Por
Horacio Cecchi
Comenzó ayer el juicio oral y público por el asesinato
de Rodolfo Fito Ríos, un preso de Caseros al que molieron
a palos hasta dejarlo en coma, en noviembre de 1992, y por el que nadie
parece hacerse cargo, pese a que siete testigos apuntan contra el temido
grupo de requisa. En el caso están imputados el entonces jefe de
turno, Miguel Mir, el inspector de turno, Sergio Tocayuk, y el encargado
del piso, Leoncio Galarza. Los acusados aseguran que no había testigos
y que la requisa jamás tuvo contacto con Ríos, pese a que
la remera del preso mostraba las marcas de pisadas con borceguíes.
No sé si se pegó solo, declaró ayer Mir
ante el Tribunal Oral 11. Más sorprendente aún fue el trato
otorgado por el SPF a sus integrantes procesados: Mir fue ascendido. A
Tocayuk, el año pasado, pese a estar procesado por homicidio, la
Obra Social del SPF le otorgó un crédito para cambiar de
vivienda.
El 21 de noviembre del 92, mientras se encontraba con un amigo preso,
Emilio Villegas, Ríos mantuvo un altercado con el guardiacárcel
el Chaqueño García. Entre el Chaqueño
y su colega el Polaco Maciel separaron a los dos internos del resto de
los presos, ubicándolos en el patio del 9º piso. García
avisó a sus superiores: el jefe de turno, por entonces alcaide
Miguel Cristian Mir, y su segundo, por entonces subalcaide Sergio Tocayuk.
Ambos, acompañados por el encargado del 9º y 10º pisos,
Leoncio Galarza, ayudante de segunda, llegaron hasta el patio. Mir aseguró
que sólo entraron ellos, aunque una decena de presos vio a través
de las rejas cómo la requisa apaleaba a Ríos. El detenido
fue internado en coma en el Hospital Pirovano, y murió el día
24. En el sumario interno, el SPF sostuvo que se trató de una riña
entre presos y señaló a Villegas como culpable. El
primer juez que tomó la instrucción, Oscar Rawson Paz, procesó
al interno. Lo que complicó todo fue no haberle podido tomar
declaración a Ríos, dijo sin titubear el magistrado.
Cuando Rawson Paz fue ascendido a camarista, su lugar lo tomó Roberto
Murature. En 1994 desprocesó a Villegas e imputó a García
y a Maciel. Tres años después los sobreseyó y procesó
a los actuales acusados por homicidio simple 8 a 25 años
de prisión. Pero la Cámara de Apelaciones cambió
la carátula por la de homicidio en riña hasta 5 años
de condena. Las únicas pruebas del homicidio: un trozo de
palo de escoba ensangrentado, pese a que, según las pericias, Ríos
no sufrió heridas externas sino fractura de la base del cráneo,
y pese a que las requisas no son afamadas por usar enseres domésticos
para cargar contra los presos.
Una cosa es el espíritu de cuerpo y otra una asociación
ilícita. Yo no podría estar sentado acá con remordimientos,
declaró ayer, sorprendido por las acusaciones, el actual alcaide
mayor Miguel Mir. Según Mir, junto a Tocayuk, subieron al 9º.
Sin la requisa, que es lo último a lo que debemos apelar,
sermoneó. Al entrar al patio, Villegas se me abalanzó
a los gritos. A Ríos lo vio sentado, pasivo.
Después, enredado en la pelea con Villegas, perdió de vista
a quien terminaría en coma.
¿No investigó entre sus subordinados qué había
pasado con Ríos -preguntó el presidente del tribunal, Enrique
Pose.
Mire, lo conversé muchas veces.
Dígalo entonces exigió Pose.
Mire, nunca tuve una respuesta satisfactoria respondió
Mir.
Tocayuk y Galarza se negaron a declarar. Siguió el interno José
Nieto. No pudo reconocer a los acusados, pero dio una versión distinta:
Lo vimos diez o más presos. Villegas estaba al lado nuestro,
del otro lado de la reja y nadie lo tocó. Entraron como veinte
de la requisa y encararon derecho a Ríos. Lo molieron a palos.
Yo me puse muy nervioso. Uno quiere hacer algo y no puede, y la autoridad
son ellos.
El tribunal preguntó a cada uno de los imputados si le alcanzaba
el sueldo para subsistir. Los tres respondieron que sí. Tocayuk
aclaró que vive con varios sobrinos a su cargo. El 31 de agosto
del año pasadosolicitó a la Justicia que le fuera levantada
la inhibición sobre su casa de la avenida Dellepiane, valuada en
55 mil pesos, para adquirir otra de alrededor de 100 mil pesos, en Emilio
Castro al 4900. Un crédito otorgado por la Obra Social del SPF
cubriría la diferencia.
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