La ley recientemente aprobada por el Congreso que prorroga indefinidamente el actual régimen de aranceles para la importación de azúcar no será promulgada. Fuentes gubernamentales dieron a conocer la decisión presidencial de vetar la norma. �En un momento de relanzamiento del Mercosur, esta ley genera un ruido enorme�, fue el argumento esgrimido. Desde Cancillería consideran que las pérdidas que podría ocasionar una reacción del Congreso brasileño que imponga trabas a las importaciones desde la Argentina serían mucho mayores que las producidas por una reconversión del complejo azucarero local.
La norma sancionada por el Congreso prorroga indefinidamente el decreto 797, que establece el derecho a pagar un arancel sobre el precio de mercado del azúcar. El nivel de esa barrera de importación se elaboraba anualmente sobre un precio base que surge del promedio del valor de los cuatro años anteriores. La nueva ley extiende también ese plazo a 8 años, lo que en un contexto de reducción de precios, eleva la base. Sin embargo, esas cuestiones técnicas no son las que preocupan, sino los efectos que puede tener la aprobación de esta ley en las relaciones internas del Mercosur. Preocupación manifestada por José Botafogo Goncalves, ministro brasileño para el Mercosur.
Solucionado el tema automotor, el azúcar es el único producto que queda fuera de los términos de la Unión Aduanera, y el tratado de Asunción de 1991 no admite excepciones. Además, el ruido político que produjo en Brasil la actitud del gobierno argentino, hace temer a los hombres de Cancillería que el Congreso del vecino país opte por tomar represalias. En particular, se escucharon versiones sobre trabas al ingreso de productos argentinos que contengan azúcar, lo que supondría pérdidas por 100 millones de dólares o, peor aun, sobre el trigo, lo que significaría restringir ingresos por 800 millones.
Los funcionarios que defienden el veto presidencial también recordaron que Brasil representa el destino del 30 por ciento de las exportaciones. El Gobierno no está dispuesto a asumir este riesgo �sólo para proteger a un sector�, sostuvo la fuente. El objetivo del Ejecutivo es ahora aprovechar los diez días que dispone para vetar la norma para trabajar políticamente en convencer a los sectores involucrados. Su contraoferta será un plazo de transición de no menos de 3 años para permitir la reconversión del complejo azucarero y negociar, en tanto, con Brasil, la disminución de la promoción al sector zucoalcoholero.
opinion
Por José Vitar (*) |
El azúcar y la gente
Algunos plantean la posibilidad de que el Poder Ejecutivo vete la ley que acaba de sancionar la Cámara de Diputados para mantener el esquema arancelario que evite la inundación de azúcar brasileño al mercado argentino. El veto constituiría un grave daño.
El azúcar es un producto que está protegido en todo el mundo. Se comercia a precios subsidiados, se fijan cuotas de producción, aranceles diferenciales e inclusive tiene la importación prohibida en algunas latitudes. Además de ser una actividad que integra a todos los sectores de una economía alrededor suyo, usa una gran cantidad de mano de obra y genera efectos multiplicadores, que llevan a la constitución de pueblos y ciudades en torno de los ingenios. Basta viajar al norte de nuestro país para ver las ciudades anillo alrededor de una chimenea de ingenio, tales como Libertador Gral. San Martín en Jujuy, Orán en Salta, Concepción o Monteros en Tucumán.
También es claro cómo quedan pueblos fantasmas cuando alguno de estos se cierra. Cuando en 1966 el dictador Juan Carlos Onganía clausuró los ingenios, 250 mil tucumanos dejaron la provincia. En lugar de ingenios quedaron viejos, mujeres y niños, hambre y miseria.
Brasil es hoy el principal productor mundial de azúcar. Consiguió esta posición básicamente a partir de el formidable programa alcoholero, con un costo fiscal de entre 3500 y 5000 millones de dólares anuales (cuanto más bajo el precio del petróleo más alto el subsidio) que le confirió una capacidad productiva tanto a nivel de cañaverales como de fábricas formidable.
La posibilidad de eliminar las restricciones a la entrada de azúcar de nuestro socio del Mercosur implica dos cosas: violar el acuerdo marco de Asunción, en el cual se estableció que se desregularía solo cuando se eliminen las asimetrías existentes (básicamente los subsidios brasileños), y destruir a nivel local esta actividad, que afectaría directamente a 50.000 familias de tres de las provincias más castigadas por el flagelo del desempleo.
Brasil está en condiciones de abastecer e inundar nuestro mercado en cuestión de semanas, a precios que hoy son la mitad de los locales. El veto sería una señal trágica para la región. Postergaría las inversiones de más de 200 millones de pesos que están programadas para los ingenios, detendría los avances que se hicieron a nivel agrícola, llevaría la zozobra a vastos sectores de la población, obreros, pequeños productores rurales, entre otros. Queremos integración regional, pero no la desintegración nacional.
(*) Diputado nacional por Tucumán. Frepaso-Alianza. |
|