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BRASIL, VENEZUELA Y PANAMA TOMAN DISTANCIA DE EE.UU., Y LAS FARC SE REARMAN
Colombia y un plan que casi nadie quiere

El inmediato refuerzo de las fronteras fue la primera reacción de casi todos los países limítrofes ante la activación del Plan Colombia por EE.UU., que busca erradicar narcocultivos, pero puede gatillar un �derrame� del conflicto entre el Estado y la guerrilla. 

Una unidad de elite antiguerrilla del tipo que recibe entrenamiento de 300 asesores norteamericanos.


Por Pablo Rodríguez

t.gif (862 bytes) �En guardia.� Eso parecen decir Brasil y Venezuela a Estados Unidos luego de que Washington aprobara destinar 1300 millones de dólares a financiar el costado militar del Plan Colombia. El canciller venezolano, José Vicente Rangel, aseguró que su presidente Hugo Chávez y el presidente colombiano, Andrés Pastrana, se reunirán al margen de la cumbre de mandatarios sudamericanos en Brasilia para tratar el tema. El canciller brasileño, Luiz Felipe Lampreia, no descartó que la cuestión fuera central en la cumbre de mandatarios sudamericanos de la semana próxima. Y la principal guerrilla colombiana, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), aseguraron ayer que responderán a la presencia norteamericana con más armas y más ataques. �No vamos a permitir que se estigmatice el Plan Colombia�, reaccionó indignado el canciller colombiano, Guillermo Fernández de Soto. En todo caso, si el Plan Colombia fue concebido �para la paz�, entonces parece que antes habrá que pasar por una guerra profunda. 
El Plan Colombia es muy ambicioso y también muy problemático. El total del paquete son 7500 millones de dólares y constituye el plan rector del gobierno de Andrés Pastrana. El objetivo fundamental es cambiar la composición de la economía colombiana: se trata de erradicar los cultivos de coca y amapola (base de la heroína) y reemplazarlos por otros tipo de cultivos a los cuales hay que garantizarles rentabilidad. El gobierno colombiano ya se había asegurado hace un par de meses el apoyo de la Unión Europea. Sin embargo, luego de que el presidente norteamericano, Bill Clinton, aprobara el apoyo más suculento de todos (1300 millones de dólares) pasando por alto el tema de los derechos humanos en Colombia, quedó claro que el Plan Colombia ya había recibido el beso de la muerte: la ayuda casi exclusivamente militar que ofrecerá Washington despierta ya no sospechas en algunos países latinoamericanos sino cuasicertezas. 
En todo caso, el problema inmediato para casi todos es el derrame del conflicto colombiano fuera de sus fronteras, algo que se derivaría de la intensificación de la lucha antidrogas/antiguerrillera. Este derrame tendría la forma de grandes contingentes de población súbitamente desplazados de Colombia y hasta un eventual conflicto armado fuera del país. Los países afectados por este derrame serían Panamá, Venezuela, Brasil, Ecuador y Perú. Pero algunos, como Ecuador, Perú y también Bolivia, están a favor de la intervención norteamericana a la espera de que Washington libre paquetes de ayuda para ellos. 
A excepción de Venezuela, la respuesta unánime de estos países es el reforzamiento actual o futuro de las fronteras con Colombia junto con la expresión de los temores sobre el derrame. El gobierno panameño, por ejemplo, opina que �el Plan Colombia es un avance y esperamos que sea un éxito�, según el embajador de Panamá en Washington, Guillermo Ford, pero también cree que �no sería conveniente� que se aplicara, como declaró el ministro de Gobierno y Justicia, Winston Spadafora. El presidente ecuatoriano, Gustavo Noboa, quien ayer volvió de Colombia, celebró la aprobación del plan, pero su propio canciller, Heinz Moeller, había dicho la semana pasada que �no queremos que la extirpación necesaria del cáncer en Colombia cause una metástasis en Ecuador�.
Venezuela tiene menos contradicciones al respecto: está definitivamente en contra del Plan Colombia y de toda intervención directa o indirecta de Estados Unidos en la región. �Creemos que la paz se logra más que nada a través de las negociaciones. Con la ayuda de Estados Unidos, es más que probable que algunos sectores del ejército colombiano no quieran negociar más�, dijo un funcionario venezolano que pidió el anonimato. �Venezuela no se va a enfrentar a Colombia sino que simplemente le expresará una preocupación que tenemos como vecinos�, sostuvo ayer Rangel. 
Otro tanto ocurre con Brasil. Según fuentes cercanas a la presidencia brasileña, Fernando Henrique Cardoso convocó a una reunión de gabineteurgente. �Este es el tema que más preocupa a Brasil en este momento�, expresó uno de los participantes de la reunión al diario O Globo. El canciller Lampreia señaló a la Folha de Sao Paulo que �la Amazonia tiene un ecosistema delicado y no puede estar sujeto a situaciones imprevisibles� como la de los herbicidas para combatir cultivos. A ello se le suma el temor por incursiones militares en territorio brasileño. Según O Estado de Sao Paulo, una de las posibles medidas a ser adoptadas por Brasil sería la puesta en vigencia de una ley que le permitiría a la Fuerza Aérea Brasileña (FAB) disparar contra aeronaves clandestinas que no acaten las órdenes de aterrizar. Pero lo que vuelve a estar en juego es la disputa geopolítica entre Estados Unidos y Brasil. De hecho, Venezuela y Brasil serán los dos países que buscarán pisar fuerte en la cumbre de mandatarios sudamericanos que se realizará en Brasilia la semana próxima, cuando el propio Clinton esté en la ciudad colombiana de Cartagena para �botar el barco� de la ayuda norteamericana. 
Ante tanto movimiento externo, el gobierno colombiano reaccionó indignado. �Nuestro gobierno no puede aceptar que se estigmatice el Plan Colombia por ningún país o que se pretenda ponerle adjetivos. Es una falta de respeto con Colombia. No se lo acepta a nadie�, dijo el canciller Fernández de Soto. �No hay nada que temer porque nuestro objetivo, además de la erradicación de los cultivos ilícitos, es lograr una adecuada sustitución de los mismos por plantaciones legales, generando simultáneamente mejores condiciones sociales en las regiones fronterizas y fortaleciendo la presencia del Estado�, declaró por su parte Pastrana.

