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FESTEJO LA VUELTA DE ORTEGA CON UNA GOLEADA
River, con todos los chiches

Ortega respondió a las expectativas en su esperada vuelta, mientras Aimar, Saviola, Angel y Placente estuvieron a la altura de las circunstancias. Por ellos, River aplastó a Central, tuvo el partido resuelto antes de que se cumpliera la media hora y generó más de 20 situaciones de gol. Buljubasich tuvo alguna responsabilidad en el cuarto gol, pero tapó varios mano a mano y fue figura.

Por Juan José Panno

t.gif (862 bytes)  La primera mano fuerte llegó antes de los 5 minutos:
Ortega la metió en el medio del área y Saviola, después de enganchar para que pasara de largo Canals, le dio de punta, seco, junto a un palo. El pobre Buljubasich alcanzó a tocar la pelota y le bajó la velocidad, pero no pudo evitar que se le metiera en el arco.
El segundo cachetazo fue a los 20 minutos:
Ortega, volcado sobre la derecha, tocó de espaldas, para Saviola, engañó a todos y dejó haciendo molinete a Mariano González. Saviola amagó patear al arco, pero se frenó de golpe y levantó la cabeza. Por el medio del área venía picando Angel, destinatario natural del pase, según lo entendió medio estadio, incluidos los centrales rosarinos que bajaron al colombiano de un hondazo. Sin embargo, la pelota no fue para Angel sino para Placente que subía a mil por la izquierda, libre. El lateral (lateral-volantedelantero más) paró el balón y cuando todos esperaban el cañonazo, continuó con la cadena de engaños y picó la pelota por sobre la docena de cabezas que se había amontonado en el área. Fue un golazo que dejó medio inconsciente a Central que ya, por entonces, jugaba con diez por la expulsión de Cáceres.
El golpe de nocaut se produjo a los 27 minutos:
Saviola recuperó la pelota en la mitad de la cancha y la llevó en tándem con Aimar. En tres cuartos de cancha, sobre la izquierda, se asociaron con Ortega y el Burrito calculó el centro para la cabeza de Angel que llegó solito para cambiar la trayectoria de la pelota y meterla contra el palo derecho del arquero. Saviola-Aimar-Ortega y Angel. La tocaron los cuatro.
En menos de media hora River había aplastado a Central; en menos de media hora había despedazado la absurda idea de que no es conveniente juntar a tantos futbolistas de similares características; en media hora había logrado entusiasmar hasta el clímax a los hinchas que cubrieron más de la mitad del Monumental, atraídos por la vuelta de Ortega y el presumible funcionamiento del cuadrado mágico; en menos de media hora se podía haber bajado la cortina. El partido terminó 4 a 1 porque Giménez le dio un penal dudoso a los rosarinos y en el segundo tiempo Angel aprovechó un error del atareado Buljubasich. Pero la chapa ya estaba muy bien puesta en esa primera parte.
Es cierto que Central anda a los tumbos y que dio algunas ventajas en la última línea, pero nada de esto deberá quitarle méritos a la idea de juego asociado que predica con el ejemplo la banda de Aimar. Antes de ponerse a pensar si ese es o no el fútbol que le gusta a la gente, estos tipos juegan el fútbol que les gusta más a ellos y punto. Se juntan, tiran paredes, prefieren un pase más antes que el tiro al arco. Puede salirles bien, regular o mal, pero su idea no variará en la medida en que el técnico que los dirija no los recargue de responsabilidades tácticas. Ortega se movió cómodo y feliz en su hábitat y jugó un partidazo pese a que no consiguió marcar; Saviola la hizo de goma aprovechando su talento y su físico livianito en una cancha muy rápida; Angel aportó toque, además de gol; Aimar tomó la manija en varios pasajes, pero no se notó demasiado por la variedad de recursos exhibidos por los demás; Placente, sin carrilero en su sector y sin soportar marcas pegajosas, llegó muchas a posiciones de gol y pudo meter por lo menos tres. Para completar el panorama, Claudio Husain y Berizzo cumplieron muy bien la tarea de contención y en el fondo, donde se destacó Yepes, no hubo ninguna grieta. River fue sólido, práctico, imaginativo y muy ambicioso: creó 20 situaciones de gol. No siempre le resultará tan sencillo, como ayer, pero con sólo arrimarse al nivel que mostró, estará muy por encima del nivel medio de este campeonato.

Un feliz aniversario

Además de la vuelta de Ariel Ortega, River celebró ayer el 25º aniversario del campeonato Metropolitano que obtuvo en 1975. El arquero Roberto Bonano, el volante Pablo Aimar y el delantero Javier Saviola, en representación de todo el plantel, le entregaron medallas conmemorativas
a los ex futbolistas de aquélla época. Entre los homenajeados estuvieron Ubaldo Fillol, Luis Landaburu, Héctor Artico, Norberto Alonso y Oscar Mas. Con esa conquista, River cortó una racha de 18 años sin ganar un título. El torneo se definió el 27 de agosto de 1975. Ese día, River venció 1-0 a Argentinos con un gol de Marcelo Bruno, en el estadio de Vélez. En aquel certamen, River terminó jugando con jugadores de las divisiones inferiores, debido a la huelga de futbolistas profesionales. Curiosamente, Aimar y Saviola, dos de los jugadores que realizaron la entrega, todavía no habían nacido cuando River volvía a festejar después de una larga sequía. Aimar nació en 1979, en Río Cuarto, y Saviola dos años más tarde, en Capital.

 

 

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