Por Adriana Meyer
El escándalo de los sobornos en el Senado, que puso en estado de coma a funcionarios y legisladores, hará rodar la primera cabeza. El senador justicialista Emilio Cantarero será citado a declarar como imputado por el juez federal Carlos Liporaci si el magistrado concuerda con el criterio de los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado, que hoy pedirán la medida. El testimonio que dio anoche en el juzgado la periodista del diario La Nación Fernanda Villosio fue determinante para que los fiscales tomaran esa decisión, que ya venían meditando. El legislador salteño quedó �seriamente comprometido� a partir de esa declaración, pero �no sería el único convocado para prestar declaración indagatoria�, confió a Página/12 una fuente judicial. Los fiscales recibieron ayer �valiosa documentación� y ya tendrían una hipótesis de trabajo para pedirle al juez la lista de imputados.
En este caso �que no cesa de crecer y complicarse� aparecieron ayer algunos elementos que reforzaron la escasa y poco sólida prueba que había hasta ahora en el expediente. (El propio Liporaci y los fiscales a su turno habían reconocido que los indicios eran de �dudosa admisibilidad�, refiriéndose al libelo anónimo y a las testimoniales que están tomando cada día, a razón de cuatro o cinco por jornada.) �Si fuera sólo por las declaraciones de los senadores no tendrían nada�, comentó la fuente consultada. Sin embargo, fueron �unos papelitos� los que devolvieron el optimismo a los investigadores y no la tan deseada aparición de un arrepentido. �Ocurren cosas fuera del ámbito de la Justicia cuando tendría que ser acá, si tenemos arrepentidos o personas que tienen que decir algo�, dijo Liporaci en relación con la confesión de Cantarero a la prensa.
La periodista Villosio ratificó ante el juez y los fiscales todo lo que escribió en sus notas. En esencia, el senador salteño le confesó ser uno de que cobraron (no respondió cuánto) para avalar la ley de Reforma Laboral. Pero el relato de Villosio abundó en detalles y pudo precisar �modo, tiempo y lugar� del hecho investigado. Tras la extenuante jornada de interrogatorios, los investigadores se reunieron durante más de una hora para definir si llamaban a Cantarero como testigo, y en tal caso el salteño responderá por escrito, o como imputado. Página/12 pudo saber que, si bien la decisión no estaba tomada, había unidad de criterio en cuanto a convocarlo como sospechoso del delito de cohecho. También debatieron la cuestión de los fueros parlamentarios sobre cuyos alcances no hay una sola opinión doctrinaria. Algunos magistrados sostienen que es necesario el desafuero para convocar a un legislador como sospechoso, es decir que tiene �inmunidad por el cargo�, mientras que otros sostienen que esa cobertura sólo sirve para evitar que sean arrestados.
Además de Villosio, anoche declaró el periodista Joaquín Morales Solá, quien también ratificó el contenido de sus artículos y aseguró al retirarse que no reveló la identidad de su fuente, amparándose en el derecho constitucional que así lo establece. El juez había dicho anteayer que ese derecho debía �ceder� porque estaba en juego �el interés de la República�.
Liporaci dijo ayer desconocer si tiene pedidos de juicio político en su contra, y consideró a la información en ese sentido como �presiones� y �ataques� para entorpecer su labor. �Lo ignoro, no lo sé�, respondió cuando se le preguntó por las cinco solicitudes de enjuiciamiento que sacó a la luz uno de los denunciantes del escándalo de los sobornos, el abogado Juan Carlos Iglesias, quien consideró �imperioso� que el magistrado se excuse y deje las investigaciones en manos de otro juez. Sin embargo, el magistrado recibió el respaldo del presidente Fernando de la Rúa.
El senador justicialista Jorge Yoma fue otro de los que desfilaron ayer por los tribunales federales de Retiro. El riojano volvió a reclamar que se investiguen las cuentas del Estado para determinar si existieron desvíos de fondos públicos para el supuesto pago de sobornos en el Senado, al aprobar en abril pasado la ley de Reforma Laboral. Por su parte, el senador frepasista Pedro del Piero sostuvo que el Senado �está en coma cuatro� a raíz del escándalo de los sobornos. Y agregó que �los senadores del PJ le toman el pelo a la gente�. El senador radical Horacio Usandizaga reiteró que fue su par justicialista Antonio Cafiero quien refirió los presuntos sobornos y evitó dar detalles de su testimonio ante el juez �hasta que se levante el secreto de sumario�. Otro legislador radical, Jorge Agúndez, aseguró que fue citado a declarar como testigo porque así lo pidió él mismo cuando días atrás se presentó espontáneamente ante la Justicia. Hoy estaba previsto el interrogatorio al senador Ramón �Palito� Ortega, pero solicitó una prórroga que le fue concedida sin que el juez le fije una nueva fecha para presentarse.
