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Flamarique en medio del fuego cruzado de la interna de gobierno

El presidente Fernando de la Rúa le prometió al ministro de Trabajo que el gabinete lo respaldaría. Raúl Alfonsín leyó un comunicado de apoyo, pero la Secretaría de Presidencia no lo reconoció como oficial.

Por Fernando Cibeira

t.gif (862 bytes)  La secuencia sirve para ilustrar el nerviosismo y la confusión que se vivió ayer en el Gobierno. A la mañana, el presidente Fernando de la Rúa llamó al ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, para expresarle su solidaridad. Lo que preocupaba al Presidente y ministro eran las versiones que daban como un hecho el pago de sobornos para la aprobación de la reforma laboral. Y que, a entender de alguien de la SIDE, el pago lo había hecho un ministro interesado en que saliera la ley. Para que no se sintiera mal, De la Rúa le anticipó a Flamarique que por la tarde saldría un comunicado en su apoyo firmado por todo el gabinete. Un documento con ese espíritu fue leído por el ex presidente Raúl Alfonsín en un noticiero, pero luego lo negó la oficina de prensa de Presidencia. Minutos después, apareció en cambio otro comunicado en el que el jefe de la SIDE, Fernando de Santibañes, desmentía versiones periodísticas. Con tantas idas y vueltas, Flamarique no debe haber quedado muy tranquilo.
El ministro de Trabajo atendía los llamados de amigos haciendo bromas para descargar la tensión. "¿Todavía tenés ánimo para reírte?", le preguntó un diputado amigo. El ataque de la SIDE a Flamarique había servido para encolumnar al Frepaso detrás del ministro, un poco venido a menos desde el inicio del escándalo y del distanciamiento que eso le provocó en su relación con el vicepresidente Carlos "Chacho" Alvarez.
"Para despegarse del escándalo ahora nos quieren tirar el fardo a nosotros", sostenía anoche un importante dirigente frepasista que, hasta un par de días atrás, aceptaba tener dudas sobre el comportamiento de Flamarique durante las negociaciones por la reforma. Pero en el nivel de odios del frepasista medio es lógico que la ponderación de Flamarique se ubique varios escalones por encima del archienemigo De Santibañes.
"Un ministro no es un cajero", salía en su defensa un diputado del Frepaso. "Los que tienen fama de cajero son otros, que se hagan cargo de su fama", agregaba, en aparente alusión al ex ministro Enrique "Coti" Nosiglia. Según las versiones, el entorno de Nosiglia también deslindaba culpas para el lado del Frepaso. "Es como si dijeran 'no miren más para acá'", graficó otro legislador que ayer se comunicó con el ministro.
En medio de las acusaciones cruzadas, en la Rosada tenían tiempo para evaluar con alguna objetividad el daño que las sospechas vienen causando en el Gobierno. "En las encuestas no gana nadie", respondía un ministro. "Pierde el Gobierno, pierde la oposición, perdemos todos", agregaba.
Flamarique comentó a quienes lo llamaron que De la Rúa le había anticipado el tenor del comunicado que firmarían todos los integrantes del gabinete, en una declaración conjunta hasta ahora inédita en los meses que lleva la gestión de la Alianza. El papel llegó a manos de Alfonsín que, molesto por las consecuencias de este escándalo, lo leyó en el noticiero de América que conduce Enrique Llamas de Madariaga.
Básicamente, los ministros señalaban que rechazaban "absolutamente" las versiones de sobornos y negaban que "haya habido disidencias sobre la Ley Laboral, así como que hayan conflictos o acusaciones recíprocas en el Ejecutivo". Alfonsín también leyó: "Por el contrario, hay en el Gobierno una clara unidad de acción y una completa identidad con la línea ética" que impulsa el Presidente. Y recordaba la ratificación de confianza a todos sus ministros realizada por De la Rúa en su última reunión de gabinete, amén de la recomendación de presentarse ante todos los organismos que lo requiriesen para esclarecer los hechos.
Para ese entonces, los rumores con los nombres que el senador Antonio Cafiero le habría dado al juez federal Carlos Liporaci habían llegado a la Rosada y el equipo de comunicación de Presidencia se encontraba reunido para determinar qué camino tomar. Allí se habría decidido que era conveniente esperar un día más y no arriesgar a De la Rúa con una declaración de la que luego podría arrepentirse. El Presidente todavía debe morderse la lengua por aquella afirmación de "versiones absurdas" con las que calificó las sospechas de coimas luego de reunirse con un grupo de senadores justicialistas. Tres de esos senadores estarían en la lista que ayer ofreció Cafiero.
"Era una idea que se barajó, pero quedó para otro momento", explicaba anoche un vocero de Presidencia sobre el meneado comunicado que un rato antes Alfonsín había leído por televisión, pero que no llegó a tener carácter oficial. Según comentaban cerca suyo, el ex presidente estaba fastidiado por la falta de una respuesta enérgica del Gobierno a las sospechas de soborno y, a su entender, el documento venía a satisfacer un poco esa falta. De acuerdo con esta versión, Alfonsín está convencido de que los pagos no existieron.
A cambio de este comunicado, Presidencia distribuyó otro en el que De Santibañes desmentía las versiones periodísticas que lo daban como aceptando la veracidad de los rumores de coimas. Y reiteró "su seguridad acerca de que nadie en el Gobierno podía estar involucrado en un hecho lamentable como el que se menciona". Así el jefe de los espías repitió lo que ya se parece mucho a un paso de comedia: dice o deja trascender cuestiones que luego sale a desmentir, se llama un tiempo a silencio y luego vuelta a empezar. Hoy, los protagonistas se cruzarán en una reunión de gabinete seguramente tensa. Conforme a lo informado en Gobierno, se hablará de la reforma de la Justicia y del Pacto Federal Educativo.

