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Los días de Luque y Tula en la cárcel catamarqueña

Guillermo Luque, condenado a 21 años, recibe a diario la visita de su esposa y su hijo. Limpia su celda e integra el pelotón de cortar el pasto. Tula goza de un régimen de semilibertad: estudia derecho y trabaja en un lubricentro.

Luis Tula, con una pena de 9 años, cumplió los dos tercios y goza de las salidas temporales.


Por A.O.
Desde Catamarca

t.gif (862 bytes) Pocos después de las ocho de la mañana, él llega a la esquina de Virgen del Valle y República, a cinco cuadras del centro de la ciudad. Allí funciona Super Prime, el lubricentro donde trabaja hasta las ocho de la noche, la hora en la que tiene que volver al �hotel�, como suele llamar a la cárcel de Catamarca, donde cumple su pena por el crimen de María Soledad Morales. Luis Tula, además, avanza en su estudio del derecho: lleva ya rendidas once materias y ahora, desde que goza del régimen de semilibertad, puede cursar como alumno regular de la universidad catamarqueña. A su compañero de condena, Guillermo Luque, aún le faltan al menos unos diez años para ese beneficio. Por lo pronto, su vida carcelaria la ameniza con las diarias visitas de su esposa y su hijo, las de sus padres los fines de semana y la jardinería.
�Ambos tienen conducta ejemplar, la tuvieron desde el primer día�, cuenta Guillermo Jara, director del Servicio Penitenciario provincial. �Se adaptaron muy bien al régimen carcelario�, aclara.
No tenían otra alternativa. Durante los primeros tiempos, el resto de los presos los miraba con cierto recelo por su condición de famosos. Para evitar dificultades, ambos fueron ubicados en un sector aislado del penal, fuera del pabellón general. �Allí van los presos de buena conducta o quienes los jueces disponen especialmente�, explica Jara. Guillermo Luque acondicionó su �rancho� �como nombran a la celda individual en la jerga interna� con un televisor, un equipo de música, una cocina y una heladera.
La cárcel catamarqueña tiene un régimen flexible. �Aquí se apunta a la resocialización de los condenados. Y en esto la familia es fundamental�, señala el director. De lunes a viernes, el horario de visita se extiende de 13 a 18 y los fines de semana, más los feriados, de 9 a 18. 
A Luque, el régimen le permite pasar todas las tardes con Florencia, su esposa, que llega con Tomás, de cuatro años, el vástago del matrimonio. Los fines de semana llegan los padres, Angel y Edith Pretti. Unos y otros proveen a Guillermo de mercadería para complementar la dieta del penal. Guillermo se suele cocinar y en lugar de agua �lo que le sirven los carceleros� toma jugos y gaseosas. Por las mañanas, suele integrar el pelotón de cortar césped. Para ello, la familia le trajo una cortadora que cuida celosamente y utiliza para mantener prolijo el pequeño parquizado que rodea su sector.
Jara cuenta que sólo en dos oportunidades recibió a Luque en su despacho: �Una vez fue por un problema que tenía con otro interno, la otra para decirme que rechazara cualquier pedido de entrevista periodística que llegara al penal�.
�Los Morales sospechan que Guillermo está saliendo de la cárcel. Dicen que no tiene garantías porque usted es amigo de los Luque �le indicó este diario a Jara.
�Ninguna de las dos cosas son ciertas. El régimen se cumple al ciento por ciento. Y yo en Catamarca no tengo amigos. Como no soy de la provincia y ésta es una sociedad cerrada, a uno no lo aceptan fácilmente.
�Dicen también que son tratados como presos privilegiados.
�Aquí el régimen es igual para todos. Tula sale a trabajar y estudiar, pero es un beneficio que corresponde por ley y que se le ha concedido por su buena conducta.
Tula llega al lubricentro todos los días poco después de las ocho. Allí atiende a la gente, revisa el aceite de algún auto y hasta cambia el filtro. Por la avenida Virgen del Valle suele pasar alguna camioneta del Servicio Penitenciario. Los guardias le tocan bocina y dos veces por día paran para controlar que todo esté en orden. Luego siguen hacia la cárcel, a sólo seis cuadras de allí.
Tula atiende a los clientes, pero no a los periodistas. Como Luque, no acepta entrevistas, con el argumento de una supuesta prohibición del tribunal que lo condenó. En realidad, ninguno de los dos quiere cometer un desliz mientras la sentencia está pendiente de la decisión final de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Tula ahora se parece más a sí mismo que a aquel imputado que aparecía producido con trajes caros y de marca durante el juicio. En los últimos meses adelgazó seis kilos, tiene un leve temblor en las manos y una cara con gesto cansado. Su refugio desde que comenzó su vida de presidiario es el estudio: en las once materias que lleva rendidas en la carrera de abogacía tiene calificaciones de entre 6 y 8.
Hasta ahora las materias las debía rendir en condición de libre: estudiaba por su cuenta en la cárcel y se presentaba en las mesas de examen, esposado y con un guardia en la puerta. Ahora, desde que tiene permiso de salida durante el día, ya cursa regularmente las materias de tercer año. Su aspiración es convertirse en abogado penalista.
A la ocho de la noche �salvo que tenga clase en la facultad� debe volver a prisión. �A dormir al hotel�, bromea con sus amigos. Allí donde tiene de vecino a Guillermo Luque, con quien desde años ni siquiera se saluda.

