Por Ana Bianco
Dentro del ciclo dedicado a Luis Buñuel en la Sala Leopoldo Lugones, hoy se exhibe la película A propósito de Buñuel, dirigida por los españoles José Luis López Linares y Javier Rioyo, los mismos de Asaltar el cielo (el film sobre el asesino de León Trotsky, actualmente en cartel en Buenos Aires). Juliette Buñuel, nieta de Luis Buñuel, estuvo a cargo de la gerencia de producción de esta película rodada en tono documental que, además de celebrar el centenario del nacimiento del mítico director �sin duda el más importante realizador del cine de habla hispana�, intenta dar una visión de su vida, sus amistades y sus constantes obsesiones. Juliette, de 32 años, nació en México y es hija de una neoyorquina y de un padre también cineasta. Su legado familiar se expresa en las tres nacionalidades: mexicana, francesa y estadounidense. Estudió cine en Francia y residió allí hasta hace dos años en que regresó a su país. En charla telefónica con Página/12 desde el Distrito Federal, la nieta de Buñuel compartió sus emociones y los sentimientos encontrados que la involucraron con este proyecto y el costo afectivo que le significó ir desandando los lugares por donde transitó su abuelo. Además se refirió a los entrevistados, entre otros Serge Silberman �productor de las películas francesas de Luis Buñuel� y no disimuló su enojo y desencanto con la productora española Cero en Conducta.
�¿Cómo y cuándo la convocaron para este proyecto?
�El año pasado, durante un rodaje en México me contacté con gente de Amaranta. Al poco tiempo esta productora me convocó para El siglo de Buñuel, como se llamaba inicialmente el documental. Al principio no me agradó la idea de ser gerente de producción: sabía de antemano que iba a meterme en situaciones difíciles y que podrían tocarme en lo personal. Sin embargo, me pareció interesante ahondar en el mundo de mi abuelo. Sentía curiosidad por conocer las opiniones del mundillo del cine con respecto a mi participación en este proyecto.
�¿Cómo fueron las reuniones con los directores y productores españoles?
�El primer �encuentro� fue bastante impreciso. Me contacté con gente, investigué quiénes vivían todavía de esa época. Releí el libro de mi abuelo, Mi último suspiro. Tuve problemas con la productora Cero en Conducta: el comportamiento de ellos estuvo acorde con el nombre. Los tuve que presionar hasta obtener una respuesta clara y precisa acerca del equipo técnico y qué querían filmar. El plan de trabajo duró doce días. Ellos llegaron un día antes y se fueron enseguida. Aunque existía un guión, había que escoger lugares, personas. Finalmente registramos lo que yo había preparado.
�¿Con qué criterio armó la producción?
�Consulté con mi padre, también cineasta, cuáles eran los lugares de México que fueron importantes en las películas de mi abuelo. Fuimos a Guanajuato, donde se filmó El, una historia basada en un hombre muy celoso. Además a mi abuelo le gustaban las momias y en Guanajuato hay muchas. Estuvimos en San José Purúa �donde escribía sus guiones�, en el estado de Michoacán, a tres horas del Distrito Federal. En esa época mi abuelo disfrutaba allí de un balneario que ahora está cerrado, casi abandonado. Era un lugar bello, inmenso, con aguas termales y lodo. El sitio era atractivo no sólo por la tranquilidad sino también por la existencia de un bar donde él disfrutaba sus dry martinis solo o con la compañía de su guionista. Anduvimos por la ciudad de México y en Taxadho Ixmiquilpan en la columna que quedó de la película Simón del desierto. Simón está parado sobre esa columna durante toda la película. Yo no elegí el Hospital Inglés �donde murió mi abuelo�, pero los españoles querían filmarlo y decidí no ir. Era desagradable mostrar ese lugar como si fuera una anécdota más.
�¿Qué otros recuerdos le quedaron de la filmación?
�Sufrí cuando regresé a la casa de mis abuelos, en el DF. Conservo de allí recuerdos de infancia y de toda mi vida. Mi abuela murió hace 5 años, y la casa está alquilada a una familia que se dedica a negocios poco claros. La pintaron de colores feos y transformaron la oficina de mi abuelo en cuarto para niños. Recibí un trato afectuoso de los entrevistados en México y en París, excepto Carole Bouquet �actriz francesa de la última película, Ese obscuro objeto del deseo�, una estrella molesta y pretenciosa. Gustavo Alatriste �el productor de El ángel exterminador, Simón del desierto y Viridiana� no nos concedió la entrevista, se negó a aparecer sólo dos minutos. El hubiera merecido un trato especial, tenía infinidad de cosas interesantes para contar. Los españoles se molestaron, pero yo entendí a Alatriste y sus razones. Al padre Julián Pablo no lo entrevisté, no me resultaba interesante, lo hizo por mí otro colega. El Padre siempre dice lo mismo y con un tono dramático y nostálgico. Era amigo de mi abuelo, pero de esos que vuelan como moscas alrededor de la gente con talento. Creo que a mi abuelo no le resultaba molesto, pero de ahí a decir que era su mejor amigo, de toda la vida...
�¿Cómo fue la etapa de producción en París?
�En París puse a disposición mi departamento como oficina de producción. Colaboró conmigo Laura Pesce, una argentina radicada en México y con excelente dominio del francés. Logramos buenas entrevistas. Algunos accedieron por tratarse de mí, como Silberman, que tiene 80 años y no quería participar, pero finalmente aceptó. Influyó además que es amigo de mi padre.
�¿Descubrió algún aspecto desconocido de su abuelo con esta película?
�Que goza de un gran respeto. Despertó en las cabezas con quienes trabajó muchos interrogantes. Era un hombre discreto, le disgustaban el exhibicionismo y hablar de su vida personal. Disfrutaba compartir copas con sus amigos, reírse y bromear. Así lo recuerdo yo también.
�¿No es una presión extra apellidarse Buñuel y dedicarse al cine?
�A veces es bueno y otras veces es pesado. Estudié cine en París. Durante una clase de producción nos tomaron una prueba sobre los seguros en el cine. Mi nota fue 8.20 y el profesor escribió: �Este trabajo es digno de usted, pero no de su apellido�. Tomé el test furiosa y le recriminé: �Usted no tiene derecho a escribir tales conceptos sobre mi hoja, además de ser uno de los profesores más aburridos que he conocido en mi vida�. Por suerte mi abuelo no pasó por esta escuela, ni concurrió a sus clases para dirigir lo que filmó. Me di vuelta y nunca más regresé. Estoy orgullosa de mi apellido. Siento que mi abuelo filmaba con sus tripas y expresó sus conceptos de la vida a través del cine.
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