Por
Claudio Scaletta
Con la misma metodología de quien esconde la basura bajo la
alfombra, el río Tigre fue saneado en tiempo record
para beneplácito de los gestores de los florecientes negocios inmobiliarios
de la zona. El ardid consistió en un liso y llano corte, mediante
la construcción de un dique, y el desvío aguas arriba de
su desembocadura natural. De esta manera, la corriente contaminada proveniente
del Reconquista cambia de rumbo antes de llegar al casco urbano. La artimaña
consigue el efecto deseado: eliminar el mal olor que ahuyentaba a turistas
y potenciales inversores. Como contrapartida, se extendió la contaminación
a la zona de las islas del Delta, afectando el ecosistema y el modo de
vida de miles de habitantes, que ya no pueden usar el agua del río,
como lo hacían hasta ahora.
No
a la desviación del río Reconquista por el canal aliviador
porque nos están envenenando, reclama el volante de los vecinos
del Delta que convoca a una caravana de lanchas y canoas para protestar
contra la medida. Desde el 5 de agosto, el río Luján
y los ríos del Delta reciben una gravísima contaminación.
Una obra que nos hace creer que sanea el río Tigre, pero lo desvía
aguas arriba del río Luján. Ya hay mortandad de peces,
denuncia la ONG APro Delta. Página/12 recorrió las zonas
afectadas. En los muelles aún se observan las bombas que toman
el agua directamente del río. Y entre los habitantes se percibe
cierta impotencia ante la situación. Allá en el pueblo
hay gente de mucha plata, mirá si nos van a hacer caso a nosotros,
resumió, escéptico, Domingo DellAquila, un antiguo
poblador que vive hace más de 40 años sobre el río
Luján.
El río Reconquista recorre 14 partidos del Gran Buenos Aires, desde
Morón a San Fernando. Poco antes de su desembocadura se divide
en dos brazos, el Reconquista Chico y el más conocido río
Tigre, que desagua en el Luján, frente a las recientes construcciones
del Parque de la Costa y la nueva estación fluvial de Tigre. Antes
de esta bifurcación, sale también un tercer cauce, el canal
aliviador destinado a canalizar crecientes extraordinarias, que vierte
su caudal en el Luján pocos kilómetros aguas arriba de los
anteriores. A lo largo de sus 82 kilómetros, el Reconquista recibe
la contaminación proveniente de aguas cloacales, curtiembres y
mataderos, desechos industriales y químicos varios.
Al intendente de Tigre, Ricardo Ubieto, se le reconoce la promoción
de inversiones de importantes grupos empresarios que transformaron la
fisonomía de la zona. También por la increíble velocidad
que su gestión exhibe en la construcción de plazas, en especial
si se encuentran frente a su imponente mansión a punto de estreno.
Entre sus frases célebres se cuenta: La naturaleza debe estar
al servicio del hombre y no el hombre al servicio de la naturaleza.
Pero a pesar de que en la comuna las cosas comenzaron a verse mejor, algo
continuaba oliendo mal. Las modernas construcciones y las verdes palmeras
no evitaban que muchos visitantes porteños regresaran a la ciudad
convencidos de no volver. En especial, cuando la bajante en el Río
de la Plata reducía el cauce del río Tigre a su mínima
expresión atentando, incluso, contra los olfatos menos sensibles.
Así, las nuevas torres costeras enfrentaban dificultades para su
comercialización y el Parque de la Costa no recuperaba inversiones
al ritmo esperado.
La visita a fines del año pasado del magnate David Rockefeller,
promotor de la construcción de 3 supertorres, un hotel de lujo
y un shopping sobre el río Tigre, dio nuevo énfasis a los
deseos del intendente Ubieto de impulsar la limpieza del Reconquista,
que también pasa frente a su nueva vivienda y la del secretario
de Gobierno de la comuna, Ernesto Casareto. En su paseo por el remozado
Tigre, Rockefeller preguntó al intendente por el avance de la lucha
contra la contaminación de las aguas. El intendenteno dudó:
En un futuro no muy lejano esos problemas estarán solucionados,
contestó.
Lo que los habitantes de la zona desconocían era cuál sería
el método de saneamiento que tenía previsto la Unidad de
Coordinación del Proyecto Río Reconquista (Unirec), el ente
autárquico provincial creado en 1994 para el saneamiento de la
cuenca. Como denunciaron los vecinos, desde el pasado 5 de agosto un terraplén
obstruye el desagüe del río por su cauce natural y desvía
la totalidad de su caudal por el canal aliviador. El resultado ha sido
un desastre ecológico de magnitud insospechada en gran parte
de la primera sección de islas. Insospechada porque los desechos
industriales tóxicos de más de 12 mil empresas se están
vertiendo sobre un ecosistema sumamente delicado: los humedales de la
zona de islas tienen como característica las funciones de filtrado
y sedimentación natural, explicó a Página/12
Martín Nunziata, integrante de APro Delta y habitante de las islas.
