opinion
Por Mario Wainfeld
Tres anécdotas para intentar dar cuenta de la angustia, el desconcierto y la parálisis. O sea, de lo más palpable que emanan las veinte manzanas que albergan al Gobierno.
uLe dije al Presidente: �llame a los dos (De Santibañes y Flamarique) pregúnteles qué pasó, mírelos a los ojos y después �le digan lo que le digan pero sabiéndolo usted� pídales que presenten la renuncia�. La gente está hastiada de la situación y si no nos montamos en la ola, la ola nos tapa a todos.� El funcionario radical, uno de los pocos a los que el Presidente prodiga afecto y oreja, mira desde su ventana a la Plaza de Mayo y añade �pero creo que no me va a hacer caso. Antonio (De la Rúa) y Darío (Lopérfido) piensan que él está a salvo de las sospechas, que despedir a alguien es culpabilizar a todo el gobierno, que no es poner fin a la crisis sino colocar a De la Rúa a tiro de juicio político�.
u �Me llamaron tres gobernadores peronistas, incluido Carlos Ruckauf. Todos me preguntan �¿qué espera (el Presidente) para hacer algo? Decíle que se mueva, que se ponga las pilas��. �¿Usted le dice algo?�, inquiere Página/12. �No, somos muy pocos los que hablamos con él de política. Su hijo, su hermano... y antes el Chacho�, narra el alto funcionario, desde cuyo despacho también se ve la Plaza de Mayo. �Antes� es hace un par de meses, pero lo dice como recordando al paleolítico inferior.
u �¿Va a haber reunión de gabinete hoy?�, pregunta Página/12 a una altísima fuente. Cae la noche del viernes y los rumores de renuncias brotan como los romances en primavera. La fuente contesta de modo curioso y repregunta: �No sé. ¿Usted qué sabe? ¿Donde está Fredi (el ministro del Interior Federico) Storani?� �En Azul, en un encuentro con intendentes radicales�, informa Página/12. �No me joda�, responde la fuente, que es un caballero en estilo y lenguaje. Página/12 no lo estaba jodiendo.
El último en enterarse
El escándalo de las (¿hay que seguir diciendo �supuestas�?) coimas en el Senado es un Godzilla incontenible cuya existencia ha conmovido al sistema político, ha puesto en crisis a la Alianza y �fragmentada la omertá en el PJ� avanza hacia las posiciones del oficialismo. Daría pena dilapidar las líneas precedentes del contacto usual con el lector con tamañas obviedades, compartidas por analistas, políticos de cualquier nivel y gente del común si no fuera por un detalle: alguien obra como si no se percatara de la gravedad de la situación. Ese alguien es, tan luego, el Presidente que, desde que detonó el affaire, se dedicó a negarlo, a bajarle el precio o a diferirlo a soluciones medidas en tiempos vaticanos. Por caso:
�Antes�, hace tres semanas, recibió en Olivos a lo más granado de los senadores del PJ y �en tan grata compañía� descalificó las �versiones� sobre el cohecho.
En su primer viraje, propuso que el Senado se autoinvestigara, derivando esa tarea a la Comisión de Asuntos Constitucionales que preside el inefable Jorge Yoma. El camionero Hugo Moyano había sugerido �pretender que el Senado investigue las coimas es como tratar que Don King investigue a la mafia del box�. Más allá del estilo de cada cual, su diagnóstico era más acer(t)ado que el del Presidente.
Ordenó a sus funcionarios ponerse a disposición de la Justicia pero se enfadó cuando el juez Carlos Liporaci hizo pública su convicción de que hubo sobornos. �Los jueces hablan por sus sentencias�, recordó el ex senador y hombre de derecho que es �constitutivamente� el Presidente. Una aseveración que remite a otro �antes�, a un pasado remotísimo en el que no había control público y mediático respecto del Poder Judicial, que se expresaba en jerga inasible para el hombre común ejercitando un poder -a fuer de esotérico� antirrepublicano. La bronca del primer mandatario no valora las consecuencias políticas que detonaron las declaraciones deljuez, básicamente la de agravar la cadena de quebrados y acelerar los tiempos.
Pese a la veloz obcecación con que la realidad fue desautorizando su discurso, el Presidente no parece haberse hecho cargo de:
a) que su gobierno es sospechoso de haber sido una de las puntas del cohecho y no sólo un fiscal de la corrupción ajena;
b) que la Alianza ha tenido dos cursos de acción bien diferenciados encarnados por él mismo y por su vicepresidente Carlos �Chacho� Alvarez. Uno pisó el freno mientras el otro se paró sobre el acelerador, explicando constantemente que lo hacían de común acuerdo;
c) que lo que crece día a día es una crisis política generalizada y no un delito focalizado. Y que, por ende, diferir la solución del entuerto a las manos de la Justicia (de paso, menuda licencia poética es llamar así a las de Liporaci) equivale a proponer unos tiempos que no parecen condecirse con las exigencias de la opinión colectiva, de los medios, con un destape torrentoso que más temprano que tarde amenaza con recalar en algún lugar del Ejecutivo;
d) que negar las internas puede ser suicida cuando éstas se despliegan a puñaladas delante de sus propias narices.
