Por Felipe Yapur
�Alguien va a hablar�. La afirmación se ha transformado, en los últimos tres días, en una obsesión de dirigentes peronistas de toda laya. Preocupados senadores, atormentados funcionarios y esperanzados militantes observan y presionan a las dos figuras que, hipotéticamente, podrían abrir la puerta de la resolución del escándalo senatorial: Antonio Cafiero y, desde hace 72 horas, Ramón �Palito� Ortega. El primero recibió más de una presión, no menor, a la cual ha campeado lo mejor que pudo. El segundo se ha convertido en el centro de una versión que lo pone como potencial acusador de los actores que estarían involucrados en el cobro de las supuestas coimas. Cafiero se aferra a su versión oficial �que, según quienes han podido hablar en la intimidad con él, no se condice con lo que verdaderamente sabe�. Ortega se encerró en su campo de Luján.
El silencio de Ortega genera desconcierto y muchos nervios. Desde el viernes comenzaron a circular versiones sobre el papel que tuvo Palito en el affaire. Colaboradores del senador tucumano ofrecieron a este diario una benigna e interesada versión que lo habría tenido como protagonista:
que Palito habría rechazado un sobre que contenía 70.000 pesos en calidad de �asignación por reforma laboral�; más claramente, el soborno. Desde el mismo viernes el tucumano permanece encerrado en su quinta bonaerense. Un viejo colaborador de Ortega dijo a este diario, agregando una pizca de misterio, que �Ramón desaparece, se oculta, antes de tomar una decisión que sea fundamental para su carrera política�. Esta misma fuente sostuvo que entre hoy y el lunes �Palito va a hablar�.
El relato del hipotético intento de soborno a Ortega fue completado, por el mismo hombre de confianza, con un agregado: luego del episodio, Palito habría contado toda esa historia a Eduardo Duhalde. El viernes, el titular de la Oficina Anticorrupción, José Massoni, se reunió con el ex gobernador. Este le dijo que su ex compañero de fórmula sólo había oído rumores de los sobornos. Duhalde no dio más precisiones. No se sabe, aún, si Ortega las tiene.
Esta situación alimenta la tesis que sostienen algunos dirigentes cercanos a Cafiero, y que dice que la permanente vacilación del veterano dirigente para romper con esta especie de �código de la Omertá� abrió las puertas para que algunos senadores vean la posibilidad de �confesar� y de, esta manera, lavar su imagen.
Es por esta razón que tanto Cafiero como su entorno reciben presiones para que terminen con las frases ambiguas. Por ejemplo, el martes en la reunión de Asuntos Constitucionales el senador se mostró dubitativo y resbaladizo al mantener una versión más lavada sobre lo que él supuestamente sabía de los sobornos. El miércoles, poco antes de la extensa y caldeada sesión, Cafiero se reunió a solas con Carlos Ruckauf y Felipe Solá en la Casa de la Provincia de Buenos Aires. La dupla bonaerense escuchó los argumentos de Cafiero en silencio. Cuando terminó de hablar, Ruckauf sin disimular su molestia, le dijo: �Mire Cafiero, o usted no sabe comunicar o yo no le entiendo. ¿Por qué no se decide y habla claro?�. Cafiero sólo se mantuvo en silencio. Solá fue más condescendiente y le advirtió que tenía en sus manos la posibilidad de cambiar el rumbo de la historia política: �¿Qué es lo que prefiere Antonio? ¿Que la gente lo salude por la calle por su coraje cívico o que sólo le hablen algunos de los senadores implicados?�. Cafiero se retiró agradeciendo los consejos. Por la noche, en el recinto pronunció una frase fuerte: �Tengo certeza de que hubo sobornos, pero no pruebas�. Luego afirmó que estaba siendo muy presionado.
Si de presiones se trata, el propio Solá salió, después de su conversación con Cafiero, a decir que �si alguien me pregunta si hubo sobornos yo digo que sí�. Ayer, el vicepresidente Carlos �Chacho� Alvarez también insistió con el senador bonaerense al sostener que �ha puesto su credibilidad en juego� y, para más datos, aseguró que �dependemos mucho deque transformemos los indicios en evidencias y ahí el papel de Cafiero va a ser bastante clave� (ver página 9). El presidente Fernando de la Rúa, mucho más cauto, dijo en Bariloche que �no creo que se hayan pagado sobornos, pero por lo que se dice toda averiguación debe llevarse absolutamente a fondo. El camino es la Justicia y eso es lo que está en marcha en este momento�.
Todo esto llevó a que Cafiero argumentara que se ha invertido la carga de la prueba y de denunciante prácticamente pasó a denunciado. Por ello un grupo de dirigentes justicialistas, entre los que se encuentran Duhalde, Solá, el intendente de La Plata, Julio Alak, y el líder de Nueva Dirigencia, Gustavo Beliz, entre otros, firmaron una solicitada en apoyo a Cafiero (ver página 5) donde destacan las presiones que recibe y resaltan �su vocación democrática, su integridad moral y coraje�. Por ahora, habrá que seguir esperando que alguien rompa el silencio.
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