 

 

Claves

Luego de la aprobación de la ayuda norteamericana al plan colombiano de lucha antidrogas, los países limítrofes expresaron sus temores sobre el derramamiento del conflicto fuera de Colombia y, con excepción de Venezuela, se aprestan a reforzar sus fronteras.
Venezuela y Brasil están dispuestos a llevar el tema a la cumbre de mandatarios sudamericanos de la semana próxima en Brasilia, que coincidirá con la visita de Bill Clinton a Colombia. 
El gobierno colombiano dijo que las reservas respecto del Plan Colombia constituyen �una falta de respeto a su país�.
Las FARC dijeron que responderán al plan intensificando la lucha guerrillera.

 

 

 

Por Marcelo Stubrin *.
Una escalada de la guerra

La gran pregunta es cuál es la naturaleza de la cuestión a resolver. Es decir, si se trata de un problema de una guerrilla con base rural y 40 años de combate o si es un problema de bandas ligadas con el narcotráfico y a la exportación de sustancias a otros países, y cómo ambos se relacionan. 
El Plan Colombia prevé respuestas militares con escasa consideración de cuestiones sociales y políticas. Los países de la región tienen una lógica preocupación porque, si es conveniente el fortalecimiento de las Fuerzas Armadas colombianas, no es conveniente pensar que una escalada militar sin políticas sociales esté en condiciones de dar resultados razonables.
Se impone una política independiente de los países sudamericanos, que sirva para recabar ayuda de todos los países desarrollados del mundo, para encontrar una solución que no escale el conflicto armado sino todo lo contrario. La experiencia exitosa es el papel que jugó Contadora y su grupo de apoyo en Nicaragua a mediados de la década del 80 como alternativa a la escalada de la guerra. Allí hubo diálogo, se llegó a una solución y Violeta Chamorro ganó las elecciones.
Por algún motivo, en esta época escasean las iniciativas políticas sobre la región. Los países limítrofes, para preservarse a sí mismos, y los restantes países de la región parecieran ceder a Estados Unidos un papel rector en una cuestión que nos incumbe prioritariamente. 
Sería muy útil pedir la cooperación de Washington si previamente hubiésemos elaborado con el gobierno colombiano una estrategia común frente a una guerra demasiado prolongada que no da lugar a la indiferencia. 
* Diputado nacional. Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores.

Por Rosendo Fraga *.
Pragmatismo americano

La visita que realiza Clinton a Colombia el próximo 30 de agosto no es un hecho usual. En sus ocho años en el poder, el presidente de los Estados Unidos visita sólo dos veces América del Sur: en 1997, cuanto estuvo en Brasil y Argentina, y ahora en Colombia. 
Asiste para el lanzamiento del llamado �Plan Colombia�, que consiste en una asistencia de 1300 millones de dólares para contribuir al esfuerzo del gobierno colombiano por combatir al narcotráfico, las guerrillas y los paramilitares. El hecho de que esta ayuda se haya implementado sin que el gobierno colombiano cumpliera los requisitos exigidos por el Congreso norteamericano en materia de respeto de los derechos humanos muestra que la urgencia y el pragmatismo comienzan a determinar la política norteamericana en esta región. 
La ofensiva militar contra la guerrilla colombiana probablemente traerá como consecuencia el �derrame� del conflicto a los países fronterizos con Colombia. Perú y Ecuador han realizado en las últimas semanas respectivas operaciones militares tendientes a desarticular las apoyaturas de la guerrilla colombiana en sus respectivos territorios. Con Venezuela la situación es más compleja, dado que el presidente Hugo Chávez mantiene ciertos canales de diálogo con la guerrilla colombiana. 
En cuanto a Brasil, en las últimas semanas ha realizado una serie de desplazamientos militares preventivos en la zona fronteriza con Colombia, previendo la posibilidad de que el conflicto derive hacia la región de la Amazonia. La Argentina no tiene fronteras con Colombia y en consecuencia carecen de sentido aprestos militares como los mencionados, dado que el riesgo de derrame militar del conflicto no está planteado. 
Pero cualquier situación de crisis o inestabilidad que afecte a Sudamérica en mayor o menor medida afecta a toda la región, sobre todo en momentos en que la globalización domina las relaciones internacionales. 
El rol de la Argentina frente a este conflicto claramente no es militar sino político. Emprender una iniciativa de paz de Sudamérica para Colombia, similar a la que se realizó frente al conflicto entre Perú y Ecuador con la participación de Washington, surge como la política concreta que debe llevar adelante Buenos Aires frente al conflicto. 
En momentos que inevitablemente se intensifica la faz militar del conflicto, la distancia le permite a la Argentina ser un país de la región que tiene la suficiente libertad de acción para intentar una gestión de paz regional, que por lo menos abra una esperanza en momentos que Colombia sufre las consecuencias de una violencia despiadada. 
* Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

Producción: Florencia Grieco

 

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