Por
Juan José Panno
La primera mano fuerte llegó antes de los 5 minutos:
Ortega la metió en el medio del área y Saviola, después
de enganchar para que pasara de largo Canals, le dio de punta, seco, junto
a un palo. El pobre Buljubasich alcanzó a tocar la pelota y le
bajó la velocidad, pero no pudo evitar que se le metiera en el
arco.
El segundo cachetazo fue a los 20 minutos:
Ortega, volcado sobre la derecha, tocó de espaldas, para Saviola,
engañó a todos y dejó haciendo molinete a Mariano
González. Saviola amagó patear al arco, pero se frenó
de golpe y levantó la cabeza. Por el medio del área venía
picando Angel, destinatario natural del pase, según lo entendió
medio estadio, incluidos los centrales rosarinos que bajaron al colombiano
de un hondazo. Sin embargo, la pelota no fue para Angel sino para Placente
que subía a mil por la izquierda, libre. El lateral (lateral-volantedelantero
más) paró el balón y cuando todos esperaban el cañonazo,
continuó con la cadena de engaños y picó la pelota
por sobre la docena de cabezas que se había amontonado en el área.
Fue un golazo que dejó medio inconsciente a Central que ya, por
entonces, jugaba con diez por la expulsión de Cáceres.
El golpe de nocaut se produjo a los 27 minutos:
Saviola recuperó la pelota en la mitad de la cancha y la llevó
en tándem con Aimar. En tres cuartos de cancha, sobre la izquierda,
se asociaron con Ortega y el Burrito calculó el centro para la
cabeza de Angel que llegó solito para cambiar la trayectoria de
la pelota y meterla contra el palo derecho del arquero. Saviola-Aimar-Ortega
y Angel. La tocaron los cuatro.
En menos de media hora River había aplastado a Central; en menos
de media hora había despedazado la absurda idea de que no es conveniente
juntar a tantos futbolistas de similares características; en media
hora había logrado entusiasmar hasta el clímax a los hinchas
que cubrieron más de la mitad del Monumental, atraídos por
la vuelta de Ortega y el presumible funcionamiento del cuadrado mágico;
en menos de media hora se podía haber bajado la cortina. El partido
terminó 4 a 1 porque Giménez le dio un penal dudoso a los
rosarinos y en el segundo tiempo Angel aprovechó un error del atareado
Buljubasich. Pero la chapa ya estaba muy bien puesta en esa primera parte.
Es cierto que Central anda a los tumbos y que dio algunas ventajas en
la última línea, pero nada de esto deberá quitarle
méritos a la idea de juego asociado que predica con el ejemplo
la banda de Aimar. Antes de ponerse a pensar si ese es o no el fútbol
que le gusta a la gente, estos tipos juegan el fútbol que les gusta
más a ellos y punto. Se juntan, tiran paredes, prefieren un pase
más antes que el tiro al arco. Puede salirles bien, regular o mal,
pero su idea no variará en la medida en que el técnico que
los dirija no los recargue de responsabilidades tácticas. Ortega
se movió cómodo y feliz en su hábitat y jugó
un partidazo pese a que no consiguió marcar; Saviola la hizo de
goma aprovechando su talento y su físico livianito en una cancha
muy rápida; Angel aportó toque, además de gol; Aimar
tomó la manija en varios pasajes, pero no se notó demasiado
por la variedad de recursos exhibidos por los demás; Placente,
sin carrilero en su sector y sin soportar marcas pegajosas, llegó
muchas a posiciones de gol y pudo meter por lo menos tres. Para completar
el panorama, Claudio Husain y Berizzo cumplieron muy bien la tarea de
contención y en el fondo, donde se destacó Yepes, no hubo
ninguna grieta. River fue sólido, práctico, imaginativo
y muy ambicioso: creó 20 situaciones de gol. No siempre le resultará
tan sencillo, como ayer, pero con sólo arrimarse al nivel que mostró,
estará muy por encima del nivel medio de este campeonato.
Un feliz aniversario
Además de la vuelta de Ariel Ortega, River
celebró ayer el 25º aniversario del campeonato Metropolitano
que obtuvo en 1975. El arquero Roberto Bonano, el volante Pablo
Aimar y el delantero Javier Saviola, en representación
de todo el plantel, le entregaron medallas conmemorativas
a los ex futbolistas de aquélla época. Entre los
homenajeados estuvieron Ubaldo Fillol, Luis Landaburu, Héctor
Artico, Norberto Alonso y Oscar Mas. Con esa conquista, River
cortó una racha de 18 años sin ganar un título.
El torneo se definió el 27 de agosto de 1975. Ese día,
River venció 1-0 a Argentinos con un gol de Marcelo Bruno,
en el estadio de Vélez. En aquel certamen, River terminó
jugando con jugadores de las divisiones inferiores, debido a la
huelga de futbolistas profesionales. Curiosamente, Aimar y Saviola,
dos de los jugadores que realizaron la entrega, todavía
no habían nacido cuando River volvía a festejar
después de una larga sequía. Aimar nació
en 1979, en Río Cuarto, y Saviola dos años más
tarde, en Capital.
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