Por Maximiliano Montenegro
El consultor Miguel Angel Broda, que mantiene una fuerte controversia con José Luis Machinea acerca de la marcha de la economía, sigue predicando en el corazón de la city. El lunes, convocó en su estudio a un selecto club de quince economistas de primera línea, entre académicos y gurúes, para debatir si se está saliendo de la recesión o si, por el contrario, la economía se halla en el fondo de una profunda depresión. Ayer, se reunió con el presidente del Banco Central, Pedro Pou, para evaluar el mismo tema.
Broda está convencido de que este año el Producto se expandirá apenas un 1,5 por ciento, la mitad de la estimación oficial. Y cree que Machinea debería aplicar una receta drástica para motorizar el crecimiento: propone bajar impuestos y emitir un bono patriótico entre bancos y grandes empresas para cubrir el bache financiero que se originaría en una primera etapa. Paradójicamente, los mismos economistas que en diciembre le pedían a Machinea un durísimo ajuste fiscal, hoy piensan que al ministro se le fue la mano.
Quince economistas se arrimaron el lunes a la sede del auditorio de la Fundación Gobierno y Sociedad, que preside Broda, en el zona de Catalinas. Este diario adelantó la semana pasada que el encuentro tendría lugar y que, en medio de los cruces verbales entre ministro y consultor (quien llegó a sugerir la renuncia de aquél para mejorar las expectativas de los inversores) podía ser interpretado como un nuevo desafío. Por eso, el anfitrión acordó con los participantes no revelar las opiniones expresadas en la reunión. Ayer, Broda volvió a dar otro paso audaz: fue al Banco Central para ofrecer a su titular, Pedro Pou, su visión de la situación económica. Pou lo escuchó con atención.
En ambos casos el análisis se concentró en el mismo punto: por qué se demora tanto la salida de la recesión. Un grupo cada vez mayor de economistas considera que el problema es esencialmente de expectativas: pese a que sobra dinero en el sistema financiero, el mercado interno no arranca porque familias y empresarios no se animan a endeudarse para consumir e invertir, temiendo que en el futuro sean víctimas de otro ajuste, pierdan el empleo o los precios de sus productos sigan derrumbándose. Así, las exportaciones no alcanzan para empujar al resto de la actividad económica y, debido a las malas expectativas, no aparece la chispa que encienda el motor de la demanda interna.
Broda, en cambio, dice que, si bien las expectativas pueden jugar un papel importante, la clave está en el shock real sufrido por la economía (los precios de los productos agrícolas están un 20 por ciento abajo contra el promedio de las últimas dos décadas), que golpeó el poder de compra de los consumidores y desarticuló la cadena de pagos.
Esta situación, según el consultor, terminó de agravarse con el impuestazo que no sólo empeoró las cuentas de empresas y consumidores, sino que encima empeoró las expectativas en el mercado interno. Por eso, hoy propone una receta que, hasta hace poco, hubiera sido considerada una herejía en la city.
Afirma que, para apurar la salida de la recesión, es necesario aliviar la carga impositiva. Y para ello propone una baja de impuestos atada a un �bono patriótico�, que deberían suscribir bancos y grandes holdings, para cubrir en la transición el bache financiero que se originaría. Si se tiene en cuenta que cada punto del IVA representa 800 millones de pesos anuales, para bajar el IVA al 18 por ciento, se necesaria emitir un bono de por lo menos 2000 millones.
Así, razona, si bien en una primera etapa el déficit fiscal aumentaría -sería necesario además renegociar con el FMI a menos que el Gobierno se comprometiera a más recortes en el gasto público�, la medida alentaría la reactivación, mejorando en períodos posteriores la recaudación impositiva y cerrando las cuentas fiscales.
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