Por Cristian Alarcón
Desde San Rafael, Mendoza
El hombre, uno de los policías acusados de matar a Sebastián Bordón, se fue hundiendo en la silla al ritmo de su declaración indagatoria. Para cuando las preguntas de los jueces al cabo Abelardo Cubillos terminaron, ayer a la noche, las contradicciones, la mala memoria y la fragilidad de sus argumentos habían roto la supuesta coartada del grupo más compacto de los procesados por el crimen. Esa estrategia de la defensa es desatar uno de los nudos de la acusación a los policías: los movimientos de Cubillos y otros dos agentes cuando salieron de San Rafael en el móvil 739 a buscar al joven que se había escapado del destacamento del paraje El Nihuil, a 70 kilómetros. Según la Fiscalía, fueron ellos quienes encontraron al chico y lo golpearon hasta dejarlo inconsciente, el 2 de octubre del �97, a las dos de la tarde. �Cubillos �le dijo el juez Domingo Mauricio después de hacer cuentas detalladas en un papel�, a usted no le dan los tiempos.� Pero después del aporreo y de un corte total de luz que paralizó el juicio, Cubillos devolvió los golpes acusando a los abogados de la familia Bordón de intentar sobornarlo, y se ganó un aplauso del resto de los policías y sus amigos a pesar de su torpeza como declarante.
El día comenzó con la declaración del oficial Daniel Gómez, otro miembro del trío del móvil 739, completado por el oficial Roberto Gualpa, por ahora en silencio. En ese auto, un Suzuki de la comisaría 38ª, los peritos encontraron pelos que se corresponden morfológicamente con los de Bordón y pelusas de la campera que llevaba puesta. La declaración de Gómez por la mañana tuvo contradicciones, pero nada parecido a los reiterados �no me acuerdo� y balbuceos de Cubillos. El cabo, un cincuentón de caja ancha que peina pocas canas, era en la 38ª el chofer del comisario Hugo Trentini. Ayer largó lo suyo con la historia de aquel 2 de octubre a partir de las 12.29, la hora en que desde El Nihuil el cabo Esteban Merelo informa por teléfono que el chico le dio una trompada y se fugó. A las 12.40, según los registros, salió el móvil. Ayer, Cubillos volvió a decir que tardaron una hora y media, llena de contratiempos, en llegar al sitio. El recorrido se hace normalmente en 40 minutos. El chofer era él.
�¿A qué velocidad iba para tardar tanto? �le preguntó el juez Jorge Germano.
�A unos 70 km... �le contestó el cabo a media voz.
�¡¿70 km?! �le devolvió el juez.
�¿Es muy rápido? �se quiso hacer el desentendido el acusado y el tribunal en pleno, más la mitad de la concurrencia, sonrió.
Cubillos dijo que le parecía normal ir tan despacio porque el móvil �iba con las gomas peladas� y porque �no tenía autorización legal como chofer de policía�. Pero más gracia causó la explicación de la demora para salir de San Rafael a buscar al estudiante. Cubillos dijo que �primero hubo que esperar a que Gómez fuera a su casa a guardar la bicicleta� montado en ella cuando en la instrucción de la causa el propio Gómez sostuvo lo contrario. Germano le preguntó por qué no metieron la bici en el baúl del auto. Cubillos dijo que se los tenía prohibido Trentini porque podían rayar los móviles. �Nos hacía mantenerlos hasta con desodorante�, ilustró. Germano le planteó que es común ver en los patios de Tribunales móviles de la 38ª con bicis en el baúl. �No tendrían un jefe como era Trentini... Muy recto se pone�, dijo. El resto de los policías acusados, a sus espaldas, festejaron el elogio a un duro entre los duros, temido por la tropa.
Cubillos, Gómez y Gualpa tienen la misma versión de los hechos y están unidos al destino del comisario Trentini, quien para el juez que investigó la causa, Waldo Yacante, fue el hombre que dirigió el ocultamiento de Sebastián apenas lo golpearon, y del encubrimiento posterior. Sucede que el chico, para la Fiscalía, habría sido interceptado por el trío del 739 apenas llegaron al Nihuil, cerca de las 13.30. A las 13, el chofer de unmicro de la empresa TAC lo vio caminando hacia el Cañón del Atuel. Los policías dicen que nunca se enteraron, pero se los acusa de haber ido directamente a buscarlo al lugar con ese dato.
A ello se le sumó que, inesperadamente para la policía, a las 13.48 llegó a San Rafael Luis Bordón, el padre de Sebastián, y llamó al destacamento, donde el cabo Merelo le dijo que fuera a la comisaría 38ª, que llevarían a su hijo hacia allá, sin decirle que se había escapado. A Bordón los policías lo mantuvieron alejado de El Nihuil. Durante ese tiempo, los policías habrían escondido el cuerpo. Ese es el lapso que intentan llenar con una recorrida que dicen haber hecho por El Nihuil. Para el fiscal, se trata de una coartada. O sea, una vez golpeado el chico, lo escondieron en algún lugar y salieron a mostrarse en el paraje para así poder asegurar que ellos no tuvieron contacto con el joven.
Paseado por los jueces por cada uno de los movimientos que supuestamente hicieron en el paraje, Cubillos se mareó y llegó al punto de no poder explicar cómo pudieron hacer tantas cosas en tan poco tiempo. Cuando fue evidente y el juez le dijo �no le dan los tiempos�, Trentini pedía por lo bajo a los abogados que pararan el interrogatorio. Fue en vano. Pero el contraataque llegó a las 9 de la noche, cuando después del apagón, y en medio de una escena de lágrimas, Cubillos largó la bomba del soborno (ver recuadro) y trató de borrar su mal día con la primera gran chicana del juicio.
Un contraataque para reivindicarse
La noche llegó con un escándalo que dejó consumida a la familia policial sanrafaelina en lágrimas, aplausos y vítores. La situación del cabo Abelardo Cubillos, acusado por el homicidio de Bordón, ya había pasado a lo patético cuando en medio del interrogatorio de los jueces se cortó la luz en todo San Rafael. En la sala, la oscuridad no dejaba ver ni las caras de sorpresa del público ni la de ansiedad de los abogados defensores de los policías, que preparaban ya un golpe sobre los familiares de la víctima. Después de diez minutos de desconcierto se solucionó lo que había sido generado, casualmente, por una sobrecarga en las torres de alta tension del complejo hidroeléctrico del Nihuil. Fue entonces cuando ante una pregunta del abogado Juan Navarro Juri, el cabo Cubillos se despachó con la denuncia de soborno.
�Si estás dispuesto a involucrar a todos los policías te salvás�, le habría dicho un abogado �de apellido Giménez�, supuestamente empleado de la Secretaría de Gobierno provincial, quien se presentó como enviado de los abogados de la familia. El hecho que relató Cubillos entre sollozos data del año �98, dijo, cuando Giménez lo visitó en el Cuerpo de Infantería de la Unidad Regional II. El defensor oficial Zuliman Bittar habría pedido que grabaran al extraño cando hablara con su defendido. Así, según dijo ayer Bittar, existiría un casete con la propuesta en el que se escucharía: �Seguís cobrando el sueldo y te vamos a proteger. Además, sabés lo que le pasa a un milico cuando esta preso�. |
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