cancelo, aguánteme.
El hombre respondía así a la abogada Pérez Amado de la administradora Gibezzi Pareja. Fue desde esa misma empresa desde donde se apuró el juicio que concluyó hace diez días, cuando lo visitaron del juzgado con una orden de situación de remate. El juicio, en realidad, no fue contra Aguirre porque hace unos años se comprobó que el viejo ni siquiera era dueño de la casa. �La propiedad estaba a nombre de Egam, la constructora del edificio�, contó Margarita, de la administradora. El viejo, deducen, no había terminado siquiera con las cuotas que lo habían llevado hace treinta años a habitar el edificio.
Entre los papeles de Gibezzi aparece la liquidación de expensas adeudadas por el departamento número 46 del noveno piso de Alvarez Thomas 1256. La lista archivada en una memoria de PC arranca en julio del �93. La casa tuvo las cuentas al día hasta el �95. Mientras ese resumen se imprime, la memoria de la máquina expulsa uno de los datos que, quizá, más obsesionaron a Enrique a la hora de decidir el disparo: enero del �95 fue el primer mes de una deuda que ya no saldaría. Por esa época, su hijo moría en un accidente con fuego. La deuda inicial fue de 173 pesos, que al final de ese año pasaron a 1204.
�Enriquito murió cuando estaba en Mar del Plata de luna de miel�, dice ahora Oscar Pérgola, del local de lotería de la cuadra. Nadie sabe entre los vecinos si las fechas coinciden exactamente, pero para todos la desaparición del varón causó estragos.
�Fue en la luna de miel que se acercó a un fuego y lo quemó todo por dentro, estuvo una semana en coma. Buen pibe.
Pérgola está atrás del mostrador de su local de lotería. Pasa por una máquina una lista de seis números cantados por un parroquiano, que además pide detalles del problema del viejo con el departamento. Pérgola le responde y se acuerda que �ayer nomás Aguirre incluso estuvo acá. Como el lunes fue feriado vino a ver los premios del domingo�. No jugaba para salvarse, dice el vendedor, todas las semanas se hacía un loto y un quini. Y por eso iba.
�Ella �sigue Pérgola� estaba destruida, iba a la farmacia y lloraba, venía acá y lloraba. 
Esa misma sensación apareció en cada pasillo del edificio. A Irma la cuentan como de cincuenta años y siempre cansada. No hablaba con nadie, dicen. �Estos últimos tiempos empezó a trabajar por horas�, cuenta ahora un hombre del séptimo. Al lado está Horacio, el portero. Tiene una escoba en la mano. �Estoy terminando con los escombros del palier�, le avisa al del séptimo.
A las 8.30 de la mañana se oyó una explosión en el edificio. Enrique sentó a Irma en la cama del único cuarto, tomó el revólver y soltó el gatillo en la sien de su esposa. Caminó hasta la cocina, abrió las hornallas y volvió al cuarto. Fue su turno con los disparos. Se mató. La casa no tardó en quemarse. El viejo lo había dispuesto: la llama del calefón activó la combustión. El incendio reventó el techo de la casa y también terminó con su remate. 
En la lotería de Oscar Pérgola no hubo luto. Más bien subieron las apuestas. �Y sí �avisa�, muchos vinieron a jugarle al 08, el fuego.�

 


 

INSOLITO ACCIDENTE EN LA ESTACION INDEPENDENCIA
Escalera mecánica sin control

La chica llegó a la estación Independencia, de la Línea E del subte, y suspiró: otra vez, la escalera mecánica estaba parada. Subió uno a uno los escalones con desgano junto al resto de la gente. Eran las 8 de la mañana, una hora pico de tránsito de gente. Cuando menos lo esperaba, la escalera empezó a andar, pero no como ella hubiera querido sino al revés. Entre los gritos y la avalancha humana, siete personas se lastimaron, se cortaron, se asustaron y Gisella Massitelo, de 21 años, sufrió una herida en el rostro y salvó su ojo por milagro. Por la tarde, Metrovías admitió que desconoce el origen de la falla de la escalera. 
Pocos minutos después del insólito accidente, el andén quedó abarrotado de bomberos, paramédicos y policías. La esquina de Independencia y Lima, en el barrio de Constitución, quedó convertida en centro de operaciones para los primeros auxilios. Las siete personas, que se dirigían a sus trabajos, terminaron en el hospital Ramos Mejía y en el Cosme Argerich.
�Las hipótesis que manejamos son dos: la escalera pudo ser activada y arrancó de golpe, o se venció debido al peso de la cantidad de gente que estaba encima�, sostuvo el gerente de Relaciones Institucionales de Metrovías, Juan Bautista Ordóñez, aunque admitió que �aún no sabemos qué hizo que la escalera comenzara a funcionar�. Una fuente de la empresa explicó que la escalera �estaba en reparación�.
Los heridos, en su mayoría con contusiones leves fueron atendidos de inmediato. Marcela Giménez, Marcos Ruiz, Silvia Livis, Pasan Maneiro, Romina Peluso y Gastón Elías sufrieron heridas cortantes de poca gravedad, mientras que Gisella Massitelo, de 21 años, tuvo una herida desgarrante grave en el rostro. �Por suerte, se pudo hacer una reconstrucción plástica inmediata y el ojo se salvó�, explicaron en el Ramos Mejía.

 

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