The Guardian de Gran Bretaña
Por Ian Traynor y JonathanSteele
Desde Murmansk y Moscú
Los familiares de los tripulantes muertos del �Kursk� obligaron al presidente Vladimir Putin a abandonar lo que iba a ser el centro de los rituales funerarios después de que Rusia declarara un día de duelo oficial para los 118 marineros perdidos. Mientras las banderas flameaban a media asta en todos los edificios gubernamentales, las iglesias de todo el país oficiaban misas recordatorias y se cancelaban los entretenimientos, Putin regresó abruptamente ayer a Moscú desde el Círculo Artico, cancelando los planes de ir al lugar del desastre en el mar de Barents para arrojar coronas fúnebres al agua. La súbita cancelación de la ceremonia vino después de varias horas de discusiones tensas, profundamente emotivas y por momentos hostiles entre el presidente y las familiares en la base de Vidayayevo del Kursk, en las afueras de Murmansk.
El abandono del ritual del mar de Barents fue único para Rusia. Marcó la primera vez que los analistas pueden recordar a un jefe del Kremlin cancelando una ceremonia oficial por presión del público, y puso de manifiesto la escala de la furia popular que sufre Rusia por la pérdida de los marinos y también el creciente rol que la opinión pública juega en la política rusa. Cientos de familiares se reunieron en la sala de los oficiales navales de Vidyayevo para la primera �y tardía� aparición de Putin diez días después de que el submarino se hundiera en circunstancias todavía inexplicables. El jefe de Estado escuchó atentamente las amargas quejas de las viudas. Sin embargo, en una crisis que golpeó severamente su autoridad, el presidente emergió con su reputación relativamente intacta, de acuerdo con algunos de los presentes.
Pero a pesar del amplio disgusto del público con los comandantes navales, un almirante ayer no parecía arrepentido de la conducta de sus pares durante la tragedia del �Kursk�. El almirante Vladimir Yegorov, el jefe de la Flota Báltica de Rusia, insistió en que no había habido error alguno para dar información, que la Marina estaba muy bien financieramente y que el personal y el equipo de rescate eran de lo mejor. Pero en cambio, el ministro de Defensa, Igor Sergeyev, el jefe de la Marina, Vladimir Kuroyedov y el comandante de la Flota del Norte, Vyacheslav Popov, ofrecieron sus renuncias, aunque Putin se negó a aceptarlas.
Putin debía estar al frente del luto nacional ayer, saliendo al mar con los familiares para tirar flores en la escena de la tragedia, pero muchas de las esposas se negaron a aceptar la muerte de sus maridos y temían que tal ceremonia en el mar absolviera al gobierno de la responsabilidad de recuperar los cuerpos. �El dolor es inmenso, no hay suficientes palabras de consuelo. Me duele el corazón, pero el de ustedes duele aún más�, les dijo Putin a los familiares. Se les prometieron pagos compensatorios de 10 años de sueldo. En una de las pocas ocasiones en que las autoridades fueron francas y directas con los familiares, Putin les dijo que llevaría meses levantar el submarino y sacar lo cuerpos, aun si esto fuera posible. En una carta que se filtró al diario Komsomolskaya Pravda y que le fue dada al entorno presidencial, más de 20 viudas y madres pidieron que el ministro de Defensa y los tres más altos oficiales navales fueron llevados a juicio. En otra señal de su desconfianza por la oficialidad, las viudas pidieron que la búsqueda de los cuerpos en el barco hundido se concretara en presencia de testigos independientes.
El viaje de Putin a Vidyayevo marcó su primer intento serio de recuperar su autoridad moral después de su catastrófica decisión de seguir de vacaciones en la otra punta de Rusia durante la primera semana del drama. El tamaño de su error surgió claramente en una encuesta publicada ayer en el diario de mayor circulación, el Trud. El 28 por ciento de los encuestados pensaba peor de él ahora que antes de la tragedia. Basada en una muestra de 500 moscovitas, también resultó que el 22,5 por ciento loculpaba por la muerte de los marinos. Otro 35 por ciento culpaba al alto comando naval. El Centro de Opinión Publica de Rusia, que encuestó a 1574 personas en Rusia en su compulsa mensual, anunció ayer que la confianza en el presidente había caído en un 8 por ciento.