Periodistas
La Asociación Periodistas rechazó ayer las declaraciones del juez federal Carlos Liporaci sobre la reserva de las fuentes periodísticas. Periodistas replicó que la reserva de las fuentes, consagrada en la reforma constitucional de 1994, �no es un privilegio ni una obligación del periodismo, sino una garantía de que el pueblo recibirá información verídica�, por lo que no puede dejarse de lado. Según Liporaci, esa garantía constitucional debería ceder ante la gravedad de la crisis en el Senado. Periodistas rechazó la interpretación del juez y aclaró que �cuanto más grave sea una crisis mayor importancia adquiere el apego de cada uno al cumplimiento de sus deberes�. También explicó que, por trascendente que sea una investigación penal, no puede colocarse por encima de la Constitución. Y peor �si quien lo hace es un juez, que ha jurado cumplir y hacer cumplir la ley de leyes�, porque �se produce una completa subversión jurídica�. Periodistas también se refirió al intento del jefe del bloque de senadores peronistas, Augusto Alasino, de involucrar al diario La Nación y a la periodista María Fernanda Villosio en un presunto plan para desestabilizar al Presidente. La asociación expresó su rechazo a la afirmación de Alasino y se solidarizó con la periodista y el medio. |
REPORTAJE A ALBERTO RODRIGUEZ SAA, SENADOR POR SAN LUIS (PJ)
�Hubo corrupción en la Cámara�
Por Fernando Almirón
Alberto Rodríguez Saá no duró mucho en el bloque del PJ que conduce Augusto Alasino. De hecho, su relación con quienes fueron sus pares hasta hace dos meses había nacido mal parida: la retención de su pliego abrió una herida que nunca cicatrizó. �El Alberto�, hermano de �El Adolfo� Rodríguez Saá, gobernador de San Luis, rompió con la bancada peronista y hoy, en medio del escándalo en que se sume la Cámara alta, afirma que en el Senado �hubo corrupción� cuando se aprobó la ley de Reforma Laboral. El senador puntano fue designado como miembro de una de las minorías en la flamante comisión investigadora creada por el cuerpo. Ayer adelantó a Página/12 que renunció a la misma.
�¿Usted cree que se sobornó a senadores a cambio de la aprobación de la ley de Reforma Laboral?
�Sí, hubo corrupción.
�¿Tiene pruebas sobre el pago de esos sobornos?
�Tengo sospechas que son fuertes, muy fuertes. Hay indicios graves. Si es verdad la confesión de Emilio Cantarero que reproduce un diario nacional, nos encontraríamos ante una confesión extrajudicial muy importante para desentrañar este tema.
�Pero, ¿cuenta con datos certeros?
�Yo tengo los datos certeros que se basan en el conocimiento de cómo se maneja el Senado, las reuniones de Labor Parlamentaria y los debates en el recinto. Nunca jamás en el Senado alguien vino y dijo �a los Senadores los arreglamos con la Banelco�. Esto lo denunció Hugo Moyano en un acto escalofriante. Sin embargo, el cuerpo no asumió entonces la sospecha ni le pidió explicaciones a Moyano. No se abrió ninguna investigación en el cuerpo. Tampoco el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, hizo una aclaración pública de sus dichos, apenas nos envió una carta a los legisladores que contenía una desmentida de los dichos del gremialista. Hubo una denuncia pública y una respuesta privada en la que Flamarique decía �yo no he dicho eso� sólo a nosotros.
�¿En esto se basan sus certezas?
�De ninguna manera. Yo abandoné junto a otros dos legisladores (Héctor Maya de Entre Ríos y Eduardo Varizat, de Santa Cruz) la bancada del PJ porque durante las reuniones del bloque nos la pasábamos hablando de asuntos que después no se reflejaban en el recinto. Llegábamos a las sesiones sin tener idea de lo que se había acordado sin nuestro consentimiento con el oficialismo, en Labor Parlamentaria. Nos encontrábamos repentinamente en medio de debates de los que no teníamos idea y obligados a votar según las indicaciones sobre la marcha que nos llegaban desde la mesa de conducción de la bancada. Ya se notaba un sistema de legislación oscura y conveniente a unos pocos.
�Es decir que en el bloque hay un grupo de elite que impone las estrategias a seguir y otro, aunque mayoritario, que hace lo que le dicen que debe hacer desde la mesa de conducción.
�Ese sería el concepto. Aunque dicho en sus palabras.
�¿Cree que la Justicia llegará al fondo de la cuestión?
�Aunque diga lo contrario, el juez (Carlos Liporaci) ya cuenta con elementos más que suficientes como para poner al pueblo al tanto de lo que está pasando. Aunque todavía no haya una confesión, hay indicios muy fuertes y muy graves. Datos que si bien no constituyen pruebas al menos a mí me alcanzan para reclamar una investigación sobre organismos como la SIDE. Pero una investigación seria.