El elefante mortificado
Si sabrá de esas internas el ex presidente Raúl Alfonsín �al unísono un radical orgulloso de serlo y un aliancista convencido� que debió salir al toro reuniendo a los senadores de su partido para hablar de Alvarez. Hablar es un decir, los parlamentarios compitieron a la hora de insultar al vice y Alfonsín hizo equilibrios entre dejarlos hacer catarsis y contenerlos, evitando las tendencias de chauvinismo partidario que brotan en la UCR desde el mismo parto de la coalición y que �en estos días de ofensiva chachista� están en su apogeo. Lo acompañaba, alegando su representación partidaria pero también poniendo el cuerpo a la bronca radical y a las versiones sobre su participación en el ilícito, Enrique �Coti� Nosiglia quien �a la salida del cónclave� describió la situación con una metáfora de su cosecha: �Chacho le tocó los huevos a un elefante, y ahora el elefante (la UCR) está furioso y empezó a moverse�.
Otro aliancista reconocido, Storani, registra con malestar la interna que el Presidente niega con fervor. Aunque cree que, por ahora, el elefante está sosegado. También él, recuerda cómo era todo �antes�. �Antes nos emblocábamos por afinidades políticas y no partidarias. Así fue respecto de las medidas económicas, en el tema Cuba. Pero ahora han resurgido las diferencias partidarias�. Storani se esmeró en dos importantes encuentros con su militancia (la semana pasada en Villa Gesell y el de Azul) en defender a la Alianza y aventar suspicacias respecto de Alvarez. Pero, a la vez, confesó a sus íntimos no haber podido hablar con Chacho desde que éste se enfureció con el jefe de la SIDE Fernando de Santibañes. �Estuvo desconocido, silencioso en dos reuniones de gabinete. Y ahora recuperó el buen humor, pero de política no quiere hablar�, comentó.
La hora del arte
El operador radical rezonga por el torbellino que envuelve a la Alianza pero, en algún momento se frota las manos y se solaza: �Bueno, llegó la hora del arte�. El �arte� es �la política�, la generación de nuevos escenarios, el liderazgo.
En el gabinete antes que a la política, se juega al policial clásico. ¿Quién lo hizo?, se preguntan. Se responden con deducciones antes que con datos. �Es más factible que haya sido Flamarique �postulan algunos radicales, no todos chauvinistas� él era el adalid de la ley, que a De Santibañes no le gustaba por concesiva�. �La plata sólo pudo salir de laSIDE�, especulan los frepasistas quienes añaden como dato la histórica relación amical entre el Señor Cinco y Coti Nosigilia.
Ambos razonamientos son, sin pruebas corroborantes, aventurados. Aun en lo político. Por un lado, toda el ala económica del Gobierno valoraba la ley no por su contenido sino por su valor simbólico de cara a �los mercados�. Era la revancha del fracaso de la ley Mucci, la prueba del poder del Gobierno. Un modo de acrecentar reputación ante poderes económicos, sobre todo foráneos que no leen la letra chica de las normas. De otro lado, es patéticamente ingenuo pensar (como también parece hacer Liporaci) que un gobernante dispuesto a sobornar sólo puede conseguir plata negra manoteando fondos reservados. El arte del robo para la Corona sabe de la existencia de otras �cajas�.
No será un Sherlock Holmes sino la decisión política o el huracán de los hechos quien resuelva si rodarán cabezas y �en su caso� cuáles. Ni hay inocencia en el prorrateo de responsabilidades. Si alguien notó ese detalle es Chacho Alvarez quien �en plena tormenta� fue cambiando su ángulo respecto de Flamarique. El vice sigue distanciado del ministro de Trabajo pero, al tiempo, repara que si éste cae el desprestigio consiguiente será restado del capital simbólico del Frepaso. Y no está dispuesto a permitirlo a menos que la UCR sufra un desagio similar.
Los dos fusibles atravesaron dos semanas distintas. El titular de Trabajo la pasó remal debiendo asumir que Lopérfido le mostrara unas encuestas acerca de su (pésima) imagen. De Santibañes, en cambio lució bomba, ovacionado por su base social en la cena de Conciencia. Y programó un fin de semana en el hemisferio Norte, tal vez aprovechando que este fin de semana no juega River.
�La casa está en orden�
El Presidente bajó del avión el viernes e intentó �otra vez� negar todo. Y se apresta a tomar otro mañana iniciando una gira de diez días. �El sabe que hay problemas �dice un diputado radical� pero tiene sus tiempos. Tal vez haga algo, tal vez no, pero no al ritmo que sugieren otros.� �No va a decidir nada hasta que todo estalle. Entonces se pondrá como víctima. Siempre hizo así y le fue bien�, dice otro ex alfonsinista que no lo adora pero que lo respeta: lo ha visto llegar paso a paso, a su manera, con su propia velocidad, a la presidencia.
¿Es el momento del arte, de la decisión, del liderazgo o es mejor dejar que sean los medios y la Justicia los que se muevan sin tocar desde la política una pieza, sin sacrificar un alfil o dos? Por ahora, a la media tarde del sábado �hora en que se cierran estas líneas� el Presidente parece optar por transmitir calma y desdeñar cualquier iniciativa.
�Esta crisis es la peor que viví desde Semana Santa�, confesó Alfonsín a uno de sus contadísimos confidentes. El recuerdo viene a cuento, porque -quieras que no� los mensajes presidenciales (¿balsámicos o negatorios?) evocan al memorable �la casa está en orden�. Cuando Alfonsín lo dijo, quiso �como hoy De la Rúa� transmitir templanza, sugerir que tenía el control de una situación que (luego se supo) lo desbordaba. La pregunta de la hora es si su correligionario está repitiendo, a su manera, más por omisión que por acción, su error de Semana Santa.
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