A la salida de una misa especial recordatoria en la catedral de Moscú del Cristo el Salvador, Yevgeni Levlampiyev, estudiante de historia, dijo que no había votado a Putin porque no tenía confianza en el compromiso del presidente por la libertad de expresión y la democracia. �Pero él llegó al poder explotando la intensa nostalgia de la gente por el pasado, su sensación de humillación nacional y el tema de Chechenia �agregó�. Nunca pensé que traicionaría a las Fuerzas Armadas.�
Traducción: Celita Doyhambéhère
TODO LO QUE EL PRESIDENTE Y LA MARINA NO EXPLICAN
Las preguntas que acosan a Moscú
Vladimir Putin y el alto mando naval ruso están bajo fuego por el naufragio del �Kursk�. Entre otras cosas, enfrentan una serie de preguntas sin respuesta, que muestran que el gobierno fue cualquier cosa menos transparente respecto de lo que estaba sucediendo. Estas son las principales:
¿A qué hora sucedió el accidente? Putin dijo el viernes que la Marina se dio cuenta de que algo sucedía con el submarino atómico a las 23, pero el ministro de Defensa Igor Sergueyev declaró el lunes que fue a las 18. Un instituto noruego registró dos explosiones, a las 9.15 y 9.30, y Sergueyev dijo que Rusia registró una tercera a las 11.44. Y si los militares rusos registraron explosiones en la zona de sus maniobras, ¿cómo no se les ocurrió entrar en contacto de inmediato con el submarino para comprobar que todo estaba en orden?
¿Por qué los rusos no enviaron a buzos de profundidad inmediatamente después de localizar al �Kursk� en el fondo del mar? Incluso si la Flota del Norte no tiene unidades de buzos, sí las hay en otras flotas rusas. Además, ex buzos, con 15 años de experiencia, se ofrecieron para bajar hasta el submarino, pero nadie les hizo caso.
Sergueyev asegura que junto al �Kursk� yacía otro objeto no identificado, que después desapareció. Si la historia del submarino extranjero no es propaganda para consumo interno, ¿por qué no se informó de inmediato que en un comienzo habían localizado a otro objeto en el fondo del mar? ¿Cómo es posible que ese presunto submarino extranjero no sólo no permaneciera inerte al lado del �Kursk�, sino que desapareciera tranquilamente sin ser detectado? Y las boyas de emergencia de un barco extranjero que Sergueyev asegura fueron vistas después, ¿adónde se fueron?
¿Cuándo le informaron a Putin? Según sus palabras, después de las 23 horas del sábado, cuando la Marina comenzó la búsqueda del �Kursk�. Es decir, como muy pronto, el domingo. Pero si en realidad, como dice Sergueyev, a las seis de la tarde comprendieron que algo sucedía con el submarino atómico, ¿por qué no llamaron de inmediato a Putin, que es el comandante en jefe supremo de las fuerzas armadas? ¿Cuántos tripulantes había en el �Kursk�? Primero se dijo que 107, después que podían ser más, 125 o 130. Después, 118, pero lista no había. Finalmente, Komsomólskaya Pravda compró la lista secreta a un militar, por la que pagó lo que para muchos rusos equivale a 20 sueldos. Ahora, basándose en fuentes militares, Komsomólskaya Pravda dice que pueden haber sido 130 las víctimas.
¿Tiene razón el alto oficial que dijo confidencialmente a Alexandr Rutskoi, gobernador de la provincia de Kursk, que a bordo del submarino había dos especialistas en diseño de nuevas armas? ¿Debía el �Kursk� disparar nuevos torpedos de elevada potencia?
POR FINANCIAMIENTO DE CAMPAÑA
No persigan a Al Gore
Al Gore puede respirar un poco más tranquilo. Porque al repunte de las encuestas que lo acompaña desde el cierre de la Convención Demócrata la semana pasada en Los Angeles, y que por primera vez en meses lo ponen por delante del candidato republicano George W. Bush Jr., el hombre de los demócratas para las elecciones de noviembre no tendrá que soportar el acoso potencialmente indefinido de un fiscal especial por el tema de irregularidades en el financiamiento de la campaña electoral de 1996. �No es probable que ninguna nueva investigación resulte en un procesamiento�, dijo ayer la ministra de Justicia Janet Reno para explicar por qué rechazó nombrar a un investigador especial como Kenneth Starr, que se convirtió en la pesadilla de Bill Clinton durante los interminables días del Sexgate. En 1997 y 1998 Reno ya rechazó colocar en las espaldas de Gore un fiscal independiente por este asunto, pese a las presiones de sus colaboradores, entre ellos el director del FBI, Louis Freeh.
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