Por
Carlos Rodríguez
El terrible tiroteo en Los Polvorines tuvo una derivación inesperada:
uno de los policías heridos de gravedad fue alcanzado por el disparo
de una escopeta calibre 11,70, arma que no estaba en poder de ninguno
de los delincuentes que murieron sino que forma parte del armamento reglamentario
de la propia Policía Bonaerense. La comprobación parece
confirmar que, en medio del descontrol de un megaoperativo
del que participaron por lo menos 250 efectivos para acorralar a tres
ladrones, los heridos por la propia fuerza, como suelen decir
los partes policiales, serían más de uno. El fiscal Mario
Marini solicitó la realización de una serie de pericias
balísticas y de planimetría a fin de determinar con precisión
el recorrido que tuvieron las balas que impactaron en los diez agentes
que resultaron heridos, ya que son muchas las dudas sobre el origen de
éstas, dijeron fuentes judiciales consultadas por Página/12.
También está quedando claro que hubo notorio exceso de celo
al reprimir a los tres sospechosos: uno de ellos tenía más
de 30 impactos de bala.
Las fuentes explicaron que los policías que rodearon la casa donde
se refugiaron dos de los delincuentes, en la villa Parque Alvear de Los
Polvorines, adoptaron cuatro posiciones de tiro. Había
policías en el frente y en los fondos de la casa, que efectuaron
disparos en línea recta y también en forma oblicua. En medio
de la balacera quedaron otros policías que, en lugar de ser heridos
por los ladrones, habrían sido impactados por sus propios compañeros.
Algunos testigos dijeron que hubo mucha confusión y que los
policías comenzaron a disparar hacia una de las casas sin determinar
antes la posible presencia de rehenes, reveló una fuente
allegada a la investigación. El primer dato concreto que confirma
la confusión del enemigo fue el hallazgo de una bala de escopeta
en la pierna izquierda del sargento Claudio Norberto Medina, uno de los
dos heridos graves. El otro es el sargento primero José Quintana.
Sería un proyectil calibre 12,70, igual a los de las escopetas
tipo Itaka que utiliza la policía.
Para evitar suspicacias, la fuente judicial aclaró que está
probado que el sargento primero Julio Sánchez, muerto en el enfrentamiento,
fue alcanzado por un impacto de FAL, arma que estaba en poder de uno de
los delincuentes. Los tres ladrones muertos en el operativo fueron identificados
como Sergio Torres, Fabio Brízzola y Eduardo Leguizamón.
Uno de los dos que estaban muertos dentro de la casa virtualmente destruida
por las balas policiales, tenía más de 30 impactos en su
cuerpo. Otro dato significativo es que, según las autoridades del
banco, los ladrones huyeron con 25.000 pesos, pero sólo aparecieron
16.100.
El día del hecho, fuentes policiales ajenas al operativo habían
manifestado a este diario su sorpresa por el inusual operativo tendiente
a detener a tres hombres rodeados sin posibilidad de escape.
Los voceros especularon incluso con una gran operación tendiente
a mejorar la imagen del cuestionado jefe de la Bonaerense, comisario Eduardo
Raúl Martínez, denunciado por su participación en
un caso de torturas, aunque esa hipótesis no ha sido confirmada
en la investigación.
Al expediente por el tiroteo fue adosado el video tomado por las cámaras
ubicadas en la sucursal de la Banca Nazionale del Lavoro de Talar de Pacheco,
asaltada por los tres hombres que luego murieron acribillados en la villa
de Los Polvorines. Un dato curioso es que Torres aparece en el video vestido
con ropas distintas de las que tenía cuando encontraron su cadáver.
¿Dónde y cómo se cambió en medio de la persecución?
El video demostraría también que las armas halladas en poder
de los delincuentes habían sido llevadas por ellos al banco, en
una bolsa. Según dijo la policía, tenían un FAL con
dos cargadores, dos pistolas 9 milímetros, otra calibre 11,25 y
una ametralladora PAM. Una carga pesada para llevar en la moto en la que
escaparon los tres.
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