�¿Y si el juez dictamina que no hubo delito?
�Me resulta muy difícil pensar que no hay corrupción después de las denuncias de Moyano sobre la Banelco, el trámite rápido de aprobación de la ley, la votación contra la conciencia del peronismo. Si el juez archiva la causa, esta crisis superará el escándalo actual.
�¿Y si se demuestra que existió el pago de sobornos?
�Los senadores involucrados deberán renunciar a sus bancas, así como los que estaban al tanto de los sobornos y se negaron a colaborar con la Justicia.
�¿Y en cuanto al Gobierno?
�El Ejecutivo puede apelar a la crisis ministerial, a descargar toda la culpa en un par de funcionarios y listo. Que se caiga un Senado que está en sus últimos días es una cosa, pero a nadie se le ocurre llevar esto al punto de hacer caer al gobierno.
Cantarero, el senador que canta y cuenta
Problemas: Sus negocios le habían comprado un problemón: el radical Luis Espeche lo denunció por maniobras ilícitas derivadas del hundimiento de su financiera.
Emilio Cantarero comenzó su trayectoria en Salta, siempre vinculado a las finanzas públicas. |
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Por Susana Viau
�O él o yo�, dijo el ministro de Economía de Salta. El conductor que lo estaba invitando a polemizar con un investigador de la Fundación Mediterránea dudó, pero poco, y acabó optando por el funcionario. Roberto Guzmán, el vetado, pasaría para la emisión de la semana siguiente. En el ínterin, el entonces gobernador Roberto Romero se comunicó con Guzmán pidiéndole que se abstuviera de asistir al programa Cara a Cara porque las opiniones que expresaba perjudicaban su gestión. Guzmán escuchó el reclamo como quien oye llover. Daba igual. El día previsto la transmisión del canal quedó interrumpida a causa de un oportuno corte de luz. El ministro que impuso el �o él o yo� en 1987 era el actual senador justicialista Emilio Cantarero, el semiarrepentido.
Los vínculos entre los Cantarero y el romerismo vienen de lejos. El padre de Emilio, Marcelo Cantarero, había integrado ya las filas del equipo de Roberto Romero, fundador de la estirpe. Recibido de contador público nacional, Emilio Marcelo Cantarero fue designado por don Roberto administrador de Horizonte S.A., la empresa de esa dinastía salteña que tenía, entre otros bienes, la propiedad de El Tribuno, el diario en el que Emilio Marcelo llegaría a ocupar el cargo de director. De ahí la frase que, como una dispensa, el senador pronunció el miércoles, en la turbulenta conferencia de prensa donde se disciplinó a su bloque: �yo también he sido periodista�.
Siempre de la mano de Roberto Romero padre, que había ganado las elecciones a gobernador, Emilio Cantarero fue izado hasta el Ministerio de Economía. El largo lapso que medió entre 1983 y 1987, dicen sus opositores, fue un festival en el que proliferaron las sociedades del Estado, colocadas en un lugar supremo, por encima de cualquier intento de control, �una red de impunidad en la que resultaba ilusorio cualquier atisbo de transparencia�, recuerda el maltratado Guzmán en su libro Saqueo Asegurado. Roberto Romero respetaba como un mandamiento el axioma de que �fuera de la ley nada�. Por eso, en 1984 había propiciado una ley, en cuyo artículo 5 se podía leer: �No serán de aplicación a las sociedades del Estado regímenes de compras y suministros, las leyes de contabilidad y obras públicas y de procedimientos administrativos�. Recibían los fondos del Tesoro, pero estaban exentas de la obligación de publicar balances y las ejecuciones de presupuesto. Las benditas sociedades del Estado eran en Salta tierra de nadie.
Sin embargo, aquellos emprendimientos no fueron rentables: los ingresos del Ente Teleférico Sociedad del Estado no alcanzaron a cubrir los gastos de la electricidad que consumía el artilugio para su funcionamiento; PROESA, creada para promover las exportaciones y llamada por sus gestores �el iapicito salteño� �en recuerdo del IAPI� jamás exportó nada; las viviendas de PROVIPO, constructora de complejos habitacionales para sectores sin recursos, a causa de las condiciones de financiamiento pactadas entre los contratistas y la banca oficial terminaron costando 8 mil dólares, más de lo que por esos años había que invertir para tener una buena vivienda en la zona.