La masa de contaminación tendrá efectos irreversibles
sobre la biosfera del lugar, por lo que no es exagerado decir que se está
frente a un ecocidio. Ya se registran una sensible disminución
de fauna y mortandad de peces. Las variadas direcciones de las corrientes,
que suben o bajan según las mareas y la dirección de los
vientos, han expandido la contaminación incluso muchos kilómetros
aguas arriba de la nueva desembocadura, agregó Alfredo Etchevarne
Parravicini, de la misma agrupación.
Graciela Ambrosolio, directora ejecutiva del Unirec, justificó
ante Página/12 la desviación del río. Esta
obra sólo apunta a crear una mayor capacidad para evacuar el agua
de las posibles crecidas. Por eso necesitamos hacer una repartición
de agua, sostuvo.
Sin embargo, no hay ninguna repartición, directamente cortaron
el río con un terraplén.
Sí, pero se trata de un corte temporario, de 4 o 5 meses.
Se están haciendo las bases de hormigón para después
construir las compuertas.
Aquí hay un río de color negro al que se lo sacó
de su cauce natural y se lo vuelca sobre un ecosistema incapaz de asimilarlo.
Ese río ya salía sobre ese ecosistema, no es algo
nuevo.
¿Evaluaron el impacto ambiental de este cambio?
En esta semana tendremos los nuevos resultados. Como tenemos las
denuncias del impacto que aparentemente está produciendo la obra,
nos hemos movilizado, no somos tan necios. Estudiaremos una nueva reconexión
si la obra tiene realmente el impacto que se dice.
¿No es sospechoso que hayan cortado justo el ramal que pasa
por el centro de Tigre?
No tiene nada que ver. Quizá se haya dado la coincidencia
casual con algún proyecto urbanístico, pero estas obras
vienen de antes.
Mientras tanto, las secretarías de Medio Ambiente de Nación
y de la provincia de Buenos Aires optaron por tomar muestras para verificar
el estado de las aguas.
TESTIMONIOS
DE LOS HABITANTES DEL DELTA
Ya no podemos usar el agua del río
Hasta hace poco,
los habitantes del Delta usaban el agua del río Tigre para la limpieza,
la descarga de los sanitarios o para beber, filtrado mediante. En verano,
los chicos se refrescaban en el río. Ahora, el paisaje cambió
por completo después de la construcción del dique. Página/12
recogió testimonios de gente que vive sobre los ríos Carapachay
y Caraguatá, afluentes del Tigre hacia el norte.
En la Municipalidad nos informaron que el agua iba a estar mala
por seis meses. Nosotros ya no la podemos usar para bañarnos. Esta
agua apenas sirve para los sanitarios. Cada tanto voy al pueblo y traigo
agua para tomar, pero la gente que está siempre acá no sé
como hace. Los chicos que se entrenan en la cancha de remo están
desesperados. Imagínese si uno se cae al río y toma esta
agua. (Juan Carlos Vásquez, río Caaguazú.)
Esta agua ya no podemos usarla para nada. Nunca pensé que
el mal olor iba a llegar hasta acá arriba. Cuando el río
crece, entra toda la porquería que viene desde el Luján.
La única manera que tenemos de llenar los tanques es esperar que
baje el agua limpia del Paraná, pero igual tenemos que agregarle
lavandina. Ni hablar de filtrarla para tomar. Ahora tenemos que comprársela
a la lancha y cuesta mucha plata, 3 pesos cada botellón. Dicen
que están limpiando ahí en el Tigre y por eso nos mandan
el agua sucia. (Carlos Mansilla, río Caraguatá.)
El agua del río la usamos para la limpieza y los baños,
pero igual la tratamos con cloro. Nuestra preocupación empezó
cuando notamos el cambio de color del río: ya no tiene ese clásico
marrón, muchas veces viene gris. Nos preocupa lo que pueda pasarle
a los chicos que viven permanentemente y que no pueden acceder al agua
potable. Además, cuando empiece el calor, va a ser difícil
evitar que se metan al agua y entonces no sé que puede pasar.
(Susana Rosamilia, directora de la Escuela Nº 10, sobre el río
Luján.)
Cuando nos mudamos a la isla, hace 4 años, un amigo bioquímico
tomó muestras del agua y las hizo analizar. Nos dijo que nos podíamos
quedar tranquilos porque no tenía ningún tipo de contaminación.
Hace un año y medio nació mi hijo y el agua del río
la usamos para lavar la ropa y lavarnos nosotros. Hay gente que la usa
para tomar. El problema ahora es que el agua está muy sucia. Uno
puede comprar agua mineral para tomar, pero para el resto de las cosas,
¿cómo hacemos? Vinimos a vivir acá porque queríamos
disfrutar del río. Si está contaminado, nos vamos a tener
que ir. (Ivonne Durán, río Carapachay.)
Cuando nos enteramos del desvío del río, creímos
que la contaminación no iba a llegar hasta acá. Pero un
día sentimos un olor horrible. Nuestros vecinos que vienen los
fines de semana tienen una planta potabilizadora. A pesar de los químicos
que le ponen, el agua queda amarilla y no transparente como antes. Ya
no sirve para tomar. Se ve que hay algo raro. (Estela Giménez,
río Carapachay.)
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