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McLaren y Ferrari pelean a gritos por la Fórmula 1

En Spa-Francorchamps, donde hoy se clasifica, discutieron en público los jefes de ambas escuadras, Ron Dennis y Jean Todt, calentando la definición.

Michael Schumacher y Jean Todt, los líderes de Ferrari.

Mika Hakkinen y el diseñador de McLaren, Adrian Newey.


t.gif (862 bytes) La etapa decisiva del Mundial 2000 de la Fórmula 1, que se inició ayer con los entrenamientos del Grand Prix de Bélgica, en Spa-Francorchamps, reavivó al máximo la agria disputa que existe entre las dos escuderías que pelean el título, Ferrari y McLaren, luego de que los titulares de ambas escuadras se cruzaran mutuas acusaciones. En la pista, cuyo estado fue criticado por los pilotos, los McLaren de David Coulthard y Mika Hakkinen fueron los más rápidos, relegando a las Ferrari de Michael Schumacher y Rubens Barrichello al quinto y noveno lugar, respectivamente. Gastón Mazzacane quedó 19º y podrá desquitarse hoy en la clasificación, a las 8 (televisa PSN).
El jefe de equipo de Ferrari, Jean Todt, y su par de McLaren, Ron Dennis, protagonizaron hoy duros cruces verbales en la conferencia de prensa. La chispa fue una pregunta por la carta en la cual Ferrari solicitaba la desclasificación de Hakkinen y Coulthard tras el Grand Prix de Austria.
�Estoy muy decepcionado con Ferrari y debo dejar aquí algo en claro: la carta de Ferrari estaba dirigida a los comisarios de la carrera�, contraatacó Dennis ante una declaración de Todt, según la cual su escudería sólo quería dar a conocer su opinión a la Federación Internacional de Automovilismo (FIA).
A diferencia de lo que sostienen los responsables de Ferrari, McLaren considera que la misiva fue un intento de mala fe de influenciar sobre quienes toman decisiones. Aunque el campeón mundial Hakkinen ganó esa carrera, temió durante días por su triunfo por la falta de un precinto en la unidad electrónica de su coche. Finalmente retuvo su victoria, pero a McLaren le descontaron diez puntos en la Copa de Constructores. 
La disputa tensó la situación entre ambas escuderías, luego de que Michael Schumacher perdiera el liderazgo del Mundial en la última carrera a manos de Hakkinen. Ferrari confía en que el nuevo motor más potente que estrenaron en Spa pueda ayudarlos a lograr una ventaja técnica sobre los coches ingleses.
Schumacher se unió a otros corredores para criticar el estado de los pianitos de la pista de Spa, considerada como una de las dos más difíciles (junto a la japonesa de Suzuka) del campeonato. �En algunas curvas son increíbles, te rompen los neumáticos.� 
Las piedras que marcan el límite, de color rojo y blanco, hechas de hormigón, son demasiado angulosas. �A 300 km/h, esos pianos son mortales�, opinó Heinz-Herald Frentzen, que ayer fue 17º. �No se debe ni tocarlos�, añadió el piloto, para quien Spa-Francorchamps �no está adaptado a esta época. Por suerte los coches sí lo están�.
Coulthard marcó 1m53s398 a 221,210 km/h, Hakkinen quedó segundo a 521 milésimas. Fue tercero, sorpresivamente, el inglés Johnny Herbert (Jaguar) a 547 milésimas, cuarto Jacques Villeneuve (BAR) y quinto Schumacher a 828 milésimas del escocés.

 

 

�Perdemos en las rectas�

En una pista rápida como Spa, donde los Minardi se ven perjudicados por el sobrepeso de sus motores y el handicap de potencia, Gastón Mazzacane (foto, sobre uno de los pianitos del circuito) marcó 1m56s122 y quedó a 2s724 del más veloz, David Coulthard, en la 19ª posición en los entrenamientos de ayer. �El auto anduvo bien, pero pierdo en las rectas, donde se nota la falta de potencia de nuestros motores�, sintetizó el argentino, quien dejó para los ensayos libres de hoy las pruebas finales para definir la puesta aerodinámica de su Minardi para afrontar la clasificación. Que el Minardi no estuvo tan lejos de los McLaren lo demostró el coequiper de Mazzacane, el español Marc Gené, quien quedó 11º en los ensayos al marcar 1m54s832, a menos de un segundo y medio de Coulthard, una diferencia que puede calificarse de milagrosa.

 

 

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Por Diego Bonadeo

El rugby fue más fuerte

Uno de los primeros asombros que tuvieron Los Pumas en su gira rugbística por Sudáfrica en 1965 fue ver que, al caminar por las calles de Pretoria o Johannesburgo, toda persona no blanca con la que se cruzaban les cedía el paso casi con culpa y con dolorosa sumisión. Esto fue hace 35 años y no durante las Cruzadas o en plena Inquisición.
El paulatino y perseverante cruento retroceso del apartheid, con Nelson Mandela preso como paradigma y como estandarte, tuvo al rugby como ingrediente secundario pero ingrediente al fin, si se entiende que la persecución racial en Africa del Sur tuvo componentes más económicos que raciales. A los no blancos no se los perseguía fundamentalmente en cuanto tales sino especialmente porque el sojuzgamiento permitía esclavitud garantizada o a lo sumo mano de obra hiperbarata.
Hacia la década del �70, el rugby del mundo comenzó a aislar a Sudáfrica �parte de las organizaciones deportivas y de otras actividades también� y en 1974 apareció por primera vez semiinstitucionalizado el atisbo inicial de participación no blanco encarnado en un equipo de mestizos, mulatos y negros, bautizado �Protheas�, que jugó algunos amistosos. Cuando, en 1975, el Atlético de San Isidro (CASI) celebró un nuevo aniversario de su fundación, invitó a jugar a un seleccionado del resto del mundo que estaba integrado por tres sudafricanos: uno negro, uno mulato y uno blanco. Era un guiño hacia quienes boicoteaban el intercambio deportivo, como prenunciando vientos de cambio.
Veinticinco años después, el último fin de semana, en el partidazo que los Springboks sudafricanos le ganaron 46-40 a los All Blacks neocelandeses, la algarabía compartida entre jugadores y asistentes de los ganadores mezclaron en abrazos, besos y felicitaciones a blancos, negros, mulatos y mestizos.
Sólo una generación �25 años� había pasado desde que Soweto y otros barrios se erigían como patéticas reservas étnicas cuya única consigna era separar a los seres humanos por color. Quizás alguien podrá exagerar los motivos del cambio cultural, político, social y económico de la sociedad sudafricana y atribuírselo, por lo menos en parte, al juego más popular de ese país. Puede que entonces el exagerado enfatice sin rubor que el rugby fue más fuerte.

 

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