Por
Carlos Rodríguez
Los investigadores judiciales del controvertido tiroteo de Los Polvorines
tienen dos hipótesis excluyentes: o hubo una negligencia flagrante
por parte de los policías que hirieron a sus propios compañeros
o fue una operación montada para producir un hecho de supuesta
eficiencia que levantara el sumergido prestigio de la Bonaerense. Y existe,
todavía, una tercera alternativa más grave que une las dos
hipótesis anteriores. Es que si hubo una operación montada
para sacar del pozo al cuestionado jefe de la Bonaerense, Eduardo Martínez,
el resultado fue catastrófico. El hecho determinante fue la impericia
de los 250 efectivos movilizados, incentivada por la notoria ausencia
de conducción: cada grupo policial llegaron patrulleros hasta
de Quilmes y Avellaneda, en el otro extremo del conurbano tomó
posición y disparó a su libre albedrío. Nunca
hubo orden superior de abrir ni de cerrar el fuego, confió
a Página/12 una fuente de la investigación.
Respecto de la posibilidad de un operativo planeado de antemano existe
un dato que es madre de todas las dudas: la supuesta moto en que los ladrones
habrían escapado después de robar un banco y llegar a la
villa donde se refugiaron, nunca fue vista por nadie, ni siquiera por
los policías que llegaron primero al lugar y que pertenecían
al Comando de Patrullas de Malvinas Argentinas. Es un misterio cómo
lograron individualizar a los ladrones. ¿O es que ya sabían
del robo a través de un buche de la policía
y estaban esperando a los autores para demostrar la eficacia policial?
La otra alternativa es que fuera una mexicaneada policial
para apoderarse del botín, magros 25.000 pesos de los que sólo
aparecieron 16.100 pesos.
Los 11 policías del Comando de Malvinas el duodécimo
integrante fue el fallecido sargento primero Julio Sánchez
declararon en la causa que nunca vieron la moto, aunque dijeron saber
de su existencia por un supuesto radiomensaje enviado desde la sucursal
de la Banca Nazionale del Lavoro de Talar de Pacheco que había
sido asaltada. Tres hombres en una moto fue la consigna que
habría llegado a los móviles policiales, pero nada corrobora
que el mensaje haya existido.
Lo único que vieron los sabuesos policiales fue la huella de una
moto que los guió hasta la primera de las tres casas en las que
trataron de ocultarse los ladrones, Eduardo Leguizamón, Sergio
Torres y Fabio Bricela. Allí se produce otro de los baches: el
primero que llegó a la casa e identificó a Leguizamón
como uno de los asaltantes fue el propio sargento Sánchez. El tiroteo
siempre según el relato de los policías no fue
inmediato. A pesar de que había sido avistado por Leguizamón,
el sargento Sánchez se replegó sin ser agredido, hasta comunicar
a sus compañeros la presencia de uno de los buscados.
Recién cuando los tres ladrones corrieron para ocultarse, dos en
una segunda casa y el restante en una tercera, fue cuando sonó
el primer tiro, el que le pegó a Sánchez. Como ya informó
este diario, hay dudas sobre cuál fue el arma de la que partió
el disparo mortal. No concuerda con las características de un plomo
de una 9 milímetros ni tampoco de un revólver 38, que son
las armas que tenían los ladrones.
Los trozos de metal extraídos del cuerpo de Sánchez están
descamisados o sin estrías, lo que significa que perdieron los
signos característicos de uno u otro proyectil que permiten su
precisa identificación. Lo raro es que esas señas sólo
desaparecen cuando la bala golpea contra una superficie dura, algo que
no ocurrió en el caso de Sánchez, que recibió el
disparo cerca de la garganta. ¿Cambiaron la bala? El fiscal Mario
Marini cree que no fue así, pero igual pidió nuevas pericias,
que estarán a cargo de la Gendarmería.
No hay dudas, en cambio, de que al sargento Claudio Medina lo hirieron
con un proyectil 12,70, propio de las escopetas Itaka que sólo
estuvieron en manos de los policías. El caso de Medina es grave
porquesigue internado ya que la herida lastimó centros vitales
y su estado es delicado, a más de dos semanas del tiroteo.
Otro elemento que nunca apareció fue el Ford Falcon que, supuestamente,
fue visto cerca del banco de Talar de Pacheco como apoyo para el robo.
El fiscal cree que el vehículo nunca estuvo, pero fuentes de la
propia policía indicaron que en ese rodado puede haberse movilizado
el buche que habría participado de la operación
de entrega de los ladrones, que, como se dijo, tenían
entre 50 y 75 orificios de bala en sus cuerpos, lo que indica que le dispararon
después de muertos.
Si bien es cierto que algunos móviles policiales tienen impacto
de balas disparadas desde las casas ocupadas por los ladrones, no lo es
menos que es un misterio cómo hacían para dirigir sus balazos
tres hombres que estaban encerrados en casas precarias y que no podían
mirar hacia dónde apuntaban porque las puertas y las ventanas estuvieron
cerradas en todo momento. ¿O hubo un enfrentamiento cara a cara
que nadie relató?
Las dudas de ustedes son las mismas que tiene el fiscal, corroboró
una fuente ligada a la investigación, aludiendo a las sospechas
sobre la posibilidad de un operativo arreglado. Hasta ahora sólo
declararon los 11 miembros del Comando de Malvinas Argentinas, pero la
semana próxima si es posible darán su testimonio
los heridos y serán citados los jefes de todos los cuerpos que
estuvieron presentes en el lugar.
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