Por Pablo Plotkin
Despertar de una noche agitada: Mavi Díaz se siente �fatal�. Cenó con el resto de las Viudas en un restaurante de comida mexicana, abusó del chile y los margaritas, y ahora se recupera con sorbos de un té de boldo en un café en una calle ruidosa de Recoleta. �Volver a Buenos Aires es muy excitante�, dice Mavi, que vivió los 90 entre España e Inglaterra. �Acá todo tiene el triple de significado. Cada vez que vuelvo a cantar me cago de miedo, como si nunca hubiera cantado en la vida.� Por si alguien no lo recuerda, la hija de Hugo Díaz �genio de la armónica� le puso voz a algunos de los hits más desvergonzados de los 80: �Lollypop�, �Bikini amarillo� y demás ejemplos de espiritualidad. A principios de la década pasada viajó a España. Cantó un tiempo en bares y hoteles de las islas Canarias, recuperó el entusiasmo de compositora durante su estadía en Inglaterra, y empezó a comprender el trabajo en estudio cuando se mudó a Madrid (donde vive actualmente) y se integró al equipo de producción de Alejo Stivel (ex Tequila). De todo aquello surgió ¡Chau!, una proyección adulta del universo a go go de la ex cantante de Viuda e Hijas de Roque Enroll. Se la podrá ver en vivo este viernes en el Hard Rock Café. Eso sí: �no esperen de mi nada de �Lollypop��, advierte.
�¿Cómo resultó la transición de estrella pop a cantante de hotel?
�Muy aleccionadora. Aprendí un oficio, una profesión: la de músicomueble. Como cantante me sirvió muchísimo: estuve un año y medio sin tener un solo día libre, cantando cuatro horas por día. Tenía que pagar el alquiler. Aprendí a no depender de nadie: cargar mis equipos, buscar laburo, hacer todo sola. Y yo venía acostumbrada a la agencia, el manager, los plomos. Así que fue un ejercicio de temple, voluntad y paciencia que me sirvió en la vida personal y profesional.
�¿Extrañaba algo de los viejos tiempos?
�Sí. Cuando cargaba los equipos y me rompía la espalda con mis tacos aguja, me doblaba el tobillo bajo la lluvia, cargando cosas para tocar para unos alemanes... puedo asegurar que extrañaba muchísimo el glamour de mis épocas de gloria. Sí, muchas veces. Me ponía a llorar desconsoladamente, pero después hay cosas que desaparecen de tu vida cotidiana y ya no las extrañás.
�¿No pensó en armar otra banda?
�No. Yo nunca había tenido un trabajo formal, y por primera vez tenía que cumplir un horario. De chiquita me la pasé de gira, porque mis padres también eran músicos, así que Canarias me dio la oportunidad de llevar una vida estable. Podía estar todo el día con mi hijo y después irme a trabajar. Eso puede sonar como una tontería, pero era la primera vez que me sucedía.
�¿Cómo fue su trabajo como compositora en Europa?
�Estuve un montón de tiempo sin componer canciones. Empecé en Inglaterra, en el �97, cuando me agarró un ataque de que quería sacar mi disco ya. Estaba bastante conmocionada, porque había muerto mi mamá hacía poquito. Y me influyó toda la música que había. Tuve épocas de escuchar sólo música española, épocas de escuchar sólo brit pop. De todo. Después recuperé esa onda que siempre tuve, medio a go go. Y me involucré con la música dance: con DJ Salinas, un español que hace house, deep funk y tribal, hicimos varios cortes que vendimos en Bélgica y Holanda. Luego en Madrid me dediqué a componer para otra gente, a ponerme en personaje. Eso me resulta fantástico. Muy divertido.
�¿En qué estado artístico encontró al resto de las Viudas?
�Estuve yendo a los ensayos de la banda de Claudita (Sinesi), que me encanta. Vi un show de María Gabriela (Epumer) y me encantó. Me gusta que cada una haya salido para su lado. Yo las conozco mucho a las chicas. En las Viudas componíamos las cuatro, y yo podía reconocer el sello de cadauna, la forma de crear los sonidos. Y cuando escucho los discos de ellas, realmente las encuentro, encuentro la huella de lo que fueron haciendo. Y siempre me fascina y sorprende. Soy bastante fanática de mis amigas, pero me parece que están en un momento glorioso. María Gabriela brilla. Por sí misma, además.
�¿Está al tanto de lo que sucede en el rock argentino?
�Casi nada. Fui a ver a Sergio Pángaro a La Ideal, y me encantó. Pero después no pude ver nada. En la materia rock chabón estoy completamente desactualizada. No se qué es La Renga. ¿Cómo puede ser? Sé qué es La Mosca y no La Renga. Estoy muy grave.
�¿Se extraña algo de los 80?
�Sí señor. Me hace sentir un poco carcamán, pero era el comienzo de una movida, el comienzo de una revolución, una cosa que nunca más volvió a pasar. Se abrieron las puertas de Latinoamérica para la música argentina. Los 80 fueron gloriosos, esplendorosos, glamorosos, ridículos, horrorosos en ciertos aspectos (todos nos hemos hecho unos peinados horribles). Pero es un fenómeno que uno mira con nostalgia.
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