 

 

Cómo María Soledad cambió la historia

�Lograron una transformación�

Alberto Quevedo, sociólogo, secretario académico de Flacso: 
�El caso María Soledad propuso un antes y un después a Catamarca y al país. El movimiento social que se generó en Catamarca con este crimen logró darle al caso una dimensión distinta y así la muerte de María Soledad alcanzó la trascendencia que otros crímenes no han tenido. El caso puso al descubierto toda una estructura de impunidad que tenía, y sigue teniendo hoy, el poder en algunas de nuestras provincias. Este es uno de los tantos crímenes que los poderes feudales locales cometieron. La historia de esta provincia cambió con la capacidad de reacción que tuvo el pueblo de Catamarca. No puede decirse que fue el fin de los Saadi, pero ya no es lo mismo. La fuerza que tuvo el movimiento social que gestó esta sociedad, en gran parte gracias a la capacidad de la gente para poder sostener el reclamo a lo largo del tiempo, logró resquebrajar un poder que se quedó sin puentes simbólicos. Los hechos inéditos provocan cambios. Lo que hizo la gente en Catamarca fue inédito y sorprendente: lograron una transformación de abajo hacia arriba�. 

�Rompieron con un feudo�

Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo: 
�Se cumplen diez años de un asesinato injusto, porque María Soledad fue víctima de un sistema que desgraciadamente tiene como responsables a las estructuras del poder. En ese sentido, el crimen de María Soledad tiene mucho que ver con lo que les pasó a nuestros hijos. Ellos fueron víctimas de la impunidad en la que se mueven los poderosos. Pero, la voz de los padres de María Soledad y la de Martha Pelloni van a resonar siempre en la sociedad. La perseverancia, el reclamo de los padres, la resistencia y tenacidad del pueblo de Catamarca para testimoniar �a pesar del desgaste que genera el paso del tiempo� hicieron que el caso alcanzara una repercusión particular en la sociedad. Catamarca rompió con un feudo a través del silencio de la denuncia; eso es algo que pudimos aprender de la dictadura cuando decidimos romper con el silencio de los cementerios�. 

�Queda como un triunfo�

Juan Pegoraro, sociólogo, director de la revista �Delito y Sociedad�
�A nivel social se produjo una gran satisfacción. Lo más importante fue el descubrimiento de la gran cantidad de encubridores y partícipes que funcionaron para tapar el crimen. Estos no quedaron condenados, pero sí en evidencia. No sé si el caso permanece en la memoria colectiva, pero se produjo un develamiento y en su momento la condena ha sido una satisfacción, por lo menos para mí y pienso que para la mayoría de la gente. Pero en comparación con la dimensión de lo develado, a diez años, no se expresa políticamente la indignación. Es decir, hoy Catamarca no ha cambiado sustancialmente, se sigue manejando con caciques que conforman al pueblo con dádivas. Hay otras María Soledad; el caso no marcó un antes y un después, fue un cachetazo para la sociedad, pero estos personajes feudales siguen existiendo y superviven todo tipo de encubrimientos de los que tienen por costumbre abusar de su poder. Los culpables han sido condenados socialmente, pero nada más. Queda en la memoria colectiva sólo como un gran triunfo�. 

�Un alto impacto social�

Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría
�El caso María Soledad tuvo uno efecto muy importante en cuanto a profundizar en la sociedad el concepto de impunidad. Una vieja frase dice que �un poco de poder corrompe un poco y todo el poder corrompe del todo�. El caso confirmó esta frase, ya que mostró cómo un poder sin límites puede derivar en este tipo de crímenes. Además, fue un caso que tuvo alto impacto social, porque muchas familias con hijos adolescentes compartieron la angustia de la familia de María Soledad. En materia política, el hecho inició un proceso en función del cual cayó en Catamarca el llamado clan Saadi que venía gobernando la provincia desde mediados del siglo XX. También el hecho mostró los riegos del prejuzgamiento mediático, en tanto y en cuanto determinados acusados enfrentaron durante cierto período la presunción de su culpabilidad, sin las pruebas judiciales pertinentes. El caso María Soledad sirvió para poner en evidencia la compleja relación entre el poder y la Justicia y, sobre todo, la impunidad que puede sentir un poder sin límites�.

 

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