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El debate sobre cómo salir del 
círculo vicioso de la depresión

Los economistas más ortodoxos admiten que la economía está en una depresión, similar a la que Keynes describió en los años treinta, causada por el pánico a endeudarse de consumidores y empresarios.

Presidente del Banco Central, Pedro Pou, y ex vice de Economía, Pablo Guidotti.


Por Maximiliano Montenegro

t.gif (862 bytes) Paradojas de una profesión en el ojo de la tormenta. Las Jornadas Monetarias y Bancarias congregaron en el Banco Central, como es habitual que suceda todos los años, a la crema de los economistas que alguien podría etiquetar, sin equivocarse, de ortodoxos, monetaristas o neoliberales. Sin embargo, ese exclusivo club que combina académicos de torres de marfil, funcionarios y asesores dilectos del establishment y académicos devenidos en gurúes luce por estos días desorientado: dicen que la economía está sumergida en una depresión, similar a la que Keynes describió en los años treinta, causada por el pánico a endeudarse de consumidores y empresarios. Niegan que haya sido causada por el sobreajuste fiscal que le exigieron desde un principio a Machinea, y éste aplicó con creces. Pero reconocen que no es cuestión de seguir ajustando, esperando milagrosas bajas del riesgo país, sino de cambiar las expectativas en el mercado interno. 
Según las consultas realizadas por Página/12 en el Central, la economía todavía no salió de la recesión y, más bien, se encuentra en depresión. Tal situación, admiten economistas que siempre descreyeron de Keynes, configura un �diagnóstico keynesiano�: pese a que sobra dinero en el sistema financiero, el mercado interno no arranca porque familias y empresarios no se animan a endeudarse para consumir e invertir, temiendo que en el futuro sean víctimas de otro ajuste, pierdan el empleo o los precios de sus productos sigan desplomándose. 
Este problema de �expectativas� es lo que hace que no aparezca la chispa que encienda el motor del crecimiento. Keynes, al evaluar una situación similar en los años 30, asociaba esa chispa con un aumento del gasto público: si el Estado se aparta de la lógica de los privados y no actúa como un empresario o un consumidor asustado más �haciendo obra pública, entregando subsidios a consumidores o empresas o, al menos, no ajustando más sus cuentas� entonces podría mejorar la demanda interna y, por lo tanto, las expectativas de la gente. Por supuesto, más allá de coincidir en el diagnóstico, ninguno de los ortodoxos suscribe tal solución. 
Pablo Guidotti, ex viceministro de Economía durante la gestión de Roque Fernández, Guillermo Calvo, el profesor de Maryland devenido en gurú financiero, y Ricardo Arriazu, un ex funcionario del FMI admirado por las camadas jóvenes de la city, fueron invitados por el consultor Miguel Angel Broda a participar el lunes próximo en un seminario para debatir si la economía se está recuperando, como dice el Gobierno, o si por el contrario está sumergida en una profunda recesión. De las opiniones que recabó este diario entre esos tres economistas, entre otros, surgen las siguientes conclusiones: 
Hay que discutir cómo se sale de un círculo vicioso en el que está la economía argentina. Ese círculo vicioso es un problema de expectativas negativas que no permiten salir del fondo de la recesión. Es un problema psicológico y político. 
No hay nada, estructuralmente, que impida que la economía esté creciendo rápidamente. Desde esta perspectiva, ni el atraso cambiario ni, su correlato, la falta de competitividad son hoy el problema. 
Tenemos: demanda internacional fuerte, liquidez excedentes, reservas record, dejó de subir la tasa de interés de Estados Unidos, subieron los precios internacionales de algunas materias primas. No hay ninguna de las cosas que hacen que un país no pueda crecer.
El problema es que nadie quiere tomar riesgo y endeudarse, que la gente no gasta.
El diagnóstico es, entonces, completamente keynesiano. �Pero la solución no, en absoluto�, se preocupan por aclarar. Y argumentan: �Como Argentina tiene un problema de solvencia fiscal, el resultado de aumentar el gasto público provocaría, automáticamente, un menor ingreso de capitales y compensaría la expansión. El mundo cambió. Es como el caso japonés: seaplican soluciones keynesianas, expandiendo el sector público, y la economía no sale�. 
Tiene que aparecer una chispa que ponga la máquina en movimiento. Una vez que se ponga en movimiento, va a haber recursos de sobra. La pregunta es cómo se logra hacer lo mismo que decía Keynes, pero en cabeza del sector privado. 
La respuesta �dicen cuidando la reputación ortodoxa� es que el Gobierno tiene que ver cuáles son cada uno de los factores por los cuales no gasta el sector privado e ir resolviéndolos, puntualmente. Desde esa visión: por ejemplo, si el Gobierno puede hacer algo por las privatizadas o las grandes empresas para destrabar inversiones, entonces debe hacerlo, con tal de que inviertan de una vez lo que prometieron mil vez en los últimos meses. 
Nada dicen de cómo convencer a los consumidores para que se larguen a endeudarse. Pero, por las dudas, le recomiendan a Machinea que ahora afloje la dosis de la prédica proajuste, que ellos mismos le inculcaron. Porque suena lindo para los de afuera, pero espanta a los de adentro.

 

 

Acelerar a fondo

�Argentina se mantendrá firme en la forma de medición del contenido local�, fue la conclusión de la secretaria de Industria, Débora Giorgi, tras mantener una extensa reunión con técnicos de Brasil en el marco de las negociaciones del régimen automotor bilateral. El punto central de la discusión continuó siendo la forma de medición del contenido de partes nacionales que incluirán los vehículos. Las decisiones finales se tomarán dentro de 15 días en Río de Janeiro. Si todo marcha acorde a lo esperado, el régimen común, que ya funciona de hecho, entrará en vigencia a fines de septiembre. La onda expansiva de la bomba lanzada por el ministro de Desarrollo brasileño, Alcides Tapias �quien luego de que el régimen bilateral fuera firmado en la última Cumbre de Presidentes del Mercosur y puesto en marcha por un decreto presidencial, afirmó que �el acuerdo está suspendido de hecho��, continuó sintiéndose ayer en Buenos Aires. Los técnicos de ambos países siguieron la discusión por el contenido local. Según explicó la secretaria Giorgi, durante la jornada �se homogeneizaron y explicaron cuestiones que antes no se interpretaron correctamente y dieron lugar a mal entendidos�. Al momento de contestar cuál fue la reacción de los brasileños tras las explicaciones, la titular de Industria fue reacia y se refugió en la enumeración, una y otra vez, de los puntos que habían sido expuestos. �Les explicamos el alcance de la cesión de compra de contenido local que establece el régimen y la posibilidad efectiva que la industria argentina tiene para cumplir con el 30 por ciento que le corresponde. Desde hace algunos años este contenido ronda entre el 31 y el 32 por ciento�, afirmó. Sin embargo éste es el punto de la discordia. Aunque este contenido promedio es verdadero, no todas las terminales están en condiciones de cumplirlo individualmente dada la estrategia regional diseñada, uno de cuyos efectos fue, precisamente, el éxodo de autopartistas a Brasil de principios de año. Como las terminales son las mismas a uno y otro lado de la frontera, finalizada la posibilidad de lobby en Argentina con la firma del decreto presidencial continuaron la presión por el lado de Brasil.

 

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