Día agitado en el Senado

La Comisión de Asuntos Constitucionales del Senado convocó para hoy a dos funcionarios de la primera línea del Gobierno a rendir cuentas sobre el supuesto pago de coimas en la Cámara alta: el titular de la SIDE, Fernando De Santibañes, y el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique. La comisión que conduce el peronista Jorge Yoma se propone avanzar en el caso a partir de las declaraciones de los funcionarios. Flamarique no había confirmado hasta anoche su presentación ante los legisladores; sí, en cambio, De Santibañes. Más allá de las exposiciones de ambos funcionarios, el bloque de la Unión Cívica Radical insistirá con su iniciativa de formar una comisión investigadora para que analice el tema, con facultades más amplias abarcativas que las que posee la Comisión de Asuntos Constitucionales. El radicalismo propone que esta comisión investigadora pueda allanar, detener e indagar a cualquier persona, entre otras atribuciones que actualmente sólo le competen a la Justicia, una idea que no tiene mucho consenso en el desalineado bloque peronista

 

OPINION

Por Alfredo E. Allende *

El único beneficiario

Se especula demasiado sobre los beneficiados del escándalo en el Senado. En el fondo, hay uno solo.
Es verdad que los políticos hacemos lo necesario para merecer descrédito, pero ¿a quién lo beneficia fundamentalmente en las actuales condiciones del mundo? Y ¿quién lo aprovecha y hasta lo estimula? El poder fáctico, el establishment, se está dando una panzada con el tema que aflige a la Cámara alta porque sabe que el menoscabo se extiende más allá de los recintos del Congreso y se derrama sobre toda la "clase política". Le queda, así, expedito, el comando de los destinos del país.
La mecánica verdaderamente constitucional, no la del libro llamada "Carta Magna", es la siguiente: las empresas, las corporaciones y los bancos, todos internacionales, que se han quedado con la liquidación del Estado realizado por el menemismo, que administran la colosal deuda externa argentina, que obtienen beneficios extras con flexibilizaciones laborales, exenciones de contribuciones sociales y elusiones gigantescas de impuestos celebran las banalidades de los políticos. De tal manera esa amenaza llamada política no se ejercita de acuerdo con sus potencialidades y su vocación íntima, que no son otra que la defensa del pueblo, de la comunidad nacional y la ocupación de los espacios para cumplir con esos fines. ¡No vaya a ser cosa que una dirigencia digna sea creíble y arrastre las multitudes hacia la demagógica acción de cancelarles sus privilegios ganados sea en licitaciones amañadas, sea en sobornadas ventas directas, o mediante una deuda externa viciada de inmoralidades ilevantables!
Es obvio que la transparencia exigida por el vicepresidente de la Nación es necesaria. Pero entiéndase bien: hay un inmediato ganador en el "affaire" --si es que éste existió--. No va a triunfar la verdad, a no ser que ella ensucie a algunas figuras hasta hoy expectables. De todas maneras queda un manto más de sospecha y otro de certeza sobre la incorregibilidad de los políticos, mientras en los bastidores se ríen los que siempre han encontrado hilarantes tales desgraciados acontecimientos y que son los que saben utilizarlos. En tanto en la platea, el pueblo desesperanzado desprecia aún más a los actores de la pieza política escenificada. El distanciamiento entre la sociedad y sus dirigencias políticas se consuma para regodeo y beneficio del establishment.
Si se clarifica esta realidad, si se concientiza sobre este peligro, bienvenida sea la necesaria purificación, presupuesto de una improrrogable transformación social dentro del ámbito democrático, que obviamente no se puede dar en el marco neoliberal-financiero vigente. O habrá otros tipos de ámbitos y de purificaciones.

* Diputado de la Nación (UCR-Alianza).

 

 

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