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�ASALTAR LOS CIELOS�, UN NOTABLE DOCUMENTAL ESPAÑOL
La historia del asesino de Trotsky

El film investiga los caminos que llevaron a Ramón Mercader a asesinar en México a uno de los líderes de la Revolución Rusa de 1917.

Al cabo, la figura de Trotsky es sólo una de las piezas del rompecabezas armado por el documental.


Por Martín Pérez

t.gif (862 bytes) �Un hombre no puede oponerse a los designios de un Estado�, afirmó León Trotsky, mientras esperaba la muerte, encerrado en su casa del barrio Coyoacán, en las afueras de la Ciudad de México. El fundador del Ejército Rojo sabía de qué hablaba: Stalin soñaba con verlo fuera de este mundo. Y fue un furioso estalinista el asesino de Trotsky. Lo mató, además, convencido de que aportaba un grano de arena a la causa de la revolución. De ese hombre, Ramón Mercader, y no tanto de su famosa víctima trata este documental, filmado cuatro años atrás por José Luis López Linares y Javier Rioyo, quienes este año estrenaron otro dedicado a Luis Buñuel. En este trabajo, los realizadores recorren el fascinante laberinto de la vida de Ramón Mercader, un militante español ofrecido a la KGB por su propia madre como soldado encubierto ideal.
Para comenzar a deshacer la madeja de historias, razones y convicciones que fueron llevando a Mercader �piolet en mano� hacia Trotsky, Asaltar los cielos decide comenzar por el final, que es el show de los Rolling Stones en Barcelona hacia 1976. Organizado por uno de los descendientes del asesino de Trotsky, un tal Gay Mercader, esa imagen se funde en la libertina Barcelona de comienzos de siglo, donde Caridad �la madre de Ramón� comienza una historia de vida que incluye alcohol, sexo y cocaína. De esta manera, la historia documentada de tres generaciones �Caridad, Ramón y Gay� es contenida en un paréntesis que abre con la imagen de un raro film porno de comienzos de siglo y cierra con los Stones cantando �Simpatía por el diablo�. Una curiosidad que funciona como la mejor postal de un documental riguroso que, sin embargo, se regocija con las paradojas de la historia. 
Además de contar con un despliegue de producción que le permite entrevistar a los protagonistas de la historia tanto en España como en Moscú, México o Cuba y un archivo documental que sorprende, Asaltar los cielos no sólo relata el devenir fatal de Ramón rumbo Trotsky sino que se toma su tiempo en cada escala. Así es como, sí, hay mucho material de Trotsky en su refugio, pero también mucho de Frida Kahlo y Diego Rivera, Sara Montiel o Cabrera Infante, y también hay tiempo para las historias de los niños españoles de la Guerra Civil �aislados en Rusia� o para escuchar el sorprendente testimonio de un anónimo preso que conoció a Mercader en prisión. 
Pletórica en curiosidades, así como contundente cada vez que hablan Vázquez Montalbán o Carlos Monsiváis, Asaltar... es un documental de aliento clásico pero vocación límite, que no tiene miedo de explorar las esquinas sin barrer del siglo. Su curiosidad le permite acercarse al drama de varias generaciones que �luego de la caída de un sistema� aún no saben dónde fueron a parar sus vidas. Lleno de guiños, sorpresas y preguntas, el trabajo de López Linares y Rioyo puede perder filo entre tantos desvíos, e incluso pecar por momentos de repetitivo, pero triunfa con cada hallazgo. O apenas amagues de hallazgo, pero que confirman que la historia también se escribe con minúscula. 

 


 

�BOSSA NOVA�, DE BRUNO BARRETO
Una Río de Janeiro soñada

Por Luciano Monteagudo

La doble dedicatoria del film �a Antonio Carlos Jobim y a François Truffaut� habla de unos modelos y de una ambición que Bossa nova está muy lejos de alcanzar. Sin embargo, sería injusto quizás ensañarse con esta comedia romántica, liviana como un yogur diet. Tal como lo confesó el propio director, Bruno Barreto, en un diálogo con Página/12, Bossa nova es un film que no pretende tener ningún compromiso social , sino más bien celebrar una Río de Janeiro soñada, ideal, tal como se la podría ver en una tarjeta postal: espectacular, elegante, sin violencia, favelas ni miseria. Se podrá argumentar que esta Río �más allá de su indiscutible belleza natural� no tiene nada que ver con la realidad. Pero Barreto encuentra su coartada perfecta en las melodías suaves y en las letras románticas de la bossa nova, la música carioca por excelencia, que inunda la banda de sonido, a veces en las versiones originales del propio Jobim y otras en adaptaciones pasteurizadas al estilo muzak por Eumir Deodato.
En este sentido, se podría afirmar que Bossa nova, aún en su recorte tan deliberado de la realidad, es un film más honesto que Orfeu, por ejemplo, la otra película brasileña que este año peleó por ganar no sólo su propio mercado interno sino también los favores de la distribución internacional. Mientras el film de Barreto es desembozadamente una fantasía, que se ocupa de una clase media acomodada y sin problemas, la película de Carlos Diegues (basada en la obra teatral de Vinicius de Moraes, que allá por 1959 había dado lugar a la sobrevalorada Orfeo negro, del francés Marcel Camus) se pretende en cambio una pintura de los barrios marginales de Río y no es otra cosa que una estetización especuladora y banal de la miseria. Por eso, quien decida hacer un tour por los mejores paisajes de Río que propone Bossa nova, con la excusa de una serie de amores cruzados, no saldrá del cine precisamente conmovido, pero tampoco indignado. 

 

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