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El dueño de casinos clandestinos
va a juicio oral, pero ya ganó

Un año atrás se encontraron tres casinos en Puerto Madero. Aunque se investigó una asociación ilícita por estafa, usura y defraudación, la causa terminó en la Justicia contravencional. Ahora llega a juicio pero la pena máxima son 30 días de arresto.

El momento en que retiran las mesas de juego de uno de los casinos allanados en Puerto Madero.


Por Alejandra Dandan

t.gif (862 bytes) El juego clandestino está a punto de anunciar una victoria. José Barmaimon, el dueño de los casinos allanados hace un año en Puerto Madero, será sometido a juicio oral en dos semanas pero por la Justicia contravencional. Aunque el fiscal porteño Martín Lapadú pidió para el imputado la pena máxima del Código, la condena no puede superar los treinta días de arresto y una multa de 15 mil pesos. Esta especie de victoria final pone término a un proceso que dejó trunca la investigación sobre una cadena de mandos donde Barmaimon aparece sólo como eslabón de un negocio controlado por otros empresarios. Con el cierre de la causa, que reunirá en el juicio a más de 200 testigos, Barmaimon habrá evitado responder sobre operaciones de préstamo de dinero, usura y alteración de documentos públicos encontrados por los investigadores. 
Hace exactamente un año, un volante abría la causa que ahora reúne doce cuerpos. Era el volante de promoción de los casinos de José Barmaimon. Siete días más tarde sus dos locales y otros dos casinos del puerto eran allanados. Hubo 180 personas demoradas, entre ellas Enrique Albisetti, un funcionario de Lotería devenido en jugador oculto. Hoy la causa tiene sólo cuatro imputados: José Barmaimon, su hijo Ariel y los dueños de los otro dos locales, Vasovsky y Mandirola. 
El proceso judicial que iniciaron los fiscales correccionales Marcelo Martínez Burgos y Gabriel Nardiello terminó hace poco más de un mes en la ciudad. La fiscalía 9 de Lapadú tenía sólo 60 días para estudiar una causa a punto de prescribir. En el medio se habían ordenado escuchas telefónicas y se profundizó la investigación que incluyó un pedido de los fiscales, para que la causa pase al fuero criminal. A juicio de ellos, se habían encontrado pruebas suficientes que involucraban a Barmaimon como integrante de una asociación ilícita. �Yo estoy convencido de la asociación ilícita �dijo Nardiello a Página/12�, donde existía una organización con roles divididos. No puedo creer la perversidad de un sistema donde este hombre, que con aquella causa tendría una condena de 21 años de prisión, sea juzgado por una contravención.� 
La defensa de Barmaimon apeló la resolución del primer juez y la Cámara rechazó por insuficientes los elementos aportados para el cambio de fuero. La causa volvió, sólo que para entonces la Ciudad había sancionado con trámite rápido la ley 255 sobre el juego ilegal. Barmaimon así, por principio legal, debía ser juzgado por la ley más benigna. 
Para Nardiello, Barmaimon formaría parte de una asociación ilícita por estafa, defraudación y usura. La causa tiene constatado la colaboración que daba un empleado del Banco Francés al dueño del negocio. Esa persona facilitaba la reducción de cheques y hacía los rastreos de depósitos bancarios y estudios patrimoniales de los clientes del juego. Por teléfono le pasaban a Barmaimon los movimientos de cuentas. 
En el casino se inducía a los apostadores a firmar cheques en blanco, pagaré y letras de cambio para seguir jugando. El 90 por ciento de las conversaciones rastreadas en las intervenciones dan cuenta de ese mecanismo. Cuando el apostador no pagaba en el tiempo convenido, su deuda con don José podía pasar de 20 mil a 80 mil pesos en sólo quince días. Para lograr los pagos, el equipo tenía destinada una persona encargada de hacer las denuncias y pedir los sumarísimos juicios ejecutivos, de rápida resolución en tribunales. Pero la imaginación del grupo no terminaba ahí: �Emitían cantidad de cheques sin fondos que después denunciaban como perdidos�, explicó una fuente de la investigación.
La mochila con toda la causa terminó pasando a la fiscalía porteña de Lapadú. A la Justicia sólo le quedaban 60 días antes de que caducaran los tiempos. Esa variable fue tenida en cuenta por los investigadores porteños para instruir una causa sobre la que aún se considera que tiene aristas criminales que deberían haberse seguido en la Nación. En dos semanas el juez Marcelo Vásquez deberá, de todos modos, escuchar a los imputados yceñirse a juzgar la infracción a la ley de juego. Si luego de la sentencia considera que el proceso debe continuar en el fuero penal, podría ordenar la vuelta por otros delitos. Aunque este diario pudo saber que la fiscalía podría pedirlo, pocos creen que la medida prospere.

 

 

Nombres en las sombras

Por A.D.
El 29 de junio del �99 se alquilaba el loft 6 de planta baja de Alicia Moreau de Justo 740. Ariel Ricardo Barmaimon, hijo de José, pagaba 15 mil pesos de depósito y 7500 de alquiler. El contrato tenía un garante, primera pista que los investigadores siguieron para rastrear la cadena de mandos. El garante era Silvina Data Robinson, hija del empresario Eduardo Oscar Data Robinson. Su página web lo presenta como operador de turismo para viajes a los casinos de Las Vegas y Atlantic City. Hubo otro indicio de la participación del hombre en los allanamientos: una tarjeta rota con el membrete de Data Robinson. Pero fueron las intervenciones las que terminaron por vincularlo a José Barmaimon. En las conversaciones aparece el mismo Data Robinson hablando con don José por las �mesas de poker� que debían abrirse en determinados lugares. Los hombres hablan además de deudores comunes y por discuten sobre �los 5000 pesos que debían pagarle al abogado Cúneo Libarona por la exención de prisión�, detalla una fuente de la causa. De todos modos para los investigadores Data Robinson es aún la segunda línea de la cadena. En los allanamientos fueron recogidas una cantidad de elementos que están incorporados a la causa. Muchas aún no han sido descifradas. Del volante se extrajeron dos números de teléfonos celulares: uno tiene su factura remitida a la dirección comercial de Cirsa, la empresa que controla el casino flotante. 

 

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