Pero Emilio Cantarero no sólo debía a las sociedades del Estado su celebridad local. La provincia le deberá siempre una fabulosa invención: el pago con bonos, precursor de lo que después imitaría en La Rioja Antonio Erman González, quien solía entrevistarlo para escuchar consejos y abrevar en su sabiduría. El Banco Provincial no quedó al margen de los negocios de Cantarero. El informe elaborado por la posterior intervención del banco, que analizó 8 años de actividad financiera de la entidad, había subrayado: �El incremento grosero en las calificaciones de créditos a las sociedadaes de Juan Carlos y Roberto Romero, así como las del ministro de Economía de su época, Emilio Marcelo Cantarero, que sin considerar que el banco es un ente autárquico de su dependencia obtiene varios créditos...�. Con esos datos, el interventor Tadeo García presentó 8 denuncias penales. Una era la de los créditos con coronita. Y en ella Cantarero quedaba crucificado. En las Navidades de 1984, Cantarero y señora pidieron un crédito. Era lógico, porque según dicen que dijo con sabiduría el actual senador, �la guita se gasta�. Para esas fechas, los plazos de los créditos normales no pasaban de los 180 días, Cantarero obtuvo 360 cuotas que, no obstante, no le alcanzaron. A cuatro meses de su otorgamiento, el banco se lo refinanció con una condonación del 30 por ciento del monto adeudado. Poco después le otorgó una ampliación del plazo de devolución del dinero a cuatro años, en 16 cuotas trimestrales. La morosidad que arroja a las llamas del Veraz a cualquier mortal, condenando al infractor al ostracismo financiero no fue obstáculo para el matrimonio Cantarero, que, entre tanto, accedió a nuevos créditos. En julio y octubre del �85.
En 1987 se abrió para Cantarero la etapa legislativa de su biografía. Apañado como de costumbre por don Roberto Romero ganó una banca en la Cámara baja de la provincia. Sin embargo, no pudo disfrutarla mucho. Sus negocios le habían comprado un problemón: el radical Luis Alberto Espeche, actual ministro de Salud de la intervención en Corrientes, lo denunció por maniobras ilícitas derivadas del hundimiento de su financiera. Se apoyaba en el relato de uno de los damnificados, Jorge Federico Méndez, acreedor de la mesa de dinero que tenían, juntos, Juan Carlos Romero, Roberto �Tito� Romero (hijos del benefactor de Cantarero) y Cantarero mismo. Jorge Federico Méndez tenía oscuras amistades con individuos provenientes de la �mano de obra desocupada� y con esa ayuda especializada grabó las conversaciones de Cantarero con el senador Lalo Estrada. En esa cinta se escuchaba a Cantarero pedirle al senador el nombramiento del juez Sergio David para que fuese éste y no otro quien entendiera en la causa abierta por el cierre de la mesa. También le grabaron las conversaciones mantenidas con Luis Adolfo �el Obiche� Saravia, presidente de la Corte Suprema de Salta, que le reclamaba al senador hoy inhallable: �mandame aquello, hacémelo llegar antes del jueves, que me voy de viaje�. La grabación fue desechada por la Justicia, que no la consideró prueba válida.
Por fin, Cantarero llegó a Buenos Aires como senador. Para pagar el derecho de piso se anotó en una multitud de comisiones estratégicas: la bicameral de Reforma del Estado y Seguimiento de las Privatizaciones, la bicameral de Reconversión de la Industria Gasífera, la de Reconversión de la Industria Eléctrica y de Combustibles; también en el Comité de Seguimiento del Tratado con España, en la de Coparticipación Federal de Impuestos, en las de Economía, en la de Obras del Bermejo, en la Revisora de Cuentas y en la de Presupuesto y Hacienda. El senador es un hombre afable, sostienen, hasta el exceso y gusta llamar �hermanito� a sus interlocutores masculinos. Por el fax de la oficina 42, su despacho en el segundo piso del Palacio del Congreso, van y vienen las comunicaciones con su nuevo jefe, Juan Carlos, el delfín de los Romero, con el que tiene un intenso tráfico de notificaciones relativas a la compra de campos. Pese a ello y siguiendo la tradición del respeto a la jerarquía, el senador omite el tuteo.
No le ha ido mal. Pero la vida de Emilio Marcelo Cantarero se ha fragmentado sin remedio. El triángulo que la encierra tiene sus vértices en Salta (donde construye un lujoso barrio privado detrás del cerro 20 de Febrero) y en Norteamérica, hacia donde viaja periódicamente para someterse a tratamiento por una prematura enfermedad neurológica. Con todo, los Cantarero tratan de paliar las lejanías. Su esposa María �que ayer salió a la puerta de su domicilio de Callao 1983 a leer un comunicado, escueto y pobre �por consejo del abogado, hasta que haya una estrategia de defensa�� se hace enviar por avión a Salta las delicadas bandejas de fiambres de la capitalina Valenti porque le gusta �como están cortaditos�. Cantarero Emilio, el senador que canta, tampoco cree que todo en este mundo deban ser pesares. Quizás por eso, poco después del aciago voto de la ley laboral, decidió aprovechar su viaje habitual a Estados Unidos para hacer, de paso, una escala en Las Vegas.
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